La lucha contra el delito es una batalla perdida
“SI TODO el mundo estuviera dispuesto a poner de su parte, se controlaría el delito de la noche a la mañana”, dijo un ex jefe de la policía londinense, según el periódico inglés Liverpool Daily Post. Está claro que si todo el mundo obedeciese la ley, dejaría de haber delito.
Pero lo cierto es que la delincuencia aumenta en casi todas partes. Las siguientes palabras, pronunciadas hace miles de años, se pueden aplicar a nuestros tiempos: “La tierra llegó a estar arruinada a la vista del Dios verdadero, y la tierra se llenó de violencia” (Génesis 6:11). (Véase el recuadro de la página contigua.)
La delincuencia empieza con cosas pequeñas
Infringir la ley en cosas pequeñas puede condicionar a una persona para que la infrinja en cosas mayores. A fin de inculcar este hecho en sus alumnos, una maestra decía: “Los ladrones de bancos empiezan hurtando lápices en la escuela”.
¿Qué suele suceder posteriormente en los lugares de empleo? Los empleados no acuden al trabajo porque dicen estar enfermos, y luego aceptan subsidios que no les corresponden. Esta práctica fraudulenta es más común de lo que pudiera parecer. En Alemania, por ejemplo, el 6% de los días de baja por enfermedad solicitados por los trabajadores caen en miércoles, el 10% en martes y el 16% en jueves, pero nada menos que el 31% de esos días caen en lunes, y un porcentaje aún más elevado, el 37%, en viernes. ¿De veras se enferma más la gente en lunes y en viernes, o se trata simplemente de otra forma de robo?
¿Quiénes son los delincuentes?
Es evidente que los delitos cometidos por los ciudadanos comunes no suelen tener las mismas repercusiones que los de las personas que están en el poder. A principios de los años setenta, Estados Unidos fue sacudido por un delito político de tal gravedad que el nombre conectado con ese caso hasta llegó a incorporarse al idioma inglés.
La obra Barnhart Dictionary of New English define Watergate como “escándalo, especialmente el relacionado con tratar de ocultar información comprometedora o actividades ilegales”.a Y luego añade: “El caso Watergate dejó una profunda huella en la lengua de los años setenta. Basándose en ese término se acuñaron varias palabras, y la desinencia -gate se usó para denotar escándalo o corrupción”.
Desde entonces se han producido muchísimos escándalos de ese tipo, lo cual es prueba de que el delito se ha generalizado, incluso entre aquellos que deberían ser ejemplos en respetar y defender la ley. En Japón, la corrupción política se hizo tan común que a principios de los años noventa hubo que promulgar nuevas leyes para combatirla. En 1992, el presidente de Brasil fue acusado de corrupción y se vio obligado a dimitir.
¿No es obvio que la mala conducta de quienes tienen autoridad, entre ellos los padres, los maestros y los policías, contribuye a la delincuencia de las masas?
Las buenas intenciones no bastan
Casi todo el mundo reconoce que los gobiernos quieren erradicar el delito. No obstante, un funcionario retirado comentó lo siguiente acerca de su país: “El gobierno ha hecho muy poco para que la maquinaria de la justicia funcione con rapidez y eficiencia. Como no hay suficientes jueces, los pocos que tenemos se encuentran agotados. Las fuerzas del orden público están escasas de personal y mal equipadas. Los policías a veces no reciben su sueldo el día que les corresponde, y por ello se sienten tentados a aceptar sobornos”.
La revista italiana La Civiltà Cattolica se lamenta de “la impotencia del Estado frente al crimen organizado”, y añade: “Se reconoce el empeño de las fuerzas del orden y el poder judicial por combatir la criminalidad, pero es evidente que el crimen organizado no se siente afectado en lo más mínimo; al contrario, su fuerza y poder aumentan”.
Es obvio que las buenas intenciones de los gobiernos por combatir la delincuencia no bastan. Anita Gradin, comisaria europea para asuntos de inmigración y judiciales, dijo con razón: “Necesitamos métodos de trabajo mejores y más eficaces para actuar conjuntamente en la lucha contra el contrabando y el tráfico de drogas, la introducción ilegal en un país de gente de otra nación y la inmigración ilegal, el crimen organizado, el fraude y la corrupción”.
¿Cuánto empeño ponen las fuerzas del orden?
Hay quienes se preguntan hasta dónde llega el empeño de las autoridades por combatir la criminalidad. Un ex inspector general de policía dice que toda persona “condena la corrupción y los delitos económicos”, por lo menos públicamente. Sin embargo, añade que en general no existe en todos un verdadero deseo de erradicar el delito y la corrupción. Un número creciente de personas, incluidos los policías, por lo visto consideran el soborno, el fraude y el robo como medios aceptables de prosperar.
