¿Cómo nos afecta el crimen organizado?
POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN JAPÓN
El capo (jefe) de una familia de mafiosos punza un dedo del neófito para que la sangre gotee sobre una estampa, que luego quema. ‘Si divulgas algún secreto de la organización, tu alma arderá como este santo’, dice el jerarca al joven.
DURANTE muchos años, el código de silencio (en italiano omertà) mantuvo en la clandestinidad a las sociedades criminales. Hoy, sin embargo, las bandas delictivas ocupan los titulares por todo el mundo al convertirse en delatores algunos pandilleros. La figura más importante acusada por los pentiti (“arrepentidos” de la mafia) fue Giulio Andreotti, primer ministro italiano en siete ocasiones, ahora procesado por su vinculación con la Mafia.
En el mundo entero hay agrupaciones delictivas cuyos tentáculos abarcan toda esfera social: la Mafia de Italia y Estados Unidos, países donde también se denomina la Cosa Nostra; los carteles del narcotráfico en Sudamérica; las tríadas de China; la yakuza en Japón. Sus fechorías repercuten en todos nosotros y encarecen la vida.
Dicen que la ciudad americana de Nueva York está dividida entre cinco familias, que perciben miles de millones de dólares mediante la extorsión, la “protección”, la usura, el juego, el narcotráfico y la prostitución. Se afirma que estos clanes dominan férreamente los gremios de basureros, camioneros, albañiles, transportistas de alimentos y trabajadores textiles. El control sindical les permite zanjar disputas laborales o sabotear los trabajos. Así, puede que hoy no se mueva el tractor oruga en el solar, que mañana fallen los frenos de la excavadora y que los operarios vayan siempre a paso de tortuga, por citar solo algunos incidentes que habrá mientras el constructor no acceda a las exigencias del hampa, sean sobornos o contratos laborales. En efecto, “el pago de sobornos a la Mafia garantiza al empresario la entrega a tiempo de los materiales, la paz laboral y la contratación con salarios más bajos”, señala la revista Time.
En Colombia, dos carteles del narcotráfico lucharon entre sí hasta que Pablo Escobar, cabecilla del grupo de Medellín, murió a balazos en 1993. Tras aquello, el cartel de Cali monopolizó el comercio mundial de cocaína. Las ganancias de 7.000 millones de dólares, obtenidas en 1994 tan solo en Estados Unidos, probablemente lo convirtieron en la mayor “organización delictiva” del mundo. Aunque la detención en 1995 de su cerebro, José Santacruz Londoño, asestó un duro golpe al cartel, siempre hay un sucesor ansioso de ser el nuevo preboste.
Al rasgarse la Cortina de Hierro (Telón de Acero), debutó en la escena internacional la mafia de Rusia. Como consecuencia, “los negocios rusos han de lidiar con la mafia”, dijo un banquero en la revista Newsweek. Cuentan que la mafia rusa actúa hasta en Brighton Beach (Nueva York, E.U.A.), donde prospera gracias a sus turbios enredos con la gasolina. El automovilista termina por soportar el encarecimiento y el gobierno pierde impuestos. Los delitos de las bandas rusas, que también regentan redes de prostitución en Europa del este, quedan impunes en su mayoría. ¿Quién va a enfrentarse a ex atletas y veteranos de Afganistán armados hasta los dientes?
La situación no es muy distinta en el Oriente. En Japón, los profesionales del espectáculo tendrán que soportar todo tipo de dificultades si no honran a la cuadrilla de la yakuza local y pagan el tributo. En aquel país también se exige dinero a cambio de protección a los dueños de bares y aun a las prostitutas. Además, la yakuza ha entrado a fondo en la economía nipona, organizando sus propias compañías, extorsionando a las grandes empresas y coligándose con asociaciones delictivas extranjeras.
Las mafias con base en Hong Kong y Taiwan también tejen su red mundialmente. Salvo por el nombre, tríadas, poco se sabe de su estructura. Se remontan al siglo XVII, cuando se formaron grupos de monjes chinos para combatir la invasión manchú. Aunque tienen decenas de miles de afiliados, se dice que las tríadas de Hong Kong forman asociaciones temporales para cometer uno o varios delitos, lo que dificulta que la policía descubra su identidad. Ganan miles de millones de dólares con la heroína, y han hecho de Hong Kong un centro de falsificación de tarjetas de crédito.
Con respecto al delito en Estados Unidos, el libro The New Ethnic Mobs (Las nuevas mafias étnicas), de William Kleinknecht, dice: “En el nuevo mundo del crimen organizado, no hay hampones étnicos con un futuro más prometedor que los chinos. [...] Los grupos delictivos chinos ganan poder con rapidez en las ciudades del país. [...] En Nueva York solo los supera la Mafia”.
Refiriéndose a otra forma de tráfico ilegal procedente de Hong Kong, un funcionario del Departamento de Justicia de Estados Unidos dice: “La introducción ilícita de extranjeros es una manifestación del crimen organizado”. Según ciertas autoridades, cada año pasan ilegalmente a Estados Unidos 100.000 chinos. Para entrar en un país rico, el ilegal de término medio paga como mínimo 15.000 dólares (E.U.A.), que abona principalmente en el punto de destino. Así, la vida en el país de los sueños se torna en pesadilla para muchos emigrantes, a quienes se explota en talleres y burdeles.
Si uno no está envuelto en actividades ilícitas, quizás crea que no le afecta el crimen organizado. Pero ¿es así? Muchos toxicómanos de los cinco continentes delinquen para comprar los estupefacientes que distribuyen los carteles sudamericanos. Las mafias se encargan de que los contratos de servicios públicos se asignen a las compañías que controlan; por su culpa, el ciudadano ha de pagar más. La Comisión Presidencial contra el Crimen Organizado declaró que en Estados Unidos, “el crimen organizado distorsiona los costos mediante la extorsión, los sobornos, los acuerdos de precios y las limitaciones a la competencia”, de modo que el consumidor se ve obligado a pagar a la Mafia “el equivalente de un recargo”. Como vemos, nadie elude los efectos de la delincuencia. A todos nos pasa factura.
Ahora bien, ¿por qué florecen las mafias en la actualidad?
[Recuadro de la página 5]
Los orígenes de la Mafia
“La Mafia surgió en la baja Edad Media en Sicilia, donde posiblemente comenzó como una organización secreta que pretendía liberar a la isla del yugo de diversos conquistadores extranjeros, tales como sarracenos, normandos y españoles. La Mafia y sus miembros proceden de las bandas de soldados mercenarios (mafie) que contrataban los propietarios absentistas. Su labor consistía en proteger las haciendas de los forajidos en medio del desafuero que existió en buena parte de Sicilia a lo largo de los siglos. Durante los siglos XVIII y XIX, los dinámicos rufianes de estas bandas privadas se hicieron tan poderosos que se rebelaron contra los terratenientes y se convirtieron en la única ley que imperaba en muchas fincas, extorsionando dinero a los terratenientes, que en contrapartida tenían protegidas sus cosechas.” (The New Encyclopædia Britannica.) La extorsión a cambio de protección se convirtió en su modus operandi. Llevaron consigo sus métodos a Estados Unidos, donde se involucraron en el juego, la extorsión en los negocios, la usura, el narcotráfico y la prostitución.