BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • ad págs. 154-161
  • Asiria

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Asiria
  • Ayuda para entender la Biblia
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • MILITARISMO
  • RELIGIÓN ASIRIA
  • CULTURA, LITERATURA Y LEYES
  • HISTORIA BÍBLICA Y SEGLAR
  • Asurnasirpal y Salmanasar III
  • La misión de Jonás en Asiria
  • Tiglat-piléser III
  • Salmanasar V
  • Sargón II
  • Senaquerib
  • Esar-hadón
  • Asurbanipal y la caída del imperio
  • ASIRIA EN LA PROFECÍA
  • Asiria
    Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1
  • La cruel Asiria... la segunda gran potencia mundial
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1988
  • Un libro digno de confianza. Segunda parte
    ¡Despertad! 2010
  • Tiglat-piléser III
    Ayuda para entender la Biblia
Ver más
Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 154-161

ASIRIA

País de la antigüedad que ocupaba el extremo septentrional de la llanura mesopotámica o de lo que hoy es Iraq. Se hallaba principalmente comprendido en el triángulo formado por los ríos Tigris y Pequeño Zab, que constituían su límite occidental y meridional respectivamente, mientras que al norte limitaba con las montañas de la antigua Armenia, y al este, con los montes Zagros y la tierra de Media. Sin embargo, hay que destacar que estos límites eran bastante variables: cuando el poder de Babilonia se debilitaba, las fronteras de Asiria se extendían hacia el sur del río Pequeño Zab, y retrocedían cuando la fortuna política de Asiria decaía y ascendía la de Babilonia. Los otros límites también fluctuaron, en especial el del río Tigris, ya que desde una época temprana Asiria extendió su influencia al oeste de ese río. Más tarde, el imperio asirio llegó a alcanzar una extensión mucho mayor.

Asiria y Babilonia mantuvieron una estrecha relación a lo largo de su historia. Eran estados vecinos que ocupaban una misma región sin que hubiera ninguna división natural que sirviera de frontera entre sus territorios. Sin embargo, la región de Asiria propiamente dicha era mayormente una zona de tierras altas, con un terreno accidentado y un clima más fresco y sano que el de Babilonia. Parece que sus habitantes eran más enérgicos y agresivos que los babilonios. En algunos relieves tallados se les representa con una constitución fuerte, tez oscura, barba y cejas abundantes y nariz prominente.

Se cree que Asur, la única ciudad de Asiria situada al oeste del río Tigris, fue la primera capital de aquella región. Con el tiempo, aunque a veces los monarcas asirios usaron Cala y Jorsabad como ciudades capitales, Nínive llegó a ser su capital más importante. A lo largo de la parte septentrional de Asiria corría una ruta comercial hacia el Mediterráneo y Asia Menor con bifurcaciones hacia Armenia y la región del lago Urmia. Gran parte de las guerras de Asiria tenían como propósito conseguir o mantener el control de esas rutas comerciales.

MILITARISMO

Asiria era básicamente una potencia militar y en el cuadro histórico que ha quedado de sus hazañas se observa una gran crueldad y rapacería. Uno de sus monarcas guerreros, Asurnasirpal, describe de la siguiente manera el castigo que le infligió a una ciudad que se había rebelado:

“Edifiqué una columna cerca de la puerta de su ciudad y desollé a todos los principales que se habían sublevado, y cubrí la columna con su piel. A algunos los emparedé dentro de la columna, a algunos los colgué en maderos de la columna [...]. Y desmembré a los oficiales, a los oficiales reales que se habían rebelado [...].

”A muchos cautivos de entre ellos los quemé con fuego, y a otros muchos los tomé vivos. A algunos les amputé la nariz, las orejas y los dedos, a muchos les quité los ojos. Hice un montón de los vivos y otro de las cabezas, y até sus cabezas a troncos de árboles alrededor de la ciudad. Quemé en el fuego a sus jóvenes y a sus vírgenes.

”Capturé vivos a veinte hombres y los emparedé en el muro de su palacio [...].

”Al resto de sus guerreros los consumí de sed en el desierto del Éufrates [...].”

