El cuidador necesita cuidados. Cómo proporcionárselos
“LAWRIE y yo llevamos casados cincuenta y cinco años —mucho tiempo— ¡y qué años tan felices! Si de alguna manera me hubiera sido posible cuidarlo en casa, lo habría hecho. Pero mi salud empezó a deteriorarse y, al final, tuve que ingresarlo en una residencia de ancianos. El dolor emocional que me causa tan solo explicarlo es casi insoportable. Amo y respeto profundamente a mi esposo, y lo visito tantas veces como puedo. Pero no tengo fuerzas físicas para hacer más.”—Anna, una mujer de 78 años que cuidó durante más de diez años a su esposo, que padece la enfermedad de Alzheimer, y que también ha atendido durante los últimos cuarenta años a su hija, que nació con el síndrome de Down.a
El caso de Anna no es ni mucho menos insólito. Una encuesta llevada a cabo en las islas británicas reveló que “entre las mujeres de ciertas edades (de 40 a 60 años), 1 de cada 2 ejerce la función de cuidadora”. Como ya se comentó, a veces los trastornos y problemas emocionales que afrontan los cuidadores parecen insoportables.
“Creo que por lo menos el 50% de los cuidadores se deprimen durante el primer año de ayuda al paciente”, dice el doctor Fredrick Sherman, de la Sociedad Estadounidense de Geriatría. Para las personas mayores como Anna, la situación es aún mucho más difícil de sobrellevar debido a que sus fuerzas menguan y su salud se deteriora.
Para ayudar a los cuidadores a cumplir con sus responsabilidades hemos de estar al tanto de sus necesidades. ¿Cuáles son estas, y cómo podemos satisfacérselas?
Los cuidadores necesitan hablar
“Necesito desahogarme”, dijo una mujer que ayudó a cuidar a su amiga durante la fase terminal de su enfermedad. Como se mostró en el artículo anterior, los problemas suelen ser más fáciles de afrontar y sobrellevar cuando puede hablarse de ellos con un amigo comprensivo. Muchos cuidadores que se sienten atrapados por las circunstancias descubren que hablar de la situación les ayuda a aclarar sus sentimientos y a aliviar la tensión reprimida.
“Yo agradecía que nuestras amistades se dieran cuenta de que los dos necesitábamos apoyo moral”, recuerda Jeanny de la temporada que estuvo asistiendo a su esposo. Ella explica que quienes atienden a un enfermo necesitan ánimo y, a veces, alguien con quien desahogarse. Hjalmar, que ayudó a cuidar a su cuñado enfermo, opina lo mismo: “Necesitaba a alguien que escuchara mis temores y problemas, y comprendiera cómo me sentía”. Refiriéndose a un amigo íntimo, añade: “Daba gusto visitarlo, aunque solo fuera por media hora. Él me escuchaba, realmente se interesaba por mí. Me sentía reconfortado al marcharme”.
Los cuidadores pueden recibir mucho ánimo de un oyente comprensivo. Hay que “ser presto en cuanto a oír, lento en cuanto a hablar”, aconseja acertadamente la Biblia. (Santiago 1:19.) Un informe publicado en The Journals of Gerontology reveló que “el simple hecho de saber que uno puede contar con apoyo suele bastar para sentir un gran alivio”.
Además de apoyo moral y de alguien con quien desahogarse, ¿qué más necesitan los cuidadores?
Ayuda práctica
“Cualquier medio de expresar amor y ánimo beneficia tanto al paciente como a la familia”, comenta el doctor Ernest Rosenbaum. Para empezar, dicho “amor y ánimo” pueden expresarse mediante una visita personal, una llamada telefónica o una breve nota (tal vez acompañada de flores o de algún otro obsequio).
“Nos sentíamos muy reconfortados cuando nuestros amigos nos visitaban brevemente”, recuerda Sue con respecto al apoyo que recibió su familia cuando su padre se estaba muriendo de la enfermedad de Hodgkin. “Una de mis amigas —añade ella— atendía el teléfono y lavaba y planchaba la ropa de todos nosotros.”
El apoyo que se dé a los cuidadores podría, y debería, incluir ayuda concreta, específica. Elsa recuerda: “Agradecía mucho que vinieran mis amistades y me ofrecieran ayuda práctica. No decían meramente: ‘Si hay algo que pueda hacer, avísame’. Tomaban la iniciativa y decían: ‘Voy a hacer unas compras. ¿Qué quieres que te traiga?’ ‘¿Te parece bien que atienda un poco el jardín?’ ‘Puedo quedarme un rato con la paciente y leerle algo.’ Otra cosa que nos resultó práctica en el caso de mi amiga enferma fue pedir a las visitas que dejaran un mensaje escrito en una libreta si llegaban cuando ella estaba cansada o durmiendo. Aquello hacía que sintiéramos una gran satisfacción”.
Puede ofrecerse ayuda específica con respecto a muchos quehaceres. Rose explica: “Apreciaba la ayuda que me brindaban para hacer las camas, escribir cartas para la paciente, atender sus visitas, conseguir medicamentos, lavarle y arreglarle el pelo y fregar los platos”. Los familiares y amigos también pueden ayudar al cuidador turnándose en la preparación de las comidas.
Hay casos en los que resultaría conveniente ayudar también con los aspectos básicos del cuidado del enfermo. Por ejemplo, el cuidador tal vez necesite ayuda para dar de comer o lavar al paciente.