En opinión de un funcionario de aduanas, el hecho de que muchos de los “que cometen delitos queden impunes” es sin duda una de las razones por las que aumenta el delito. Por ejemplo, una publicación rusa habla de “la facilidad con que los delincuentes quedan sin castigo”, lo que, según esta misma añade, “parece motivar a los ciudadanos comunes a cometer los crímenes más brutales”. Esto es precisamente lo que dijo uno de los escritores de la Biblia hace unos tres mil años: “Por cuanto la sentencia contra una obra mala no se ha ejecutado velozmente, por eso el corazón de los hijos de los hombres ha quedado plenamente resuelto en ellos a hacer lo malo” (Eclesiastés 8:11).
No es ninguna exageración decir que la lucha de los gobiernos contra el delito es una batalla perdida. El periódico alemán Rheinischer Merkur comenta: “El temor público al aumento de la criminalidad y la violencia está muy arraigado, y ni las discusiones habituales de los partidos políticos ni las estadísticas que indican que la situación no es tan mala como parece pueden mitigarlo”.
En lugar de que la situación delictiva no sea tan mala como parece, todo apunta a que es más bien lo contrario. Sin embargo, hay razones para ser optimistas. Cada vez está más cerca un mundo sin delito, y usted puede vivir para verlo. El siguiente artículo explica por qué decimos esto.
[Nota]
a El caso Watergate recibió ese nombre porque el allanamiento ilegal llevado a cabo en un edificio llamado así fue lo que sacó a la luz pública la situación. El escándalo acabó desembocando en la dimisión del presidente estadounidense Richard Nixon y el encarcelamiento de varios de sus principales asesores.
[Comentario de la página 6]
Muchos consideran el delito como un medio aceptable de prosperar
[Recuadro de la página 5]
Una Tierra llena de violencia
ALEMANIA: “La brecha entre la disposición a recurrir a la violencia y la ocasión que induce a uno a hacerlo es cada vez menor. Por eso, no es de extrañar que la violencia se haya convertido en un asunto cotidiano.” (Rheinischer Merkur.)
BRASIL: “En respuesta a la creciente oleada de violencia, centenares de miles de personas llenaron las calles del centro [de Río de Janeiro] para manifestar su temor e ira por la criminalidad, que ha tomado cautiva a su ciudad.” (International Herald Tribune.)
CHINA: “Los gángsteres están reapareciendo en China, y los crímenes parecen estar fuera de control. [...] Los expertos chinos dicen que las bandas y las ‘sociedades secretas’ están aumentando más deprisa de lo que la policía puede contar.” (The New York Times.)
ESTADOS UNIDOS: “Estados Unidos es la nación más violenta del mundo industrializado. [...] Ningún otro país industrializado se le acerca.” (Time.)
FILIPINAS: “Seis de cada diez familias de las Filipinas dicen que no se sienten seguras ni en su casa ni en la calle.” (Asiaweek.)
GRAN BRETAÑA: “El nivel de violencia ha subido, y siguen aumentando las probabilidades de que el delincuente utilice la violencia como primer recurso.” (The Independent.)
IRLANDA: “En el centro de Dublín y los barrios periféricos más pobres del oeste de la ciudad se han afincado grupos mafiosos. Las bandas están cada vez mejor armadas.” (The Economist.)
MÉXICO: “El delito ha aumentado tan deprisa en tan poco tiempo que la situación es alarmante.” (The Wall Street Journal.)
NIGERIA: “Según el señor Frank Odita, portavoz de la policía, el núcleo familiar, las iglesias, las mezquitas, las escuelas y los clubes no han cumplido su deber de impedir que los jóvenes se hagan delincuentes.” (Daily Champion.)
RUSIA: “Las bandas mafiosas han transformado una ciudad que en la época soviética era una de las más seguras del mundo, en un verdadero centro de criminalidad. [...] ‘En mis diecisiete años de patrulla —dice Gennadi Groshikov, teniente de la policía—, jamás he visto tanto delito en Moscú, ni nada tan atroz.’” (Time.)
SUDÁFRICA: “La violencia desenfrenada y prácticamente incontrolada está amenazando a cada uno de nosotros y todo lo que hacemos. Hay que tomar medidas radicales.” (The Star.)
TAIWAN: “En Taiwan [...,] un número cada vez mayor de robos, agresiones y asesinatos se ha introducido poco a poco en la sociedad [...]. De hecho, los índices de criminalidad aumentan gradualmente y en algunos casos sobrepasan los de los países occidentales.” (The New York Times.)