DIVERSIONES ESTREPITOSAS
La palabra griega kó·mos significa “divertirse”, “estar de juerga”, “estar de fiesta”. Este término aparece tres veces en las Escrituras Griegas Cristianas (Rom. 13:13; Gál. 5:21; 1 Ped. 4:3) y siempre en sentido peyorativo. El Lexicon de J. H. Thayer señala que en los escritos griegos antiguos esta palabra designaba “una procesión nocturna y desenfrenada de hombres medio borrachos y alegres que después de cenar desfilaban por las calles con antorchas y música en honor a Baco o a alguna otra deidad [o un vencedor en los juegos], y cantaban y se divertían delante de las casas de sus amigos y amigas”. Esta conducta licenciosa e inmoderada, con procesiones en las calles similares a las celebraciones modernas de carnaval en algunos países, eran comunes en las ciudades griegas del tiempo de los apóstoles. Por lo tanto, el prevenir a los adoradores verdaderos respecto a tales diversiones era apropiado y beneficioso.
Obviamente, las diversiones estrepitosas no eran apropiadas para cristianos y estaban condenadas por la Palabra de Dios. Algunos residentes de las provincias de Asia Menor de influencia griega (1 Ped. 1:1), a quienes Pedro escribió su carta, “procedían en hechos de conducta relajada, lujurias, excesos con vino, diversiones estrepitosas, partidas de beber e idolatrías ilegales” antes de llegar a ser cristianos. No obstante, al hacerse cristianos abandonaron tales prácticas. (1 Ped. 4:3, 4.) Por su crasa sensualidad y disolución, las diversiones estrepitosas eran ‘obras que pertenecían a la oscuridad’ y en las cuales los cristianos no deberían andar. (Rom. 13:12- 14.)
La Biblia no excluye la alegría y las fiestas. Por ejemplo, se dice que el hombre se regocije en su Creador, el esposo en su esposa, el trabajador en la obra de sus manos y el agricultor en el fruto de su duro trabajo. (Sal. 32:11; Pro. 5:18; Ecl. 3:22; Deu. 26:10, 11.) El alimento y la bebida pueden contribuir al regocijo (Ecl. 9:7; Sal. 104:15), sin embargo debería prevalecer la moderación. (Pro. 23:20; 1 Tim. 3:2, 11; 1 Cor. 10:31.) El que en las fiestas se llegue a la embriaguez y a las escenas de desorden y sensualidad equivaldría a una diversión estrepitosa. Pablo incluye las diversiones estrepitosas entre las “obras de la carne”, y dijo que los que las practicaran “no [ heredarían] el reino de Dios”. (Gál. 5:19-21.)