Al presentarse una enfermedad, los familiares y amigos, preocupados, suelen ofrecer ayuda práctica. Pero ¿qué sucede cuando se trata de una enfermedad prolongada? Absortos en nuestro ocupado horario, es fácil que no veamos la tensión continua —y tal vez creciente— que afrontan quienes cuidan al enfermo. Sería muy triste que la ayuda que tanto necesitan empezara a menguar.
Si eso sucediera, sería aconsejable que el cuidador convocase una reunión de familia para hablar del cuidado del paciente. Muchas veces puede buscarse la cooperación de amigos y familiares que han expresado su deseo de ayudar. Eso es lo que hicieron Sue y su familia. “Cuando surgió la necesidad —explica—, recordamos a los que nos habían ofrecido ayuda y les telefoneamos. Teníamos la confianza de pedirles que nos ayudaran.”
Déles un respiro
El libro The 36-Hour Day (Cuando el día tiene 36 horas) dice: “Es absolutamente esencial, tanto para usted [el cuidador] como para su paciente, que se tome respiros con regularidad para ‘alejarse’ del trabajo que supone cuidar durante las veinticuatro horas del día a un enfermo crónico. [...] Tomarse tiempo libre para descansar del cuidado del [paciente] es una de las cosas más importantes que puede hacer para seguir estando en condiciones de cuidar a alguien”. ¿Están de acuerdo con esto los cuidadores?
“Totalmente —responde Maria, que participó en los cuidados de una amiga íntima que se estaba muriendo de cáncer—. Periódicamente necesitaba ‘escaparme’ y que otra persona se encargara de atenderla por un tiempo.” Joan, que cuida a su esposo, que padece la enfermedad de Alzheimer, comparte la misma opinión. “Una de las necesidades más apremiantes que tenemos —comenta— es la de disponer de vez en cuando de un poco de tiempo libre.”
Pero ¿cómo pueden conseguir tiempo libre de la presión de sus responsabilidades? Jennifer, que ayudó a cuidar a sus ancianos padres, dice que, en su caso, “una amiga de la familia se llevaba a veces a mamá durante todo el día para darnos un respiro”.
Tal vez usted podría ofrecerse a llevarse al paciente unas horas, si su estado lo permite, para que la persona que lo cuida se tome un respiro. Joan dice: “Para mí es un descanso cuando alguien se lleva a mi esposo de paseo para que yo pueda estar a solas de vez en cuando”. O quizás podría hacer compañía al paciente en su propia casa. De un modo o de otro, dé la oportunidad al cuidador de obtener el descanso que tanto necesita.
Pero recuerde que a quienes asisten a enfermos no siempre les resulta fácil tomarse un respiro. A veces se sienten culpables de no estar al lado de su ser querido. “No es fácil desconectarse de la situación y distraerse o descansar —admite Hjalmar—. Yo quería estar allí todo el tiempo.” Pero se sentía más tranquilo si descansaba durante los momentos que su cuñado necesitaba menos atención. Otras personas han buscado un centro de asistencia diurna que pueda atender a su ser querido durante algunas horas.
Cuando desaparezcan todas las enfermedades
Hay que admitir que cuidar a una persona amada que está gravemente enferma es una enorme responsabilidad. Pero puede ser una experiencia muy gratificante. Tanto investigadores como cuidadores dicen que fortalece los vínculos familiares y de amistad. Los cuidadores siempre adquieren nuevas cualidades y habilidades. Muchos también obtienen beneficios espirituales.
Más importante aún, la Biblia indica que Jehová y su Hijo, Jesucristo, son los cuidadores más compasivos que existen. La profecía bíblica nos asegura que la enfermedad, el sufrimiento y la muerte pronto llegarán a su fin. Dentro de poco, el bondadoso Creador del hombre recompensará a los habitantes justos de la Tierra con vida eterna en un nuevo mundo perfectamente sano, en el que “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”. (Isaías 33:24; Revelación 21:4.)
[Nota]
a Se han cambiado algunos de los nombres que aparecen en este artículo.
[Comentario de la página 11]
El enfermo estará bien cuidado si usted también se cuida
[Comentario de la página 12]
El apoyo de buenos amigos le ayudará mucho a seguir adelante durante los momentos más difíciles
[Ilustraciones de la página 10]
Apoye a los cuidadores haciéndoles la compra y la comida, o cooperando en el cuidado del paciente
[Recuadro de la página 12]
El cuidado de un enfermo puede ser gratificante
‘¿GRATIFICANTE? —tal vez pregunten algunos—. ¿Cómo es posible?’ Tenga la bondad de leer lo que algunos cuidadores dijeron a ¡Despertad!:
“Renunciar a los objetivos y deseos personales no resta felicidad. ‘Hay más felicidad en dar que en recibir.’ (Hechos 20:35.) Cuidar a un ser querido puede proporcionar mucha satisfacción.”—Joan.
“Doy gracias de haber podido ayudar a mi hermana y a mi cuñado cuando tanto lo necesitaban, y no podían corresponderme. Estrechó mucho nuestra relación. Espero que algún día pueda utilizar la experiencia que adquirí ayudando a otra persona que se halle en una situación similar.”—Hjalmar.
“Como dije más de una vez a mi amiga Betty durante su enfermedad, recibí mucho más de lo que di. Aprendí a mostrar empatía y paciencia. Vi que es posible mantener una actitud positiva aun en las circunstancias más difíciles.”—Elsa.
“Me hice más fuerte. Llegué a comprender mejor lo que significa depender de Jehová Dios todos los días y dejar que él satisfaga mis necesidades.”—Jeanny.
[Recuadro de la página 13]
Cuando visite a un cuidador
• Escuche con empatía
• Dé encomio sincero
• Ofrezca ayuda específica