En muchos relieves se representa a sus cautivos tirados por cuerdas en cuyos extremos había garfios que les traspasaban la nariz o los labios, o sacándoles los ojos con la punta de una lanza. La tortura sádica era un rasgo frecuente de las guerras asirias, rasgo del que se jactaban desvergonzadamente y que registraban con sumo cuidado. El que otros pueblos supieran de su crueldad sin duda les sirvió de ventaja militar, pues aterrorizaba a los que estaban en su línea de ataque y desmoronaba su resistencia. El profeta Nahúm describió aptamente a Asiria como un “albergue de leones” y de su capital, Nínive, dijo que era una “ciudad de derramamiento de sangre”. (Nah. 2:11, 12; 3:1.)

RELIGIÓN ASIRIA

Asiria heredó su religión mayormente de Babilonia y, aunque los asirios consideraban a su propio dios nacional Asur como el dios supremo, seguían aceptando a Babilonia como el principal centro religioso. Los reyes asirios también servían como sumo sacerdotes de Asur. En un sello que encontró A. H. Layard en las ruinas de un palacio asirio y que ahora se conserva en el Museo Británico hay una representación del dios Asur con tres cabezas. La adoración asiria se destacaba por la creencia en tríadas de dioses, así como en una pentada o grupo de cinco dioses. La tríada principal estaba formada por: Anu, que representaba el cielo; Bel, que representaba la región habitada por el hombre, los animales y los pájaros; y Ea, que representaba las aguas terrestres y subterráneas. Una segunda tríada estaba compuesta por: Sin, la Luna; Shamash, el Sol; y Ramman, el dios de la tormenta, aunque en su lugar a menudo estaba Istar, la reina de las estrellas, simbolizada por la luna creciente. (Compárese con 2 Reyes 23:5, 11.) Después estaban los cinco dioses que representaban cinco planetas. Comentando sobre los dioses que formaban los grupos trinos, Unger’s Bible Dictionary (pág. 102) dice: “A veces se invoca a estos dioses individualmente con expresiones que parecen ensalzar a cada uno de ellos a una posición de supremacía sobre los demás”. Sin embargo, en su panteón había otras innumerables deidades secundarias, muchas de las cuales servían como patronas de las ciudades. Cuando Senaquerib fue asesinado, el registro menciona que estaba adorando a Nisroc. (Isa. 37:37, 38.)

La religión practicada en torno a estas deidades era animista, es decir, creía que todo objeto y fenómeno natural estaba animado por un espíritu. Pero en cierto modo se distinguía de las religiones de las naciones circundantes que adoraban a la naturaleza, pues los asirios consideraban que la guerra era la mejor manera de expresar la religión nacional. Por esta razón Tiglat-piléser I dijo en cuanto a sus luchas: “Mi Señor, Asur, me instó”; y en sus anales, Asurbanipal registró: “Por la orden de Asur, Sin, Shamash, Ramman, Bel, Nabu, Istar de Nínive, Ninib, Nergal y Nusku, entré en la tierra de Mannai y marché a través de ella victoriosamente”. Sargón invocaba regularmente la ayuda de Istar antes de ir a la guerra. Los ejércitos marchaban detrás de los estandartes de los dioses que debieron ser símbolos de madera o metal colocados sobre postes. Se daba mucha importancia a los agüeros, y para conocerlos examinaban el hígado de animales sacrificados, el vuelo de los pájaros o la posición de los planetas. El libro Ancient Cities de W. B. Wright (pág. 25) informa: “El pelear era la ocupación de la nación, y los sacerdotes fomentaban incesantemente la guerra. Su manutención procedía en gran medida de los despojos de guerra, de los que siempre se les asignaba un porcentaje fijo antes que otros pudiesen participar de ellos, pues esta raza de saqueadores era extremadamente religiosa”.

CULTURA, LITERATURA Y LEYES

Sin embargo, los asirios no eran simples bárbaros. Construyeron impresionantes palacios, con paredes revestidas de losas esculpidas en las que representaban con muchísimo realismo escenas de guerra y de paz. Las entradas estaban adornadas con toros alados que tenían cabeza humana, esculpidos en un solo bloque de piedra caliza que pesaba unas treinta y seis toneladas. En sus sellos cilíndricos se observan intrincados grabados. Debieron tener considerables conocimientos metalúrgicos, a juzgar por su fundición de metales. Sus reyes construyeron acueductos y desarrollaron sistemas de riego, hicieron parques reales tanto botánicos como zoológicos en los que había plantas, árboles y animales de muchos países. Sus edificios palaciegos dan prueba de que tenían un sistema de desagüe bien planeado y unas medidas sanitarias bastante buenas.

