BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g97 22/4 págs. 17-19
  • ¿Por qué tengo que estar tan enfermo?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Por qué tengo que estar tan enfermo?
  • ¡Despertad! 1997
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • ‘¿Por qué me está pasando esto?’
  • Temores frecuentes
  • La angustia de estar enfermo
  • Ir al médico no es agradable
  • Jasón
    Ayuda para entender la Biblia
  • ¿Por qué tengo que estar tan enfermo?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas (volumen 2)
  • Jasón
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 2
  • Las enfermedades crónicas son asunto de familia
    ¡Despertad! 2000
Ver más
¡Despertad! 1997
g97 22/4 págs. 17-19

Los jóvenes preguntan...

¿Por qué tengo que estar tan enfermo?

CUANDO Jason tenía 13 años, su ilusión era servir algún día como ministro de tiempo completo en Betel, la sede mundial de los testigos de Jehová en Brooklyn (Nueva York). Construyó una caja de madera, a la que llamó su caja de Betel, y empezó a guardar en ella todo objeto que creía que le sería útil cuando empezara su carrera en Betel.

Pero tan solo tres meses después de cumplir los 18 años le diagnosticaron la enfermedad de Crohn: una afección intestinal, dolorosa y de carácter progresivo. “La noticia me dejó destrozado —recuerda—. Lo único que pude hacer fue llamar a papá al trabajo y romper a llorar. Sabía que, como mínimo, aquello significaba que mi sueño de ir a Betel se había frustrado.”

La enfermedad constituye una de las razones principales por las que “toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor juntamente hasta ahora”. (Romanos 8:22.) Millones y millones de jóvenes están enfermos. Muchos de ellos con el tiempo mejoran. Pero otros padecen enfermedades crónicas o, en algunos casos, mortales. Entre las afecciones que atacan a los jóvenes se encuentran el asma, la diabetes, la anemia de células falciformes, las enfermedades infecciosas, la epilepsia, las enfermedades mentales y el cáncer. Algunos jóvenes viven hasta con más de una enfermedad.

‘¿Por qué me está pasando esto?’

La enfermedad suele crear tensión emocional y mental, además de dificultades físicas. Por ejemplo, si alguna enfermedad te impide ir a la escuela durante meses, puede que no solo te atrases en los estudios, sino que también te sientas aislado. Cuando Sunny, de 12 años, tiene que faltar a la escuela debido a sus estancias periódicas en el hospital, se pregunta preocupado: ‘¿Qué estarán haciendo mis compañeros? ¿Qué me estaré perdiendo hoy?’.

Tu progreso espiritual también puede verse afectado cuando estás demasiado enfermo para asistir a las reuniones cristianas o incluso para leer la Biblia. En ese caso, necesitas mayor apoyo emocional y espiritual. Al principio tal vez te niegues a creer el diagnóstico. Después, quizás te sientas muy airado contigo mismo si piensas que de alguna manera podrías haber evitado la enfermedad. Puede que te entren ganas de gritar: ‘¿Por qué ha permitido Dios que me suceda esto?’. (Compárese con Mateo 27:46.) Es normal que uno se sienta algo deprimido.

Además, el joven pudiera hasta imaginarse que si hace algo especial, como procurar ser sumamente bueno, Dios le quitará la enfermedad. Pero quien piense así acabará decepcionado, pues Dios no promete curaciones milagrosas en este tiempo. (1 Corintios 12:30; 13:8, 13.)

Tal vez abrigabas la esperanza de no morir nunca, de estar vivo cuando Dios traiga “la gran tribulación”. (Revelación 7:14, 15; Juan 11:26.) Si ese es tu caso, enterarte de que padeces una enfermedad grave puede ser aún más terrible. Tal vez te preguntes si has hecho algo que ofenda a Jehová, o pienses que Dios te ha escogido para que afrontes una prueba especial de integridad. Ahora bien, ninguna de estas conclusiones es correcta, pues la Palabra de Dios, la Biblia, dice que “con cosas malas Dios no puede ser sometido a prueba, ni somete a prueba él mismo a nadie”. (Santiago 1:13.) La enfermedad y la muerte son características lamentables del estado actual del hombre, y todos estamos expuestos a factores como “el tiempo y el suceso imprevisto”. (Eclesiastés 9:11.)

Temores frecuentes

Saber que tienes una enfermedad grave también puede atemorizarte mucho al principio. En el libro How It Feels to Fight for Your Life (Qué se siente cuando se está entre la vida y la muerte) aparecen los comentarios de catorce jóvenes que padecen enfermedades graves. Por ejemplo, Anton, de 10 años, cada vez que le daba un fuerte ataque de asma temía que iba a morir. Y Elizabeth, de 16 años, que padecía cáncer de huesos, temía acostarse a dormir y no despertar.

Algunos jóvenes abrigan otro tipo de temores: que nadie quiera casarse con ellos o que, llegado el momento, no tengan hijos saludables. Otros jóvenes temen transmitir la enfermedad a su familia, sea esta contagiosa o no.

Aunque la enfermedad se haya estabilizado o incluso haya remitido, cualquier empeoramiento puede reavivar los temores. Si tú has sentido tales temores, sabes que son muy reales. Afortunadamente, las emociones negativas que al principio te invaden tienden a calmarse con el tiempo. Entonces puedes empezar a evaluar tus circunstancias de una manera más racional.

La angustia de estar enfermo

“Cuando eres joven, te sientes invencible —dice Jason, mencionado antes—. Entonces, de pronto, una enfermedad grave te hace ver la realidad. Es como si de la noche a la mañana hubieras envejecido, pues te ves obligado a descansar y aflojar el paso.” Sí, afrontar nuevas limitaciones es angustioso.

Jason descubrió que también resulta muy angustioso que los demás no entiendan el estado en que te encuentras. Él padece lo que pudiera llamarse una “enfermedad invisible”, pues su aspecto externo no refleja sus problemas internos. “Mi organismo no digiere el alimento como debiera —explica—, de modo que tengo que comer a menudo, y más que muchos jóvenes de mi edad. Pero sigo delgado. Además, a veces me agoto tanto que no puedo mantener los ojos abiertos en pleno día. Sin embargo, hay quienes hacen comentarios que demuestran que me consideran demasiado blando, o hasta perezoso. Dicen cosas como: ‘Tú sabes que puedes hacer más, pero ni siquiera lo intentas’.”

Jason tiene hermanos más jóvenes que no siempre entienden por qué él no puede hacer las cosas que antes hacía, como llevarlos a jugar a la pelota. “Pero yo sé que si me hago daño —dice Jason— tardaré semanas en curarme. Ellos tienden a comparar mi dolor al suyo y dicen que ‘solo me quejo para llamar la atención’. Para ellos, el peor dolor que tal vez sientan sea el de torcerse un tobillo, de ahí que no puedan imaginar cómo es el dolor que yo siento.”

Si parece que tu enfermedad está agobiando a tu familia, tal vez luches con sentimientos de culpabilidad. Y tus padres también pueden sentirse culpables. “Tanto mi padre como mi madre creen que ellos son la causa de mi problema —dice Jason—. Los niños suelen habituarse a su enfermedad cuando la han asumido. Pero a los padres les cuesta más. Me piden disculpas una y otra vez. Constantemente tengo que hacer todo lo posible por tratar de aliviar su sentimiento de culpa.”

Ir al médico no es agradable

Las continuas revisiones médicas pueden crear ansiedad. Tal vez te hagan sentir insignificante e indefenso. El mero hecho de estar sentado en la sala de reconocimiento de un hospital esperando tu turno puede ser aterrador. “Te sientes [...] tan solo que te gustaría que alguien te hiciera compañía”, dice Joseph, de 14 años y enfermo del corazón. Lamentablemente, algunos jóvenes no reciben ese tipo de apoyo, ni siquiera de sus padres.

Las pruebas médicas también pueden provocar ansiedad. Francamente, algunas son de lo más desagradables. Luego hay que vivir días o semanas de angustia a la espera de los resultados. Pero ten esto presente: un examen médico no es como un examen escolar; el hecho de que te encuentren una enfermedad no es razón para sentirte inferior.

En realidad, la prueba que te hagan puede aportar información muy útil. Tal vez indique que tienes un problema médico que es posible tratar fácilmente. O, de no ser así, a lo mejor te ayuda a ver lo que puedes hacer para vivir con tu enfermedad. Quizás hasta demuestre que no padeces la afección que temías. Así que trata de no sacar conclusiones precipitadas en cuanto a tu estado de salud.

El preocuparte demasiado solo te agotará. La Biblia dice: “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia”. (Proverbios 12:25.) Dios nos invita a abrirle nuestro corazón. Hemos de confiar en que él se interesa por nosotros y nos dará orientación y sabiduría para afrontar el problema de la mejor manera posible. (Salmo 41:3; Proverbios 3:5, 6; Filipenses 4:6, 7; Santiago 1:5.)

Podemos sentirnos felices de que nuestro Creador, Jehová Dios, se haya propuesto introducir un nuevo mundo de justicia. Hasta resucitará a los que han muerto, y les dará la oportunidad de gozar de la vida en ese nuevo mundo. La Biblia nos garantiza que en aquel tiempo “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”. (Isaías 33:24.)

Hasta entonces, tal vez tengas que vivir con una enfermedad grave. Sin embargo, hay muchas cosas prácticas que puedes hacer para sobrellevar del mejor modo posible tu situación. Hablaremos de ellas en un artículo futuro.

[Ilustración de la página 18]

Tal vez te preguntes: ‘¿Por qué ha permitido Dios que me suceda esto?’

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir