CALVICIE
La falta total o parcial del cabello. Suele aparecer en ciertas zonas de la cabeza, mientras que en el resto el pelo crece con normalidad. Esta caída parcial del cabello es la que afecta aproximadamente al noventa por ciento de los casos. La Biblia habla de “la calva de la coronilla” y de la “calvicie de la frente”. (Lev. 13:41-44.) Aunque todavía se desconocen las causas exactas de la calvicie, se cree que el factor principal es la herencia. Otros factores pueden ser: infección, desequilibrio hormonal, envejecimiento, trastornos nerviosos y sífilis.
Algunos pueblos acostumbraban a ‘imponerse calvicie’ por medio de afeitarse la cabeza en ocasiones de dolor debido a la muerte de un familiar o por razones religiosas, práctica que los israelitas tenían prohibida. (Deu. 14:1.) A los sacerdotes se les dio el mandato específico de que no deberían raparse ni afeitarse la extremidad de la barba en señal de duelo por los muertos (Lev. 21:5), y a los israelitas en general se les mandó que no se cortaran los mechones de sus lados ni la extremidad de su barba. (Lev. 19:27; Jer. 9:26.)
Los egipcios normalmente se afeitaban la cabeza y consideraban la barba como una señal de duelo o de dejadez. Por esta razón, José se afeitó cuando le sacaron de la prisión para llevarle ante la presencia del faraón. (Gén. 41:14.) Sin embargo, los egipcios se cubrían la calvicie con pelucas y muchos de los que se afeitaban la cabeza y la barba llevaban también pelucas y se ponían barbas postizas. En el Papiro Ebers, un tratado médico egipcio del segundo milenio antes de la era común, hay once recetas para evitar la calvicie.
Según la Ley, si alguien tenía lepra en la cabeza debía afeitársela al principio de su período de cuarentena; luego, en el día de purificación y de nuevo al séptimo día de su purificación. (Lev. 13:33; 14:8, 9.) Si un nazareo se contaminaba, debía afeitarse la cabeza “en el día de verificar su purificación”. (Núm. 6:9.) En el caso de que un soldado israelita quisiera tomar por esposa a una mujer cautiva, esta tenía que afeitarse la cabeza. (Deu. 21:12.)
En los días de los apóstoles había lugares, como la ciudad inmoral de Corinto, donde se castigaba a las mujeres adúlteras o fornicadoras por medio de raparles la cabeza. A las muchachas esclavas se les hacía llevar el pelo corto. Parece ser que Pablo recurrió a esta costumbre para ilustrar que si en la congregación cristiana una mujer oraba o profetizaba con la cabeza descubierta, aunque tuviera el cabello como prenda para la cabeza, mostraba falta de respeto al principio divino de la jefatura y ‘avergonzaba su cabeza’ como si llegase al extremo de rapársela. (1 Cor. 11:3-10.)