Un aspecto de especial interés han sido las grandes bibliotecas construidas por ciertos monarcas asirios, con decenas de miles de tablillas de barro, prismas y cilindros, inscritos todos con escritura cuneiforme, en los que se explican importantes acontecimientos históricos, datos religiosos y asuntos legales y comerciales. Sin embargo, algunas leyes de cierta época de la historia asiria ilustran de nuevo la dureza que tan frecuentemente caracterizó a aquella nación. El castigo estipulado para ciertos delitos era la mutilación. Por ejemplo, a una muchacha esclava no se le permitía presentarse en público cubierta con un velo, y si violaba tal ordenanza se le amputaban las orejas. La falta de protección legal que tenía una mujer casada se demuestra en la siguiente ley: “Dejando aparte las penas que se inscriben en la tablilla con respecto a una mujer casada, un hombre puede azotar a su esposa, arrancarle el pelo, cortarle y lastimarle las orejas. Legalmente no hay en ello ninguna culpa (imputable)”.

HISTORIA BÍBLICA Y SEGLAR

La primera referencia bíblica a Asiria se encuentra en Génesis 2:14, donde Moisés, hablando en términos de su tiempo, describe el río Hidequel (Tigris), que en un principio era una de las cuatro cabeceras del río “que procedía de Edén”, como el que “va al este de Asiria”. (Gén. 2:10, 14.)

El nombre de esa tierra se derivó de Asur, hijo de Sem. (Gén. 10:22.) Por lo tanto, parece que poco después del Diluvio sus primeros pobladores fueron semitas. Sin embargo, pronto se fueron infiltrando otros como Nemrod, nieto de Cam, que entró en Asiria y edificó a “Nínive y a Rehobot-Ir y a Cálah y a Resen entre Nínive y Cálah: esta es la gran ciudad”. (Gén. 10:11, 12; compárese con Miqueas 5:6.) Posteriormente, refiriéndose a las tribus que descendieron de Ismael, hijo de Abrahán, se dice que llegaron en sus marchas nómadas hasta Asiria. (Gén. 25:18.)

Debido a la recuperación de miles de tablillas de barro en diferentes lugares asirios, se conocen los nombres de una gran cantidad de monarcas asirios, y los historiadores han llegado a ciertas conclusiones en cuanto a la historia general del país. Se afirma que el período aproximado de 1100-900 a. E.C. (que siguió al reinado de Tiglat-piléser I) fue un período de decadencia para Asiria, y a menudo se ha opinado que esta circunstancia favoreció la extensión de los límites de la nación de Israel bajo el reinado de David (1077-1037 a. E.C.) y la posterior extensión de su influencia bajo el reinado de Salomón (1037-997 a. E.C.). Por supuesto, tal expansión se debió principalmente al apoyo de Dios y no tanto al debilitamiento de Asiria. (2 Sam., caps. 8, 10; 1 Rey. 4:21-24.)

Al considerar la historia asiria en relación con el registro bíblico, en esta obra no se intenta fijar las fechas en que comenzó y finalizó cada uno de los sucesivos reinados de los monarcas asirios, sino que simplemente se les menciona en relación con los diversos reyes de Judá e Israel, cuyos reinados se indican después de sus respectivos nombres.

Asurnasirpal y Salmanasar III

La amenaza asiria empezó a acercarse a Israel durante el reinado de Asurnasirpal, quien fue célebre por sus despiadadas campañas bélicas y crueldades ya mencionadas. Según algunas inscripciones, cruzó el río Éufrates, invadió la parte septentrional de Siria y exigió tributo de las ciudades de Fenicia. Su sucesor, Salmanasar III, es el primer rey que registra haber tenido un contacto directo con el reino septentrional de Israel. Los registros asirios indican que Salmanasar avanzó hacia Qarqar, junto al río Orontes, y luchó contra una coalición de reyes, entre quienes se contaba Hadadézer de Damasco. Muchos eruditos creen que el rey Acab de Israel también formaba parte de aquella coalición; no obstante, véase la información del artículo SALMANASAR. Aquella batalla no tuvo resultados decisivos. El Obelisco Negro de Salmanasar, en Nimrud, registra que Jehú (c. 905-876 a. E.C.), un rey posterior, le pagaba tributo, y tiene una talla en relieve que probablemente representa al emisario de Jehú entregando el tributo a dicho monarca asirio.

