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Ayuda para entender la Biblia
ad págs. 500-501

ELAM

Uno de los cinco hijos de Sem, de quien descendieron “familias, según sus lenguas, en sus tierras, según sus naciones”. (Gén. 10:22, 31; 1 Cró. 1:17.) No se especifican los nombres de los hijos de Elam; sin embargo, con su nombre se designa tanto a un pueblo como a una región que lindaba con la frontera suroriental de Mesopotamia.

Elam abarcaba antiguamente la zona que hoy se conoce como Kuhistán, situada en la parte suroccidental de Irán. Esta región comprendía la llanura fértil oriental del valle bajo del Tigris, llanura que estaba regada por los ríos Karun y Kerkha y que probablemente se extendía hasta las regiones montañosas que rodeaban esta altiplanicie por el norte y el este, aunque estos dos límites son los más inciertos. Se cree que en estas montañas se encontraba una región llamada Anshan, la cual, según algunas inscripciones, llegó a formar parte de Elam desde tiempos primitivos. Al estar situada en el extremo oriental de la Media Luna Fértil, Elam ocupaba una posición “fronteriza”, siendo una de las regiones pobladas predominantemente por semitas; limitaba esta región con zonas habitadas por los otros descendientes de Noé, principalmente los de la rama jafética.

Los asirios y los babilonios llamaron a este país elamtu, en tanto que los escritores clásicos griegos unas veces lo llamaron Elymais, y otras, “Susiana”, tomando este último nombre de la ciudad de Susa, que probablemente en un tiempo fuera la capital de Elam. Bajo el imperio persa, Susa fue una ciudad real. (Neh. 1:1; Est. 1:2.) Estaba situada en las rutas comerciales que conducían al SE. y a la meseta iraní. El deseo de obtener el control de estas rutas hizo que Elam fuese objeto de frecuentes invasiones por parte de los gobernantes asirios y babilonios.

Por lo general, las obras de consulta afirman que los elamitas no eran descendientes de Sem y que en Génesis capítulo 10 aparecen como tales únicamente desde un punto de vista político o geográfico. Esta opinión se basa principalmente en inscripciones cuneiformes halladas en la región de Elam y registradas en un idioma no semita.

Sin embargo, estas inscripciones no prueban que los verdaderos elamitas no fuesen originalmente semitas; lo cual puede verse por los muchos ejemplos históricos que hay de pueblos que adoptaron otro idioma en vez del suyo propio debido a la dominación o infiltración de elementos extranjeros. Por otro lado, algunos pueblos antiguos, además de hablar su propia lengua, usaban otro idioma en sus relaciones comerciales o internacionales (como en el caso del arameo, que llegó a ser lingua franca de varias naciones). A los “hititas” de Karatepe se deben unas inscripciones bilingües (probablemente del siglo VIII a. E.C.) en escritura jeroglífica “hitita” y en fenicio antiguo. Otro ejemplo de la práctica común entre pueblos antiguos de registrar hechos y acontecimientos en más de un idioma lo hallamos en Persépolis, donde se encontraron unas 30.000 tablillas de arcilla del tiempo del rey persa Daría. Estaban escritas principalmente en el idioma “elamita”. Sin embargo, Persépolis no era una ciudad elamita.

Una prueba más de que no es apropiado considerar la mención de Elam en Génesis capítulo 10 como una referencia “puramente geográfica” y no verdaderamente genealógica radica en las esculturas de los reyes elamitas, esculturas que datan, según los arqueólogos, del tiempo de Sargón I (cuya gobernación la sitúan hacia el fin del tercer milenio). Estas esculturas no solo presentan figuras típicamente acádicas (asirobabilonias, semíticas), sino que también llevan inscripciones acádicas. (The New Bible Dictionary, J. D. Douglas, pág. 355.)

