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¡Despertad! 1997
g97 8/8 págs. 12-14

Alimentos para todos: ¿solo un sueño?

POR EL CORRESPONSAL DE ¡DESPERTAD! EN ITALIA

“TODOS los hombres, mujeres y niños tienen derecho inalienable a no padecer hambre y desnutrición”, proclamó en 1974 la Conferencia Mundial de la Alimentación, patrocinada por la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), de las Naciones Unidas. En aquella ocasión se hizo un llamamiento para erradicar el hambre del mundo “en un plazo de diez años”.

No obstante, cuando los representantes de 173 naciones se reunieron el año pasado en la sede de la FAO, situada en Roma, para celebrar durante cinco días la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, su objetivo era plantearse: “¿Por qué no se consiguió?”. Además de no haberse proporcionado alimentos para todos, en la actualidad, más de dos decenios después, la situación es peor.

Los importantes temas de la alimentación, la población y la pobreza son urgentes. Como se reconoció en un documento presentado en dicha cumbre, a menos que se resuelvan estos problemas, “puede resultar gravemente afectada la estabilidad política, económica y social de muchos países y regiones y quedar comprometida [...] incluso la paz mundial”. Un observador fue más claro: “Presenciaremos la destrucción de la civilización y de las culturas nacionales”.

Según el director general de la FAO, Jacques Diouf, “más de ochocientos millones de personas, entre ellas 200 millones de niños, no tienen el debido acceso a los alimentos”. Se calcula que para el año 2025 la población mundial habrá aumentado de los actuales 5.800 millones de personas a 8.300 millones, y que la mayor parte del aumento se habrá producido en los países en vías de desarrollo. Diouf se lamenta diciendo: “Es inaceptable la elevada cantidad total de hombres, mujeres y niños privados del derecho inalienable a la vida y la dignidad. Los clamores de los hambrientos van acompañados de la angustia silenciosa del suelo degradado, los bosques pelados y las zonas pesqueras cada vez más agotadas”.

¿Qué remedio se propone? Diouf señala que la solución estriba en tomar “medidas urgentes” para garantizar la “seguridad alimentaria” de los países con déficit de alimentación y suministrarles las destrezas, la inversión y la tecnología que necesitan para producir alimentos por sí mismos.

“¿Por qué no se logra la seguridad alimentaria?”

Según un documento publicado por la cumbre, “existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos a fin de llevar una vida activa y sana”.

La crisis de refugiados de Zaire fue un buen ejemplo de cómo se puede poner en peligro la seguridad alimentaria. Mientras un millón de refugiados ruandeses se morían de inanición, los organismos de la ONU tenían reservas de alimentos para ellos. Pero su transporte y distribución exigían permisos políticos y la cooperación de las autoridades locales, o de los jefes militares, si eran estos quienes controlaban los campos de refugiados. La crisis de Zaire muestra una vez más lo difícil que resulta a la comunidad internacional dar de comer a los hambrientos, aun cuando se disponga de los alimentos. Un observador indicó: “Para dar cualquier ayuda, primero hay que consultar a un sinnúmero de organizaciones y de entidades y ganarse su apoyo”.

Como se mencionó en un documento del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, la seguridad alimentaria puede verse seriamente afectada por varias causas fundamentales. Aparte de desastres naturales, estas incluyen guerras y conflictos civiles, políticas nacionales inapropiadas, investigación y técnicas inadecuadas, degradación ambiental, pobreza, crecimiento demográfico, desigualdad entre hombres y mujeres, y salud precaria.

No obstante, ha habido algunos progresos. Desde los años setenta, el aporte energético medio en la dieta, que sirve de indicador del consumo alimentario, ha aumentado de 2.140 a 2.520 calorías diarias por persona en las naciones en vías de desarrollo. Pero, según la FAO, en vista de que en el año 2030 la población habrá crecido en varios miles de millones de personas, “para al menos poder mantener los niveles de disponibilidad actuales, se necesitarían mayores logros en la producción de forma rápida y sostenible, para así poder aumentar las reservas más del 75 por ciento sin tener que degradar los recursos naturales de los que todos dependemos”. Así pues, las perspectivas de alimentar a las poblaciones hambrientas no son nada halagüeñas.

‘Necesitamos acción y no tantas cumbres’

Se lanzaron muchas críticas contra los procedimientos de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación y las promesas que realizó. Un representante latinoamericano dijo que era “una vergüenza” la “modestia” del compromiso para reducir el número de personas desnutridas a solo la mitad de la cantidad actual. Quince naciones manifestaron diferencias de interpretación respecto a las propuestas aprobadas por la cumbre. El diario italiano La Repubblica publicó que incluso para redactar una declaración y un plan de acción modestos, “se necesitaron dos años de confrontaciones y negociaciones. Cada palabra, cada coma se sopesó para que no volvieran a sangrar las heridas abiertas”.

