JEHORAM
(“Jehová Es Alto [ Ensalzado]”).
Una forma abreviada de ese nombre es Joram.
l. Hijo de Acab y Jezabel. Sucedió a Ocozías, su hermano mayor, aproximadamente en 917 a. E.C., como el décimo rey del reino norteño de Israel. Reinó doce años, aproximadamente hasta 905 a. E.C. (2 Rey. 1:17, 18; 3:1; 9:22.) Este rey de Israel no debe confundirse con el rey de Judá que tenía el mismo nombre y que era su cuñado. Aunque Jehoram quitó el poste sagrado de Baal que había erigido su padre, continuó haciendo “lo que era malo a los ojos de Jehová”, persistiendo en la adoración de becerros que había instituido Jeroboán. (1 Rey. 12:26-29; 16:33; 2 Rey. 3:2, 3.)
El rey Jehosafat de Judá y el rey de Edom se unieron a Jehoram en un ataque contra Moab, ataque que tuvo éxito porque Jehová confundió al enemigo con una ilusión óptica. Eliseo, el profeta de Dios, dio instrucciones a los del campamento de Israel para que excavaran zanjas en donde recoger el agua que tanto se necesitaba y que fue provista por Jehová. A la mañana siguiente, el reflejo de la luz del sol sobre el agua hizo que los moabitas pensasen que el agua era sangre. Creyendo que en el campamento confederado se había producido una matanza entre los tres reyes, los moabitas fueron allí para tomar el despojo, lo cual resultó en que muchos fuesen derribados. (2 Rey. 3:4-27.)
Naamán, el jefe del ejército de Siria, vino a Jehoram para ser curado de la lepra. Con ese fin, traía consigo una carta del rey de Siria. Jehoram, pensando que el gobernante sirio estaba buscando una riña, exclamó: ‘¿Soy yo Dios para que pueda dar muerte y preservar la vida y curar la lepra?’. Sin embargo, Elíseo le pidió a Jehoram que le enviase a Naamán, para que el jefe del ejército sirio pudiese saber que el Dios verdadero tenía un profeta en Israel capaz de llevar a cabo tales curaciones. (2 Rey. 5 :1-8.) De antemano, Elíseo, el profeta de Jehová, había informado también a Jehoram sobre las maniobras militares sirias. (2 Rey. 6:8-12.) Durante el reinado de Jehoram, ciertos ataques sirios contra Israel fracasaron por la acción divina. (2 Rey. 6:13-7:20.)
Pero a pesar de tales manifestaciones de la bondad amorosa de Dios, Jehoram, hasta el día de su muerte, no se arrepintió ni se volvió a Jehová con todo su corazón. La muerte le vino de repente y de una manera inesperada. Se encontraba en Jezreel, recuperándose de las heridas recibidas en una batalla contra los sirios. Con el tiempo, salió para encontrarse con Jehú, y le preguntó: “¿Hay paz, Jehú?”. Al recibir una respuesta negativa, Jehoram dio la vuelta para huir, pero Jehú disparó una flecha que le atravesó el corazón. Así fue ejecutado “este hijo de un asesino” (2 Rey. 6:32), y su cuerpo fue arrojado en el campo de Nabot. (2 Rey. 9:14-26.)
2. Primogénito de Jehosafat que a la edad de treinta y dos años llegó a ser rey de Judá. (2 Cró. 21:1-3, 5, 20.) Parece ser que Jehoram, durante varios años, estuvo asociado de alguna manera con su padre en el reinado. (2 Rey. 1:17; 8:16.) Los ocho años de reinado que se le atribuyen a Jehoram van desde aproximadamente 913 hasta 906 a. E.C. (2 Rey. 8:17.) Por consiguiente, durante estos años tanto el reino septentrional como el meridional tenían gobernantes con el mismo nombre. Además eran cuñados, puesto que Jehoram de Judá estaba casado con Atalía, que era hija de Acab por medio de Jezabel y hermana de Jehoram de Israel. (2 Rey. 8:18, 25, 26; véase NÚM. l.)
Jehoram no siguió los caminos justos de Jehosafat su padre, debido, al menos en parte, a la mala influencia de Atalía su esposa. (2 Rey. 8:18.) Jehoram no solo asesinó a sus seis hermanos y a algunos de los príncipes de Judá, sino que también apartó a sus súbditos de Jehová hacia los dioses falsos. (2 Cró. 21:1-6; 11-14.) Todo su reinado se caracterizó tanto por disturbios internos como por conflictos externos. Primero Edom y más tarde Libná se sublevaron contra Judá. (2 Rey. 8: 20-22.) En una carta a Jehoram, el profeta Elías advirtió: “¡Mira!, Jehová va a asestar un gran golpe a tu pueblo y a tus hijos y a tus esposas y a todos tus bienes. Y estarás con muchas enfermedades, con una dolencia de los intestinos, hasta que los intestinos se te hayan salido debido a la enfermedad día a día”. (2 Cró. 21:12-15.)
Todo ocurrió exactamente de esa manera. Jehová permitió que los árabes y los filisteos invadieran la tierra y tomaran cautivos a las esposas y a los hijos de Jehoram. Dios únicamente permitió que escapase el hijo más joven de Jehoram, Jehoacaz (llamado también Ocozías); sin embargo, esta concesión se hizo solo por causa del pacto del reino hecho con David. “Después de todo esto Jehová lo plagó [a Jehoram] en los intestinos con una enfermedad para la cual no había curación.” Dos años más tarde, “se le salieron los intestinos” y gradualmente murió. Así terminó la vida de este hombre inicuo, que “se fue sin ser deseado”. Fue enterrado en la ciudad de David, “pero no en las sepulturas de los reyes”. Su hijo Ocozías llegó a ser rey en su lugar. (2 Cró. 21:7, 16-20; 22:1; 1 Cró. 3:10, 11.)