Que no le engañen las apariencias
NOS hospedábamos en la acogedora casa de una amiga en el monte. Como nuestro dormitorio se encontraba en el apartamento del semisótano, en el interior las ventanas estaban a la altura de los ojos, y por fuera a ras del suelo. El primer día, un extraño golpeteo que parecía provenir de diversos lugares del apartamento me despertó a eso de las seis de la mañana. Me levanté extrañado y fui a la cocina a ver si el ruido lo ocasionaba el frigorífico o el calentador, pero no era así. De repente oí el mismo sonido procedente del cuarto de estar. Entré sigilosamente y, para mi asombro, afuera vi un pájaro de color rojo brillante —un cardenal rojo de Norteamérica— atacando el cristal de la ventana. Pasaba de una ventana a otra —la del dormitorio, la del cuarto de baño, la de la sala—, dondequiera que hubiera una ventana a ras del suelo. Me quedé atónito.
Al acercarme lentamente a la ventana, descubrí una de las claves del misterio: unos centímetros más allá, la hembra comía semillas plácidamente. Pero, ¿por qué arremetía el macho contra las ventanas? Al parecer, había confundido su propio reflejo con un rival y trataba de ahuyentarlo. Las apariencias lo engañaron.
Posteriormente corroboré que esta fue la causa del extraño comportamiento del ave. En el libro The Cardinal, June Osborne dice que el macho “hace cualquier cosa para mantener su territorio libre de las intrusiones de otros machos de la especie. [...] No solo ahuyenta a los intrusos; se sabe de casos en los que [...] se ha lanzado contra su propio reflejo en tapacubos y espejos de automóviles, así como ventanales y puertas correderas de vidrio”. A continuación añade una observación con la que nos sentimos plenamente identificados: “Este comportamiento puede alterar la paz de un amo de casa”. Pudimos comprobarlo todas las mañanas.
¿Qué puede hacerse para detener esta compulsiva conducta del macho? Osborne recomienda: “A veces es necesario cubrir las superficies brillantes a fin de restablecer la paz y la tranquilidad [...], además de tratar de evitar que el ave se haga daño en estos ataques casi suicidas”.—Contribuido.