Después de Samsi-adad V, sucesor de Salmanasar III, ascendió al trono asirio Adad-nirari III. Las inscripciones informan que atacó a Damasco durante el reinado de Hazael, sucesor de Benhadad (1 Rey. 19:15; 2 Rey. 8:12-15), reinado que abarcó los de los reyes de Israel Jehú (905-876 a. E.C.) y Jehoacaz (876-860 a. E.C.). (2 Rey. 10:31-34; 13:1-3.) También menciona que ‘la tierra de Omrí’ (el reino septentrional de Israel) le pagaba tributo. El que en esta fecha tardía se usara el nombre de Omrí por lo visto se debía a que aún se recordaban las hazañas de aquel poderoso rey israelita que edificó Samaria. (1 Rey. 16:23-27.)

La misión de Jonás en Asiria

A mediados del siglo IX a. E.C. (c. 844 a. E.C.) el profeta Jonás fue enviado a Nínive, la capital de Asiria, con la misión de advertirles de su venidera destrucción. Como resultado, todos los de la ciudad, incluso su rey, mostraron arrepentimiento. La historia registra los nombres de tres reyes que sucedieron a Adad-nirari III: Salmanasar IV, Asur-dan III y Asur-nirari V; pero no se sabe con seguridad cuál de estos, si acaso alguno, es el rey mencionado en el libro de Jonás. Sin embargo, cabe destacar que en aquel período la agresividad asiria estaba declinando.

Tiglat-piléser III

El primer rey asirio que se menciona por nombre en la Biblia es Tiglat-piléser (III) (2 Rey. 15:29; 16:7, 10), llamado también “Pul” en 2 Reyes 15:19. Debido a que en 1 Crónicas 5:26 aparecen ambos nombres, en el pasado se pensó que se trataba de dos reyes distintos. Sin embargo, ciertas inscripciones babilonias se refieren a “Pulu” y lo identifican con Tiglat-piléser. De modo que es posible que se conociera en un principio a este rey por el nombre de Pul y que al ascender al trono asirio asumiera el nombre de Tiglat-piléser.

Fue durante el reinado de Menahem de Israel (791-780 a. E.C.) que Tiglat-piléser III invadió el territorio del reino septentrional. Menahem le pagó 1.000 talentos de plata y así consiguió la retirada de los asirios. (2 Rey. 15:19, 20.) Posteriormente, el rey Péqah de Israel (778-758 a. E.C.) se unió al rey Rezín de Siria para luchar contra el rey Acaz de Judá (761-745 a. E.C.). A pesar de que Isaías profetizó la segura desaparición de esta amenaza siro-israelita debido al poder del rey de Asiria (Isa. 7:1-9, 16, 17; 8:3, 4), Acaz escogió el proceder insensato de enviar un soborno a Tiglat-piléser para que atacara aquel consorcio y así aliviase la presión bajo la que estaba Judá. La respuesta del monarca asirio fue capturar varias ciudades en la parte norte de Israel, así como las regiones de Galaad, Galilea y Neftalí. Tiglat-piléser III había adoptado la táctica de trasladar la población de las zonas conquistadas a otros lugares con el fin de reducir el riesgo de sublevaciones, y eso hizo en esta ocasión con algunos israelitas. (1 Cró. 5:6, 26.) Además, Judá quedó ahora subordinado a Asiria, por lo que el rey Acaz viajó a Damasco, que también había caído ante los asirios, para rendir homenaje a Tiglat-piléser. (2 Rey. 15:29; 16:5-10, 18; 2 Cró. 28:16, 20, 21; compárese con Isaías 7:17-20.)

Salmanasar V

Salmanasar V sucedió a Tiglat-piléser III. Hosea (758-740 a. E.C.), que había usurpado el trono de Israel, al principio se sometió a la exacción de tributo de Asiria, pero después conspiró con Egipto para liberar a Israel del yugo asirio. Ante esto, Salmanasar dio comienzo a un sitio de tres años sobre la ciudad de Samaria, el cual terminó en la caída de esta ciudad (740 a. E.C.) y el exilio de Israel. (2 Rey. 17:1-6; 18:9-11; Ose. 7:11; 8:7-10.) La mayoría de las obras de referencia dicen que Salmanasar murió antes de completar la conquista de Samaria y que la ciudad cayó bajo Sargón II. (Véanse SALMANASAR NÚM. 2; SARGÓN.)

