BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g98 8/10 págs. 26-27
  • Dos facetas de una catástrofe

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Dos facetas de una catástrofe
  • ¡Despertad! 1998
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • El pueblo de Jehová responde
  • Algunos resultados positivos
  • Lo que el huracán ‘Andrés’ no pudo destruir
    ¡Despertad! 1993
  • Actos de bondad suavizan los efectos del huracán Gilbert
    ¡Despertad! 1989
  • El huracán Fifi devasta a Honduras
    ¡Despertad! 1975
  • El huracán David... en alas del viento vino el mal
    ¡Despertad! 1980
Ver más
¡Despertad! 1998
g98 8/10 págs. 26-27

Dos facetas de una catástrofe

De nuestro corresponsal en México

GODOFREDO y Gisela, un matrimonio de testigos de Jehová, estaban con sus hijos pequeños dentro de su casa de cartón alquitranado cuando el huracán Paulina azotó la costa de Oaxaca (México). El viento fue arrancando los paneles de la vivienda uno por uno hasta que finalmente, cuando solo se mantenía en pie parte de la armazón, la familia quedó totalmente desprotegida.

Con el bebé de ocho meses en brazos de Gisela, y los otros tres niños agarrados a ella y a Godofredo, la pareja luchó contra los potentes vientos por más de dos horas. A veces, la fuerza del huracán los derribaba y los hacía rodar por el suelo. Pero al final todos sobrevivieron.

En Acapulco, una testigo de Jehová llamada Nelly se dio cuenta de que la casa se estaba inundando y despertó a su familia. El nivel del agua subió con tal rapidez que la fuerza de la corriente arrastró a Nelly bajo el agua, pero su hija logró levantarla. La familia se agarró a las rejas de la ventana y, sin poder hacer nada, vio que el agua subía hasta llegarles al cuello. Entonces oyeron la voz de un hombre que les llamaba. Era su vecino, quien les ayudó a salir y los llevó a su domicilio. Desde allí vieron horrorizados que un automóvil se estrellaba contra la casa de la que habían salido minutos antes, y la derrumbaba.

En la tarde del miércoles 8 de octubre de 1997, el huracán Paulina azotó la costa del estado de Oaxaca con vientos de 200 kilómetros por hora. El jueves 9 de octubre, a primeras horas de la mañana, el huracán desoló el estado de Guerrero, particularmente la ciudad de Acapulco, al provocar olas de 10 metros de altura e inundaciones que arrastraron casas, automóviles, animales y personas. Para cuando la tormenta tropical terminó de pasar, las calles habían quedado convertidas en torrenteras de 10 metros de profundidad. Según el periódico The News, la Cruz Roja Mexicana calculó un saldo total de por lo menos cuatrocientos muertos y entre veinte mil y veinticinco mil personas sin hogar en los dos estados. Sin embargo, en medio de la tragedia, hubo conmovedoras muestras de amor cristiano.

El pueblo de Jehová responde

Tan pronto como se hicieron públicas las noticias del huracán Paulina, la sucursal de los testigos de Jehová de México empezó a recibir llamadas telefónicas de Testigos de todo el país que querían saber lo que podían hacer para ayudar. También se ofreció ayuda desde el extranjero. Enseguida se formó un comité de socorro, y se distribuyeron toneladas de alimento, ropa y otros artículos.

Se compraron asimismo materiales de construcción y se comenzaron a reparar de inmediato las 360 casas y Salones del Reino que habían sufrido daños o quedado inutilizables. Miles de hermanos y hermanas cristianos donaron, clasificaron, empaquetaron, transportaron y entregaron suministros de socorro o participaron en los trabajos de reparación.

Algunos tenderos quedaron tan impresionados con la actividad de los Testigos, que generosamente les donaron alimentos, materiales de construcción y otros artículos. Otros les vendieron sus productos a un precio reducido. A los Testigos damnificados les conmovió profundamente el amor que les demostraron, y en especial el que percibían al leer las cartas que acompañaban a las provisiones.

Lamentablemente, José Faustino —Testigo de 18 años— y tres personas que estudiaban la Biblia con los Testigos perdieron la vida en el huracán. Sus familiares, particularmente los padres de José, han agradecido las oraciones a favor de ellos y el ánimo que han recibido de la congregación.

Algunos resultados positivos

Después del huracán Paulina, muchas personas, entre ellas familiares no creyentes de los Testigos, solicitaron estudiar la Biblia, y gran cantidad de vecinos manifestaron una mejor disposición a escuchar el mensaje de esperanza de los Testigos. Estos participaron también en la distribución de alimentos al público en general. Es digno de mención que cuando cierto hermano preguntó a un señor por qué había escogido a los testigos de Jehová para distribuir el alimento donado por su empresa, este le respondió: “Porque sé que ustedes son organizados y honrados. Además, saben bien quiénes son los que más necesitan esta ayuda, pues conocen a las personas de su territorio”.

A medida que se acerca el fin y se producen más y más desastres en el mundo, siempre anima ver que los principios bíblicos se ponen en práctica, aun frente a la adversidad.

[Ilustración de la página 26]

Jóvenes que colaboran en la reconstrucción

[Ilustración de la página 27]

Testigos construyendo un nuevo Salón del Reino en Oaxaca después del huracán Paulina

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir