Una avalancha de información
EL SIGLO XX ha sido testigo de una avalancha de información sin precedentes. Bien sea a través de la página impresa, la radio, la televisión, Internet o algún otro medio, lo cierto es que el mundo se encuentra saturado de información. En su libro Data Smog—Surviving the Information Glut (La niebla tóxica de datos. Cómo sobrevivir al exceso de información), David Shenk escribe: “La avalancha de información se ha convertido en una verdadera amenaza. [...] Ahora nos encaramos al riesgo de la obesidad de información”.
Veamos el caso de un periódico conocido, por citar un ejemplo. Se dice que una edición normal de un día de semana de The New York Times contiene más información que la que oyó en toda su vida la persona de término medio de la Inglaterra del siglo XVII. Además del periódico diario, la avalancha actual de información se ve incrementada por una multitud de revistas y libros de todo tipo sobre una gran variedad de temas. Cada año se publican decenas de miles de libros. Y dado que la información científica se duplica cada seis años, no es de extrañar que la cantidad mundial de tan solo publicaciones técnicas ascienda a más de cien mil. Por si fuera poco, Internet pone al alcance de sus usuarios inmensas bibliotecas de información.
¿Y las revistas? El mundo está inundado de revistas comerciales, revistas para la mujer, revistas para los adolescentes, revistas sobre deportes y ocio —de hecho, revistas sobre casi cualquier tema e interés humano—, y todas claman por nuestra atención. ¿Qué puede decirse del publicista, el “pregonero de nimiedades”, según algunos lo han descrito? En su libro Information Anxiety (Ansiedad de información), el autor Richard S. Wurman señala: “Las agencias publicitarias han declarado la guerra a nuestros sentidos con un aluvión de anuncios que hay que mirar, oír, oler y tocar”. Insisten en que para no ser menos que el vecino, uno necesita el producto más novedoso, el que tenga mejores prestaciones.
El doctor australiano Hugh MacKay, psicólogo e investigador social, dijo que ‘el mundo se siente abrumado por la información y a la gente se la invita a introducirse en el carril de adelantamiento de la superautopista de la información’. En opinión del doctor MacKay, el problema es que la explosión de programas de noticias y de actualidades en la radio y la televisión, junto con el gran aumento que ha habido en redes computarizadas de información, ha creado un mundo en el que la información que la gente recibe de los medios de comunicación tan solo es una representación parcial de los hechos y acontecimientos, no el cuadro completo.
¿Qué es información?
La palabra radical latina informare transmite la idea de dar forma a algo, tal como el alfarero da forma a la arcilla. De ahí que algunas definiciones de informar den el sentido de “moldear la mente” o “dar forma o instruir la mente”. La mayoría de los lectores recordarán bien cuando, no hace tanto tiempo, la información consistía tan solo en una lista de hechos o datos que nos aportaban detalles como quién, dónde, qué, cuándo o cómo. No había ningún vocabulario ni jerga especial de la información. Todo lo que teníamos que hacer era pedirla o buscarla nosotros mismos.
Pero llegó la década de los noventa, y con ella tantos términos nuevos relacionados con la información, que por sí solos ya producen confusión. Si bien algunas de estas palabras o expresiones son relativamente fáciles de comprender o deducir, como “infomanía”, “tecnofilia” y “era de la información”, otras resultan bastante complicadas. El mundo de hoy está siendo arrastrado por la infomanía: la creencia de que quien posee más información tiene ventaja sobre los que no pueden acceder a ella con tanta facilidad, y de que la información ya no es un medio para alcanzar un fin, sino un fin en sí mismo.
Esta manía está fomentada por un aluvión de sistemas de telecomunicación, como el fax, el teléfono móvil (celular) y la computadora personal, a la que algunos consideran el símbolo y la mascota de la era de la información. Cierto, la comodidad, velocidad y capacidad de las computadoras ha permitido acceder a más información que nunca antes; y tanto es así que Nicholas Negroponte, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, dice: “La informática ya no tiene que ver con las computadoras. Tiene que ver con la vida”. Eso explica por qué la información y los medios técnicos que la transmiten han llegado a valorarse excesivamente, en algunos casos hasta a reverenciarse, y cuentan con una multitud de incondicionales en todas partes del mundo. Los programas televisivos de noticias y de actualidades son considerados como el evangelio, y los de entrevistas divulgan montones de trivialidades que el público en general se traga crédulamente y sin cuestionar.
Hoy día muchas personas padecen algún tipo de “ansiedad de información”, y es porque la era de la información ha cambiado nuestra forma de vivir y trabajar. ¿Qué es exactamente la ansiedad de información? ¿Cómo saber si la padecemos o no? ¿Hay algo que podamos hacer al respecto?
[Reconocimiento de la página 3]
Globo terráqueo de las páginas 3, 5 y 10: Mountain High Maps® Copyright © 1997 Digital Wisdom, Inc.