De nuestros lectores
La amistad Gracias de todo corazón por el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Por qué no me duran las amistades?” (22 de mayo de 1996). No saben cuánto me ha ayudado. Me enseñó que, sin importar los obstáculos, se puede tener amistades duraderas. A veces perdemos a los amigos por no zanjar pronto los malentendidos. El artículo me ayudó a combatir este problema.
A. M. P., Brasil
El artículo ha llegado en el momento justo. Hace tres meses empezó a enfriarse mi amistad con una chica con la que me llevaba muy bien; llegamos al punto de no dirigirnos la palabra. Cuando llegó el artículo, lo leímos las dos, y nos dimos cuenta de que nos habíamos comportado como unas tontas. Hablamos con franqueza y aclaramos todos los malentendidos. Ahora nuestra amistad ha recobrado la fuerza.
N. T., Italia
Catástrofe volcánica Recuerdo las noticias de la erupción del Pinatubo en 1991, pero no volví a pensar en ello hasta que leí el artículo “Los lahares: secuelas del monte Pinatubo” (22 de mayo de 1996). Aunque nunca había oído hablar de los lahares, me fascinó el reportaje. Es extraordinario que la familia García, pese a estar en medio del lahar, fuera tan valiente y servicial.
S. F., Canadá
El artículo me conmovió. Me emocionó leer las vivencias de aquellos hermanos cristianos, quienes mantuvieron el celo por las cosas espirituales pese a las condiciones difíciles. Me ha animado a no dejar que cualquier pequeño contratiempo me impida ir a las reuniones cristianas o a predicar. Muchas gracias por el reportaje.
S. D., Italia
Aunque mi esposo y yo nunca habíamos oído hablar de los lahares, ahora nos damos cuenta de lo serio y peligroso que es este fenómeno. Queremos que los hermanos de las Filipinas sepan que estaremos orando por ellos y por quienes tuvieron la oportunidad de ayudarlos.
C. A. B., Guatemala
El destello verde Acabo de leer el reportaje “¿Ha visto un destello verde?” (22 de mayo de 1996). Hace unos años, cuando sobrevolaba los bosques de Alaska, me sorprendió ver un destello verde azulado que duró tan solo unas décimas de segundo. Hasta ahora no había hallado ningún artículo que explicara el fenómeno. Llegué a pensar que era todo imaginación mía.
G. C., Alaska
Los ataques de pánico Deseo darles las gracias por el reportaje “Qué hacer ante los ataques de pánico” (8 de junio de 1996). Yo he tenido varios en seis años. Cuando llevaba un año de precursora (evangelizadora de tiempo completo), tuve que dejar ese servicio, pues no me quedaban fuerzas para soportar los ataques. Como parecía que estaba sana, mis amistades más allegadas no lo entendían, lo que me dolió mucho. Me faltan palabras para contarles la dicha que sentí al leer el artículo.
O. S., Ucrania
Soy ministra de tiempo completo desde hace ocho años, pero llevaba varios años sintiéndome inútil y muy inquieta. Cuando vi que el reportaje hablaba de síntomas parecidos a los míos, puse inmediatamente en práctica los consejos que daba. Ya me siento mejor emocionalmente y con el corazón más tranquilo.
K. M., Tailandia
Aunque me ha ayudado el tratamiento médico para los ataques de pánico, me atormentaba esta idea: ‘¿Será que estoy débil espiritualmente, o que soy perezosa?’. Leyendo el artículo me quité un peso de encima.
P. P., Finlandia