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¡Despertad! 1998
g98 8/12 págs. 15-17

“Usted puede dejar de fumar; nosotros lo hicimos”

De nuestro corresponsal en Japón

Según cuentan, los barcos europeos que atracaron en Japón a finales del siglo XVI llevaban visitantes que fumaban tabaco y que daban la impresión de “hacer fuego en el estómago”. El asombro se convirtió en curiosidad, de modo que para los años ochenta del siglo XIX el hábito de fumar había echado raíces en Japón. ¿Quién hubiera pensado que los descendientes de aquellos nipones sorprendidos se contarían hoy entre los fumadores más empedernidos del mundo?

“QUERÍAMOS sentirnos como adultos y experimentar sus emociones.”—Akio, Osamu y Yoko.

“Quería adelgazar.”—Tsuya.

“Fue por curiosidad.”—Toshihiro.

“No pensábamos que nos perjudicaría.”—Ryohei, Junichi y Yasuhiko.

“Quería contrarrestar las náuseas matinales de mi segundo embarazo.”—Chieko.

“Lo hacía para disimular las situaciones embarazosas en las reuniones de negocios.”—Tatsuhiko.

Tales fueron las razones que dio un grupo de personas cuando se les preguntó por qué empezaron a fumar. Sus explicaciones son bastante comprensibles si se tiene en cuenta que algunos llaman a Japón el paraíso de los fumadores. No obstante, es admirable que todas las personas citadas abandonaron el hábito de fumar, lo que constituye una verdadera hazaña en vista de los obstáculos que supone su entorno. ¿Se pregunta cómo lo lograron? Examinemos primero hasta qué punto está hoy extendido el uso del tabaco en Japón.

Los fumadores en la actualidad

Aproximadamente el 56% de los hombres japoneses fuma, en comparación con apenas el 28% de los estadounidenses de 15 años en adelante. En Japón hay 34.000.000 de fumadores, cifra que incluye el 22% de las mujeres, muchas de ellas jóvenes. El ejemplo de los adultos y la publicidad ingeniosa han contribuido grandemente al rápido aumento de los fumadores juveniles. La publicidad tabacalera, prohibida en Estados Unidos desde hace más de dos décadas, también lo está ahora en Japón.

Además, los cigarrillos son fáciles de conseguir en las numerosas máquinas expendedoras situadas en las esquinas. Una vez que tienen la cajetilla en la mano, no muchos hacen caso de sus mensajes impresos poco convincentes y hechos a la ligera. Tal vez solo digan: “No fume demasiado; puede perjudicarle la salud”. Aparte del desconocimiento general de los graves peligros que encierra el tabaco, el mal ejemplo que dan muchos personajes famosos también induce a los japoneses a fumar, arrullados por una falsa sensación de seguridad.

No sorprende que quienes luchan contra el uso del tabaco deploren la pasividad de las autoridades japonesas en conseguir que más ciudadanos dejen de fumar. Pero los educadores han empezado a ver la importancia de advertir a la gente que el cigarrillo es una amenaza para la salud y la vida. Los fumadores japoneses presentan los mismos síntomas que aquejan a los de otros lugares: náuseas, falta de aliento, tos persistente, dolores estomacales, pérdida del apetito, propensión a los resfriados y, tal vez, muerte prematura debido al cáncer pulmonar, una enfermedad cardíaca u otras afecciones.

El 1 de abril de 1985 se privatizó la industria tabacalera nipona, poniendo fin a varias décadas de monopolio estatal. Sin embargo, todavía mantiene estrechos lazos con el gobierno, lo que impide lograr verdaderos progresos en la lucha contra el hábito de fumar. De ahí que las asociaciones antitabaco consideren a Japón como un refugio para los fumadores. También explica por qué el diario The Daily Yomiuri informó que los médicos del país lamentan que Japón sea “una sociedad que incita a fumar”.

Entérese de cómo algunas personas han vencido su adicción leyendo el recuadro “Cómo dejamos de fumar”.

Cómo dejar de fumar

Los consejos de los que una vez fueron aficionados al tabaco, como los que se citan en el recuadro, coinciden en una cosa: Se necesita una razón sólida para dejar de fumar. El mejor motivo es el amor a Dios y el deseo de agradarle. Otro buen motivo es el amor al prójimo. Póngase una meta y cúmplala. Cuente a los demás que está dejando de fumar: dígaselo a sus amigos y pida a sus familiares que lo ayuden. Pare de una sola vez, y haga todo lo posible por evitar los sitios donde se fuma.

