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¡Despertad! 1997
g97 8/7 pág. 31

“El engaño científico más notorio”

POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN GRAN BRETAÑA

El hombre de Piltdown, descubierto en 1912, fue “el engaño científico más notorio del siglo”, según The Times, de Londres. Se desenmascaró en 1953, después de demostrar las pruebas científicas que, lejos de ser un eslabón perdido de una supuesta cadena evolutiva humana, el cráneo pertenecía a un hombre moderno y la mandíbula inferior a un orangután. ¿Quién perpetró tan ingenioso engaño?

Por años, las sospechas recayeron en Charles Dawson, abogado y geólogo aficionado que había descubierto los restos. Se creía que también estaban involucrados sir Arthur Keith, evolucionista apasionado y antiguo presidente del Colegio Real de Cirujanos, sir Arthur Conan Doyle, autor británico, y Teilhard de Chardin, sacerdote francés. Sin embargo, al no haber pruebas definitivas, se acabó atribuyendo la responsabilidad a Dawson.

Ya se ha identificado al verdadero culpable: Martin A. C. Hinton, antiguo conservador de zoología del Museo de Historia Natural de Londres, fallecido en 1961. Hace nueve años se descubrió en el museo un baúl de lona que había sido propiedad de Hinton. Contenía dientes de elefante, trozos de un hipopótamo fosilizado y otros huesos que se han examinado rigurosamente. Se halló que todos habían sido teñidos de hierro y manganeso en las mismas proporciones que los huesos Piltdown. Pero el factor determinante fue el hallazgo de cromo en los dientes, utilizado también en el teñido.

Al exponer los hechos, el profesor Brian Gardiner, del King’s College, de Londres, dijo: “Hinton tenía la reputación de bromista [...] Algunas cartas muestran su motivación”. Gardiner dijo en conclusión: “Estoy cien por cien seguro de que él fue el responsable”. Existen indicios de que Hinton buscaba vengarse de Arthur Smith Woodward, su superior, de quien no había recibido el reconocimiento o el dinero que, en su opinión, merecía. Engañó eficazmente a Woodward, quien, hasta su muerte, cinco años antes de que se pusiera al descubierto la falsificación, siguió convencido de la autenticidad del hombre de Piltdown. La única pregunta que aún queda en pie es: ¿Por qué, una vez que Woodward había aceptado públicamente el cráneo falsificado, no reconoció Hinton que todo había sido un engaño? Según parece, al ver la acogida inmediata que tuvo el hombre de Piltdown en el mundo científico, Hinton llegó a la conclusión de que no le quedaba más remedio que mantener oculta la mentira.

Como consecuencia de que hombres tan ilustres aceptaran el cráneo de Piltdown, también se embaucó al público. Los museos de todo el mundo expusieron copias y fotografías del cráneo, mientras los libros y periódicos esparcían rápidamente la noticia. Los resultados negativos de la broma de Hinton son incalculables. Es muy apropiado el comentario de la Biblia: “Como un loco que arroja al azar teas y flechas mortíferas, así es el hombre que engaña a su prójimo y después le dice: ‘¡No era más que una broma!’”. (Proverbios 26:18, 19, Levoratti Trusso.)

[Ilustración de la página 31]

Las zonas oscuras son fragmentos de un cráneo humano

La zona clara está hecha de yeso en su totalidad

Las zonas oscuras son fragmentos de la mandíbula y los dientes de un orangután

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