OMRÍ
Sexto rey del reino septentrional de diez tribus de Israel. No se registra nada del linaje de Omrí, ni siquiera el nombre de su padre o de su tribu. Se sabe que fundó la tercera dinastía de Israel, precedida por las de Jeroboán y Baasá y que le sucedieron en el trono su hijo Acab y sus nietos Ocozías y Jehoram, sumando entre los cuatros unos cuarenta y seis años (951-905 a. E.C.) de reinado. Atalía, la nieta de Omrí, gobernó seis años sobre el trono de Judá. (2 Rey. 8:26; 11:1-3; 2 Cró. 22:2.) En el Obelisco Negro de Salmanasar III se dice de Jehú, quien acabó con la casa de Acab y estableció la siguiente dinastía de Israel, que es un “hijo [es decir, sucesor] de Omrí”. De hecho, mucho tiempo después de que sus descendientes hubieran cesado de gobernar, los asirios, como tributo a su poder, continuaron llamando a Israel “la tierra de Omrí” y a los reyes de Israel “la casa de Omrí”.
Omrí subió al trono, no por herencia, sino por la espada. Él era el jefe del ejército de Israel bajo el rey Elah (y quizás lo había sido bajo su predecesor Baasá) cuando Zimrí, el jefe de la mitad de los carros, derribó a Elah, se apoderó del reino y acabó con la casa y los amigos de Baasá. Tan pronto como esto fue informado al ejército israelita, que en aquel entonces estaba acampado contra los filisteos en Guibetón, “todo Israel”, sin duda los cabezas tribuales “en el campamento”, hicieron rey a Omrí. En seguida se retiraron de Guibetón y asaltaron Tirzá, la ciudad capital de Zimrí. Este, al ver el estado desesperado de su causa, “quemó con fuego sobre sí la casa del rey”, poniendo un fin trágico a su gobierno de siete días. (1 Rey. 16:8-20.)
Pero a Omrí se le presentó un nuevo rival: Tibní, hijo de Guinat. El pueblo permaneció dividido por cuatro años, durante los cuales probablemente se peleó una guerra civil hasta que los apoyadores de Omrí derrotaron a los de Tibní, asegurándole la gobernación indiscutida. Zimrí había muerto en el año 27 del rey Asá de Judá (951 a. E.C.). (1 Rey. 16:15-18.) Finalmente, en el año 31 de Asá (947 a. E.C.) murió Tibní, sin que el registro explique cómo, dejando a Omrí ocho años de dominio exclusivo, hasta el año 38 de Asá (940 a. E.C.). (1 Rey. 16:21-23, 29.)
Al rey Omrí se le atribuye “poderío”. (1 Rey. 16:27.) La Piedra Moabita registra, en las líneas cuarta a octava, que Omrí sojuzgó a Moab; Acab continuó esta dominación. (2 Rey. 3:4.) A la mitad de su reinado Omrí sabiamente trasladó su capital de Tirzá, una ciudad que él había capturado con mucha facilidad. Compró la montaña que pertenecía a Sémer, muy adecuada como fortificación, edificando allí una nueva ciudad, Samaria, capaz de resistir sitios prolongados. (1 Rey. 16:23, 24.) Las inscripciones cuneiformes le llaman fundador de Samaria, la cual llegó a ser su lugar de sepultura. (1 Rey. 16:28.) En el transcurso de su reinado Omrí se encontró con diversos reveses, como tener que entregar algunas ciudades al rey de Siria (1 Rey. 20:34) y pagar tributo a Asiria, siendo el primer rey israelita en hacerlo.
En el campo religioso Omrí continuó la tendencia decadente del reino norteño: siguió con la idolatría de Jeroboán, de hecho, “siguió haciendo lo que era malo a los ojos de Jehová, y llegó a hacer peor que todos los que fueron antes de él”. (1 Rey. 16:25, 26.) Unos doscientos años después, por medio de Miqueas, Jehová condenó a Israel por seguir “los estatutos de Omrí”. (Miq. 6:16.)