HISTORIA

La primera mención bíblica de Elam como nación se remonta al tiempo de Abrahán (2018-1843 a. E.C.), cuando Kedorlaomer, “rey de Elam”, marchó con una alianza de reyes hacia la región del mar Muerto contra la coalición cananea de reyes. (Gén. 14:1-3.) Kedorlaomer aparece como el jefe de la alianza, con autoridad sobre los reyes cananeos a los cuales había derrotado. (Vss. 4-17.) Una campaña de tal envergadura, con un viaje de ida y vuelta de unos 3.200 Km., no era infrecuente para los reyes mesopotámicos, ni siquiera en aquel tiempo. La historia confirma que a principios del segundo milenio antes de la era común hubo un período de dominación elamita en la región mesopotámica. Un oficial elamita llamado Kudur-Mabuk tomó Larsa, una ciudad importante que se encontraba junto al Éufrates, al norte de Ur, y estableció a su hijo Warad-Sin como rey. Es digno de mención que tanto el nombre de este último como el de su hermano —Rim-Sin, quien le sucedió en el trono— son semíticos, lo cual confirma la influencia de los semitas en Elam.

Hammurabi puso fin a este período de poder elamita en Babilonia. Para la última parte del segundo milenio antes de la era común, Elam conquistó de nuevo Babilonia y volvió a ejercer su dominio durante varios siglos. Se cree que fue en ese tiempo cuando se llevó de Babilonia a Susa la famosa estela que contiene el código de Hammurabi, y fue allí donde los arqueólogos la descubrieron.

Elam se vio rebajada nuevamente a una posición subordinada por Nabucodonosor I (no el Nabucodonosor que varios siglos más tarde destruyó Jerusalén), pero continuó participando frecuentemente en la lucha por el poder que mantuvieron Asiria y Babilonia, hasta que finalmente los emperadores asirios Senaquerib y Asurbanipal (o Asna par) derrotaron a las fuerzas elamitas, transfiriendo a algunos de sus habitantes a las ciudades de Samaria. (Esd. 4:8-10.) Por su parte, los israelitas cautivos fueron llevados al exilio a Elam. (Isa. 11:11.) Las inscripciones de los emperadores asirios describen vívidamente este sometimiento de Elam.

Después de la caída del imperio asirio, parece ser que Elam llegó a estar bajo la dominación jafética (aria). Se cree que varios siglos antes los medos y los persas se asentaron en la meseta iraní, y, bajo Ciaxares, los medos lucharon junto con los babilonios para derrotar a Nínive, la capital de Asiria. En Daniel 8:2 se indica que Elam llegó a ser un distrito jurisdiccional de Babilonia. Independientemente de los efectos inmediatos que haya producido sobre Elam el desplome asirio, parece seguro que los persas lograron tomar de Elam la región llamada Anshan, puesto que los gobernantes persas Teispes, Ciro I, Cambises y Ciro II recibieron el título “rey de Anshan”. Aunque algunos consideran que la conquista de Anshan fue en cumplimiento de la profecía de Jeremías concerniente a Elam (49:34-39), la mayor parte de los eruditos sitúan la toma de esta región por Teispes muchos años antes de esa profecía, pronunciada en el año 617 a. E.C.

En la advertencia dada en Isaías 22:4-6 se predijo que los arqueros elamitas estarían entre aquellos que atacarían a Judá y Jerusalén. También se profetizó que los elamitas se unirían a Media en saquear Babilonia (539 a. E.C.); Media estaría entonces bajo la gobernación del rey persa Ciro II, “rey de Anshan”. (Isa. 21:2.) Así pues, los elamitas contribuyeron a la liberación de Israel del exilio; sin embargo, puesto que se habían alineado en varias ocasiones con los enemigos del pueblo de Dios, tanto Elam como las otras naciones habrían de beber la copa de la cólera de Dios y bajar al Seol a su debido tiempo. (Jer. 25:17, 25-29; Eze. 32:24.)

En el día del Pentecostés del año 33 E.C. los elamitas estuvieron entre los miles de oyentes que escucharon en su propio idioma el mensaje hablado por los discípulos. (Hech. 2:8, 9.) No obstante, tal como se profetizó en Jeremías 49:34-39, han dejado de existir como pueblo.

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