La fascinación por los ángeles
“‘Todos’ tenemos ángeles que nos guían, que nos guardan [...]. Si los dejamos tranquilos y acudimos ante ellos como niños, llenos de confianza, amor y humilde gratitud, derramarán sobre nosotros sus bendiciones como un torrente. Juegan con nosotros. Nos cuidan. Nos curan, nos acarician, nos confortan con cálidas manos invisibles y siempre tratan de darnos lo que queremos.” (Del libro Angel Letters [Cartas sobre ángeles].)
INNEGABLEMENTE, esta popular concepción de los ángeles tiene su atractivo. Según enseña la llamada “nueva espiritualidad”, cada persona tiene asignado al menos un ángel, cuya misión es consolarla y ampararla. Dicen que es poderoso y cariñoso; que nunca nos pide obediencia ni adoración, ni tampoco nos juzga ni censura, y que siempre está a nuestro lado velando por nuestra dicha y ansioso de colmar nuestros deseos. Muchas personas aceptan sinceramente estas creencias.
Es patente, sin embargo, que la creencia en estas criaturas no es ninguna novedad, ya que desde la antigüedad ocupan un lugar destacado en las religiones. Así lo atestigua el arte: el tabernáculo y el templo del antiguo Israel se decoraron con imágenes de querubines (una categoría angélica); las iglesias y catedrales de toda la cristiandad se ornamentaron con ángeles, y los museos exhiben multitud de cuadros y esculturas de estos seres.
Fama angélica
Pero últimamente los ángeles han cobrado gran auge en diversos países. En el cine suelen aparecer como seres humanos que vuelven del más allá para realizar buenas acciones. En una película ayudan a un equipo de béisbol en declive, y en otra, un joven venga la muerte de su novia, ayudado por su ángel custodio. Igualmente, el tema del ángel auxiliador es el eje de una conocida teleserie estadounidense.
Abundan asimismo las canciones alusivas a estos seres. En los últimos decenios se mencionó un ángel en 1 de cada 10 temas musicales de moda en Estados Unidos. Este país albergaba a mediados de los años noventa más de ciento veinte tiendas especializadas en ángeles, representados en figurillas, colgantes, papel de escritorio y hasta sonajeros. Hay también seminarios y boletines que dicen explicar el modo de contactar con estos seres celestiales, así como revistas, periódicos y programas de entrevistas que refieren encuentros con ellos.
Centenares de libros
En materia de libros, una gran tienda neoyorquina ofrece más de quinientos títulos al respecto, en particular sobre el tema del ángel guardián, con el que —según prometen enseñar al lector— puede establecerse una relación: aprender su nombre, hablar con él e implorarle ayuda. También contienen muchas historias de ángeles que se presentan en momentos de necesidad, evitan atropellos de peatones, curan enfermedades mortíferas, confortan a los abatidos y protegen a los combatientes, servicios todos ellos que brindan “sin pedir muestra alguna de arrepentimiento, conversión o adhesión ideológica”. Además, tales “encuentros” rara vez motivan cambios en el estilo de vida del beneficiario. Por lo general, quienes ofrecen estos testimonios solo experimentan una sensación de bienestar.
En tiempos de tensión y crisis, tales relatos parecen sumamente alentadores. Pero ¿son fidedignos? ¿Acaso importa si lo son?
[Comentario de la página 4]
Muchos creen haber tenido encuentros directos con ángeles