Muchos de los que colaboraron en la redacción de los documentos de la cumbre quedaron insatisfechos con los resultados. Uno de ellos dijo: “Vemos con mucho escepticismo la posibilidad de que se materialicen las buenas propuestas presentadas”. Un punto que levantó polémica fue si debía considerarse el acceso al alimento “un derecho reconocido internacionalmente”, pues los derechos se pueden defender en los tribunales de justicia. Un canadiense explicó: “Los estados ricos temían que se les obligara a prestar ayuda; por eso insistieron en que se suavizara el texto de la declaración”.

Con relación a los debates interminables de las cumbres de la ONU, una ministra de un gobierno europeo dijo: “Como ya resolvimos tantos asuntos en la Conferencia de El Cairo [sobre población y desarrollo, celebrada en 1994], en todas las conferencias subsiguientes hemos acabado volviendo sobre lo mismo”. Su recomendación fue: “El punto prioritario de todas nuestras agendas debe ser la puesta en práctica de los planes de acción para el beneficio de nuestro prójimo, y no tantas cumbres”.

Los observadores también indicaron que la misma asistencia a la cumbre representó un gran gasto para algunas naciones que no pueden permitirse ese lujo. Una nación africana pequeña envió catorce delegados y dos ministros, todos los cuales permanecieron en Roma más de dos semanas. El rotativo italiano Corriere della Sera mencionó que la esposa de un presidente africano, en cuyo país la renta per cápita anual no sobrepasa los 3.300 dólares, se fue de compras a la zona comercial más elegante del centro de Roma y gastó nada menos que 23.000 dólares.

¿Hay razones para creer que el Plan de Acción adoptado por la cumbre tendrá éxito? Un periodista responde: “Lo único que cabe esperar por ahora es que los gobiernos le den la debida importancia y tomen medidas para que se lleven a cabo sus recomendaciones. ¿Lo harán? [...] La historia no ofrece muchas razones para ser optimistas”. El mismo comentarista señaló el hecho desalentador de que, a pesar de que en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992 las naciones accedieron a recaudar fondos que ascendieran a un 0,7% de su producto nacional bruto a fin de fomentar el desarrollo, “solo un puñado de países han alcanzado ese objetivo al que no se habían comprometido legalmente”.

¿Quién alimentará a los hambrientos?

La historia ha demostrado sobradamente que, pese a las buenas intenciones de la humanidad, “al hombre terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jeremías 10:23.) Así que es poco probable que algún día podamos por nosotros mismos suministrar suficientes alimentos para todos. La avaricia, la mala administración y el egoísmo han llevado a la humanidad al precipicio. Diouf, el director general de la FAO, dijo: “Lo que se necesita, en resumidas cuentas, es la transformación de los corazones, las mentes y las voluntades”.

Solo el Reino de Dios puede lograr ese cambio. De hecho, hace siglos Jehová profetizó respecto a su pueblo: “Pondré mi ley dentro de ellos, y en su corazón la escribiré. Y ciertamente llegaré a ser su Dios, y ellos mismos llegarán a ser mi pueblo”. (Jeremías 31:33.)

Cuando Jehová Dios preparó el hogar jardín original de la humanidad, proporcionó al hombre para su alimentación “toda vegetación que da semilla que está sobre la superficie de toda la tierra y todo árbol en el cual hay fruto de árbol que da semilla”. (Génesis 1:29.) Tales provisiones eran abundantes, nutritivas y fácilmente obtenibles. Con ellas se podían satisfacer las necesidades alimentarias de todo ser humano.

El propósito de Dios no ha cambiado. (Isaías 55:10, 11.) Hace mucho tiempo aseguró que solo él, mediante su Reino en manos de Cristo, satisfará todas las necesidades de la humanidad, cuando abastezca a todos de alimentos, erradique la pobreza, controle los desastres naturales y elimine los conflictos. (Salmo 46:8, 9; Isaías 11:9; compárese con Marcos 4:37-41; 6:37-44.) En aquel tiempo, “la tierra misma ciertamente dará su producto; Dios, nuestro Dios, nos bendecirá”. “Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia.” (Salmo 67:6; 72:16.)

[Reconocimiento de la página 12]

Dorothea Lange, FSA Collection, Library of Congress

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