Sargón II

Los registros de Sargón hablan de la deportación de 27.290 israelitas a diferentes lugares del Alto Éufrates y Media. También se describe la campaña contra Filistea en la que conquistó Gad, Asdod y Asdudimmu. Fue para el tiempo de esta campaña que se le dijo al profeta Isaías que advirtiese al pueblo de la futilidad de confiar en Egipto o Etiopía como protección contra el agresor asirio. (Isa. 20:1-6.) Al parecer fue durante el reinado de Sargón que por primera vez se trajo gente de Babilonia y Siria para repoblar Samaria y posteriormente ese rey asirio hizo volver del exilio a un sacerdote israelita para instruirlos en “la religión del Dios del país”. (2 Rey. 17:24-28.)

Senaquerib

Senaquerib, el hijo de Sargón, atacó al reino de Judá durante el decimocuarto año del reinado de Ezequías (732-731 a. E.C.). (2 Rey. 18:13; Isa. 36:1.) Ezequías se rebeló contra el yugo asirio —yugo que había resultado de la maniobra de su padre Acaz (2 Rey. 18:7)—, ante lo cual Senaquerib reaccionó invadiendo todo Judá y conquistando 46 ciudades. (Compárese con Isaías 36:1, 2.) Después, desde su campamento de Lakís, exigió que Ezequías pagase un tributo de 30 talentos de oro y 300 talentos de plata (2 Rey. 18:14-16; 2 Cró. 32:1; compárese con Isaías 8:5-8), y aunque se pagó dicha cantidad, Senaquerib envió a sus voceros para exigir que Jerusalén se rindiera incondicionalmente. (2 Rey. 18:17-19:34; 2 Cró. 32:2-20.) Sin embargo, Jehová destruyó a 185.000 de sus soldados en una noche, obligando al jactancioso rey asirio a retirarse y volver a Nínive. (2 Rey. 19:35, 36.) Allí fue asesinado más tarde por dos de sus hijos y reemplazado en el trono por otro hijo, Esar-hadón. (2 Rey. 19:37; 2 Cró. 32:21, 22; Isa. 37:36-38.) Estos acontecimientos, con la excepción de la destrucción de las tropas asirias, también están registrados en el Prisma de Senaquerib y en un prisma de Esar-hadón.

Esar-hadón

Durante el reinado de Manasés (716-661 a. E.C.), Jehová permitió que los jefes del ejército asirio se llevaran cautivo a este rey judaíta a Babilonia, para aquel entonces bajo el control asirio. (2 Cró. 33:11.) Hay quien cree que Manasés fue deportado para el tiempo de la victoriosa campaña de Esar-hadón contra Egipto. En todo caso, en algunas inscripciones se menciona a Menasi (Manasés) de Judá como uno de los que pagaban tributo a Esar-hadón. Más tarde Manasés fue devuelto a Jerusalén. (2 Cró. 33:10-13.) Según Esdras 4:2, parece que el intercambio de población entre el reino septentrional de Israel y otros lugares todavía continuaba en los días de Esar-hadón, lo cual puede explicar el período de “sesenta y cinco años” mencionado en la profecía de Isaías 7:8. (Véanse ACAZ; ESAR-HADÓN.)

Asurbanipal y la caída del imperio

Asurbanipal, hijo de Esar-hadón, fue el último rey importante de Asiria y el que consiguió la mayor expansión del imperio. Reprimió una sublevación en Egipto y saqueó la ciudad de Tebas. (No-amón; compárese con Nahúm 3:7, 8.) Para este tiempo los límites del imperio asirio abarcaban las regiones de Babilonia, Elam y parte de Media, extendiéndose hasta Ararat; por el oeste se extendía hasta Cilicia, en Asia Menor; y de ahí, hasta Egipto y Arabia, pasando por Siria y Palestina. Al parecer “el grande y honorable Asnapar” mencionado en Esdras 4:10 es el mismo Asurbanipal. (Véase ASNAPAR.)

Antes de su muerte, Esar-hadón había nombrado a su hijo Asurbanipal como ‘rey del reino’ y a Shamash-Shum-Ukim, otro hijo, como rey de Babilonia. Más tarde, Shamash-Shum-Ukim se rebeló contra su hermano, pero Asurbanipal aplastó la rebelión y saqueó la ciudad de Babilonia. El resto del reinado de Asurbanipal y, de hecho, del mismo imperio asirio permanece oscuro. The Interpreter’s Dictionary of the Bible (vol. 1, pág. 274) dice al respecto: “Sea que el poder de Asiria se agotara demasiado por esta lucha, o por otras razones desconocidas, un período de silencio inesperado oscurece los últimos veinte años del reinado de Asurbanipal [...]. Parece que el país se sumió de manera asombrosamente repentina en la oscuridad”.