Si estudia la Biblia, amplíe sus tratos con los testigos de Jehová. En su compañía, pronto perderá el deseo de fumar. Por otro lado, si usted es un testigo de Jehová que da estudios de la Biblia a alguien que fuma, no se rinda. Ayúdelo a amar más a Jehová que a su mal hábito.

[Ilustraciones y recuadro de las páginas 16 y 17]

“Cómo dejamos de fumar”

Mieko: “Cuando comencé a estudiar la Biblia con los testigos de Jehová, estaba segura de que no podría dejar de fumar. Estudiaba porque deseaba que por lo menos mis hijos conocieran la senda a la vida. Pero pronto me di cuenta de que los padres deben dar el ejemplo, así que oré fervorosamente a Jehová para que me ayudara. Me costó mucho poner por obra lo que pedía en las oraciones, y por un buen tiempo me sentí muy mal. Pero nunca olvidaré la agradable sensación de tener una conciencia limpia que experimenté cuando por fin me libré de ese vicio inmundo”.

Masayuki: “Fumaba tres cajetillas diarias, y vez tras vez sufría recaídas en mis intentos por dejar el hábito, pero por fin apagué mi último cigarrillo y le dije adiós al tabaco. Mi familia, mis compañeros Testigos y Jehová Dios me ayudaron. En el banco donde trabajaba nadie creyó que había dejado de fumar. Sugerí que los oficinistas no fumaran en los lugares de atención al público, como un gesto de cortesía para con los clientes. Aunque el 80% de los empleados fumaba, se puso en práctica mi sugerencia, y ya se ha extendido a 260 sucursales de la institución”.

Osamu: “Al aprender la verdad de la Palabra de Dios, la Biblia, supe que debía dejar de fumar. Casi me tomó un año. Aun después de dejarlo, tuve que luchar durante seis meses contra el deseo de volver a hacerlo. En mi interior sabía que tenía que resolverme a dejarlo”.

Toshihiro: “El sacrificio de rescate de Jesús me impresionó tanto que pensé que lo menos que podía hacer era dejar de fumar”.

Yasuhiko: “Mi decisión de obedecer a Jehová Dios y dejar de fumar me salvó la vida. Cierto día, la habitación en la que trabajaba se llenó de gas propano debido a un escape. Normalmente habría encendido un cigarrillo, lo que hubiera causado una explosión. Pero como había dejado de fumar unos días antes, hoy estoy vivo para contarlo”.

Akio: “Cuando empecé a sentir náuseas ocasionales, sospeché que el cigarrillo me estaba haciendo daño, pero no lo dejé. La primera información objetiva que leí sobre los peligros de fumar me la dio mi esposa, que se había hecho testigo de Jehová. Pronto me puse a estudiar la Biblia, y mediante las publicaciones de la Watch Tower aprendí que el fumador no solo se perjudica a sí mismo, sino también a su familia. Enseguida abandoné el cigarrillo”.

Ryohei: “Mi esposa solía comprarme los cigarrillos, hasta veinte cajetillas de una vez. Pero tras estudiar la Biblia con los Testigos, se negó a comprar algo que sabía que me haría daño. Por eso abrí mi propia tienda de cigarrillos. Fumaba tres cajetillas y media por día. Entonces comencé a estudiar la Biblia con los Testigos. Pronto tuve el deseo de ser un orador eficaz de temas bíblicos. Para obtener la preparación necesaria tenía que inscribirme en la Escuela del Ministerio Teocrático, de modo que dejé de fumar para reunir los requisitos”.

Junichi: “Mi pequeña hija, que es Testigo, se preocupaba por mi vida. Tuve que prometerle que dejaría de fumar, y lo hice”.

Tsuya: “La primera vez que entré en un Salón del Reino pedí un cenicero y un fósforo. Para mi sorpresa, me dijeron que allí nadie fumaba. Me di cuenta de que tenía que dejar el hábito. Pasé ocho días horribles en un hospital para abandonar la adicción, y supe que no quería volver a pasar nunca por esa agonía”.

Yoko: “Analicé el tema mediante las revistas y otras publicaciones de los testigos de Jehová, las cuales me recordaron que Jesús rechazó las drogas que le ofrecieron cuando estaban por clavarlo en el madero de tormento. Oré a Jehová Dios y le dije que deseaba ser una alabadora limpia de su nombre. Después de eso, nunca volví a fumar. Cuando otras personas fumaban en mi presencia, me daban ganas de inhalar el humo, pero me alejaba rápidamente para no volver a caer en el hábito”.

Todos estos ex fumadores están decididos a no volver a fumar nunca. ¿Es usted un fumador que desea librarse del hábito?

[Ilustraciones]

Mieko

Osamu

Yasuhiko

Akio y su esposa, Sachiko

Junichi y su hija Meri

Yoko

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