Las Crónicas de Babilonia (B.M. [Museo Británico] 21901) relatan la caída de Nínive, capital de Asiria, como consecuencia de un sitio llevado a cabo por las fuerzas combinadas de Nabopolasar, rey de Babilonia (“rey de Akkad”), y de Ciaxares el medo. A esta ciudad se la describe convertida “en un montón de ruinas y de escombros”. (Chronicles of Chaldaean Kings, de D. J. Wiseman, pág. 61.) De esta manera el cruel gobierno asirio llegó a un fin ignominioso, aunque a Asurubalit se le atribuye el intento, breve y fallido, de continuar el gobierno asirio desde Harán como ciudad capital. (Isa. 10:12, 24-26; 23:13; 30:30-33; 31:8, 9; Nah. 3:1-19; Sof. 2:13.)

Las Crónicas de Babilonia (B.M. 21901) indican que en ese período las tropas asirias se aliaron con las egipcias contra Babilonia, lo que armoniza con lo narrado en 2 Reyes 23:29 (véase nota al pie de la página), donde se informa de la acción del faraón Nekoh, la cual resultó en la muerte del rey Josías de Judá (629-628 a. E.C.). Este texto dice que “Faraón Nekoh el rey de Egipto subió al rey de Asiria junto al río Éufrates”. El “rey de Asiria” contra el cual subió Nekoh era sin duda el conquistador babilonio de Asiria, Nabopolasar, quien, debido a su conquista, podía ahora recibir apropiadamente el título de “rey de Asiria”. Algunos años después (625 a. E.C.) Nekoh fue completamente derrotado por los babilonios en la batalla de Carquemis. (Jer. 46:2.)

El título “rey de Asiria” también se aplicó al rey persa (Darío I [Histaspes]), quien dominaba Asiria al tiempo de la reconstrucción del templo de Jerusalén (terminado en 515 a. E.C.). (Esd. 6:22.)

ASIRIA EN LA PROFECÍA

Asiria figuraba en la profecía que Balaam pronunció alrededor del año 1473 a. E.C. (Núm. 24:24.) También se encuentran numerosas referencias a Asiria en las profecías de Isaías, Jeremías, Ezequiel, Miqueas, Nahúm, Sofonías y Zacarías. Además, a lo largo de toda la profecía de Oseas se entreteje la advertencia de que Asiria asolaría al reino septentrional de Israel. Por otra parte, se condenó con frecuencia la confianza que pusieron en tales naciones paganas los apóstatas de Israel y Judá, vacilando a menudo entre Egipto y Asiria como “una paloma simple sin corazón”. (Jer. 2:18, 36; Lam. 5:6; Eze. 16:26, 28; 23:5-12; Ose. 7:11.) Los desastrosos resultados de tal proceder están vívidamente descritos en el registro bíblico. (Eze. 23:22-27.)

[Mapa de la página 160]

(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)

EL IMPERIO ASIRIO

ARABIA

MAR NEGRO

ASIA MENOR

MAR CASPIO

ARMENIA (URARTU [ARARAT])

LAGO LIN

LAGO URMIA

MANNAI

MEDIA

ASIRIA

CILICIA

Carquemis

Harán

Jorsabad

Nínive

Cálah

Río Pequeño Zab

MONTES ZAGROS

MAR MEDITERRÁNEO

Menfis

EGIPTO

Asdod

JUDÁ

Jerusalén

Samaria

ISRAEL

FENICIA

Damasco

SIRIA

Qarqar

Río Orontes

Río Éufrates

Río Tigris

MESOPOTAMIA

BABILONIA

Babilonia

AKKAD

SUMER

CALDEA

Ur

GOLFO PÉRSICO

ELAM

¿Costa antigua?

[Ilustración de la página 156]

Relieve encontrado en Jorsabad que muestra el trato cruel que infligían los asirios a sus cautivos

[Ilustración de la página 158]

Toro alado con cabeza de rey que se cree proviene de la sala del trono de Sargón II

[Ilustración de la página 159]

Obelisco Negro de Salmanasar, en el que se le representa recibiendo tributo de Jehú, probablemente por medio de un emisario

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • Español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir