‘Las obras de la carne son diversiones estrepitosas’
“¡VÁYANSE a casa y olvídense de todo!” dijo el juez de Munich a la pareja de jóvenes profundamente agitados que estaban delante de él. “Después de todo, ¿no era tiempo de carnaval?” Sí, vez tras vez eso es lo que un juez de Munich dice a los matrimonios que vienen a verlo para divorciarse debido a que uno o el otro había sido infiel durante el Fasching o el tiempo de carnaval, que dura siete semanas en Munich.
Exactamente, ¿cómo son estos carnavales? De ellos se nos dice: ‘Con desenfado imprudente (que invariablemente resulta en un mayor número de natalidades en octubre y noviembre), los alemanes occidentales siguen con sus parrandas anuales antecedentes a la cuaresma hasta el último minuto del martes de carnaval en las provincias renanas y Alemania meridional. Como se pudiera esperar, algunos clérigos y padres no se sintieron felices. Pero los aficionados a las fiestas se divirtieron en grande. En el Rin, se reconoce legalmente la Libertad del Carnaval como excusa para casi todo salvo homicidio y manejar autos en estado de embriaguez. Particularmente arriesgada para los hombres es la noche del carnaval designada para las mujeres, cuando secciones enteras de poblaciones pululan de corpulentas doncellas nórdicas que aporrean a varones incautos, o se toman libertades más íntimas. Munich, también, toma en cuenta el aspecto legal del tiempo del carnaval; particularmente considerando que a veces la tradición de que los esposos y las esposas no deben asistir juntos a los bailes causa dificultad.’—Newsweek del 4 de marzo de 1963.
En la fiesta de Munich más de tres millones de litros de cerveza se consumen, junto con muchos millares de litros de vino y otras bebidas alcohólicas, sin mencionar los centenares de miles de salchichas, etc. Principalmente, estas fiestas tienen origen religioso, habiéndose instituido para celebrarse precisamente antes de la temporada de cuaresma cuando se supone que los católicos ayunan en lo que toca a carne y se niegan otros lujos. La mismísima palabra “carnaval” significa “adiós a la carne.” En otras ciudades, como Nueva Orleáns, se conoce la fiesta como el Mardi Gras, que técnicamente se refiere al último día del carnaval y significa “martes gordo,” el último día en que se permite comer carne antes de la cuaresma.
Esto no quiere decir que las diversiones estrepitosas se circunscriban a únicamente estas ocasiones especiales, pues la vida nocturna en muchas ciudades con frecuencia es ruidosamente jubilosa, pues un informe acerca de Buenos Aires dice: “El bullicio como de costumbre sacude a un restaurante en La Boca, un distrito junto a los muelles que todas las noches estalla con alborozo frenético. Como en otros sitios nocturnos animados, con frecuencia los meseros ponen a un lado las bandejas para echar mano a instrumentos musicales, los clientes saltan a bailar o a dirigir una canción, y espontáneas líneas de conga serpentean entre las mesas... y así sin cesar hasta las primeras horas de la mañana.”—National Geographic para noviembre de 1967.
LA PALABRA DE DIOS CONDENA LAS DIVERSIONES ESTREPITOSAS
Sin duda la gran mayoría de los que participan en tales diversiones estrepitosas afirman ser cristianos, ya sea católicos romanos o protestantes, pero, ¿son las diversiones estrepitosas para los cristianos? No según el apóstol Pedro, porque él hace recordar a los cristianos que, aunque durante el tiempo antes de llegar a ser cristianos posiblemente hayan participado en diversiones estrepitosas, ahora éstas son indebidas para ellos: “Porque basta el tiempo que ha pasado para que ustedes hayan obrado la voluntad de las naciones cuando procedían en hechos de conducta relajada, lujurias, excesos con vino, diversiones estrepitosas, partidas de beber.” Porque los cristianos ya no participan en tales cosas sus anteriores conocidos están perplejos y hablan injuriosamente de ellos, dice Pedro.—1 Ped. 4:3, 4.
El que las diversiones estrepitosas no son para los cristianos también lo aclara el apóstol Pablo, pues él escribió: “Como de día andemos decentemente, no en diversiones estrepitosas y borracheras, no en coito ilícito y conducta relajada, no en contienda y celos. Antes bien, vístanse del Señor Jesucristo, y no estén haciendo planes con anticipación para los deseos de la carne.” De hecho, es el mismo apóstol quien nos dice que las diversiones estrepitosas se hallan entre “las obras de la carne”: “Ahora bien, las obras de la carne son manifiestas, y son: fornicación, inmundicia, conducta relajada, idolatría, . . . borracheras, diversiones estrepitosas y cosas semejantes a éstas.” ¿Y cuán serias son estas prácticas? Son cosas que harían que el cristiano no lograra conseguir la vida eterna. “En cuanto a estas cosas, les estoy avisando de antemano, de la misma manera que ya les avisé,” escribió el apóstol Pablo, “que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.” ¡No se pueden confundir esas palabras!—Rom. 13:13, 14; Gál. 5:19-21.
El que esta advertencia aplica a las diversiones estrepitosas descritas antes lo hace patente el significado de la palabra griega original que se usa, a saber, komos, pues significa “parranda, jarana, lo concomitante y las consecuencias de la borrachera.”a La frase española “diversiones estrepitosas,” encierra la idea de alegría bulliciosa, el estar alegre de manera desenfrenada o estrepitosa, una ocasión de alborozo excesivo y bullicioso, una alegría desenfrenada o licenciosa.
POR QUÉ SE NECESITA ESTAR EN GUARDIA
Para que una ocasión se clasifique como diversión estrepitosa no es preciso que sea un asunto tan grande como los carnavales de antes de la cuaresma en Munich y en otros lugares; cualquier reunión social podría deteriorarse hasta ser una diversión estrepitosa a menos que se ejerza cuidado. ¿Por qué?
Porque cuando hay una ocasión alegre, como en una recepción de bodas, cuando hay música animada y quizás la cerveza y el vino fluyan sin reserva, hay el peligro de propasarse. Quizás haya hilaridad bulliciosa, impropia de cristianos; quizás se cuenten chistes obscenos y haya una tendencia hacia el desenfreno tocante a las relaciones correctas entre los sexos, todo lo cual haría que la ocasión alegre se deteriorara hasta convertirse en diversión estrepitosa.
Esto no quiere decir que la Palabra de Dios es aguafiestas. ¡De ninguna manera! La Biblia no excluye el gozo y la alegría. Al contrario, vez tras vez dice que el pueblo de Dios debe alegrarse y regocijarse, y por varias razones. Así, al hombre se le dice que se regocije en su Creador, al esposo que se regocije a causa de su esposa, al joven por su juventud, al trabajador con el trabajo de sus manos y al agricultor con el fruto de su trabajo afanoso. (Sal. 32:11; Pro. 5:15-19; Ecl. 3:22; 11:9; Deu. 26:10, 11) Y repetidas veces la Biblia indica que el alimento y la bebida acompañan al regocijo: “Ve, come tu alimento con regocijo y bebe tu vino con buen corazón.” Sí, Jehová Dios proveyó “vino que regocija el corazón del hombre mortal” y “pan que sustenta [su] mismísimo corazón.”—Ecl. 9:7; Sal. 104:15.
Pero los cristianos tienen que ser moderados y tener gobierno de sí mismos al disfrutar de las cosas buenas de la vida. Por eso se exige que el hombre cristiano, para llenar los requisitos como superintendente de una congregación cristiana, sea, entre otras cosas, “moderado en los hábitos.” Igualmente a las mujeres cristianas se les dice que sean “moderadas en los hábitos.”—1 Tim. 3:2, 11.
Hábitos inmoderados, conducta desenfrenada y bulliciosa y música muy fuerte y estridente hablan desfavorablemente de un cristiano. No solo eso, sino que tal conducta con frecuencia resulta en tales excesos como la borrachera y la glotonería, que la Biblia denuncia repetidas veces: “No llegues a estar entre los que beben vino en exceso, entre los que son comedores glotones de carne.” Tal falta de restricción con frecuencia resulta en inmoralidad sexual, que la Palabra de Dios condena con términos claros: “Porque esto es voluntad de Dios, la santificación de ustedes: que se abstengan de la fornicación; que cada uno de ustedes sepa tomar posesión de su propio vaso en santificación y honra, no en codicioso apetito sexual tal como también tienen las naciones que no conocen a Dios . . . Porque Dios nos llamó, no con permiso para inmundicia, sino con relación a la santificación.”—Pro. 23:20; 1 Tes. 4:3-7.
Sí, la conducta estrepitosa y bulliciosa revela falta de gobierno de uno mismo. Con frecuencia el habla imprudente es preludio de hechos imprudentes, de modo que los que buscan la aprobación de Dios tienen que prestar atención al consejo: “No salga nada desenfrenado de su boca, porque Dios de conocimiento es Jehová, y por él los hechos son correctamente avaluados.” Es una idea equivocada el que cerveza, vino y bebidas más fuertes sean esenciales para una ocasión alegre; eso en gran parte es asunto de la costumbre local. Por lo tanto, siempre es bueno tener presentes las palabras sabias: “El vino es burlador, el licor embriagante es alborotador, y todo el que se extravía por él no es sabio.” A menos que los cristianos estén en guardia pueden caer en el error en que cayeron los israelitas en los días de Moisés, mientras éste estuvo en el monte por cuarenta días, acerca de lo cual leemos: “Se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a divertirse estrepitosa y bulliciosamente,” y también idolátricamente.—1 Sam. 2:3; Pro. 20:1; 1 Cor. 10:7 (edición de 1950 en inglés); Éxo. 32:4-6.
En cuanto a esto el apóstol Pablo dio buen consejo a los cristianos de Corinto, el cual ellos especialmente necesitaban puesto que su ciudad era famosa por sensuales diversiones estrepitosas: “Por esto, sea que estén comiendo, o bebiendo, o haciendo cualquier otra cosa, hagan todas las cosas para la gloria de Dios. Eviten el hacerse causas de tropiezo tanto a judíos como a griegos y a la congregación de Dios, así como yo estoy agradando a toda la gente en todas las cosas, no buscando mi propia ventaja, sino la de los muchos, para que sean salvados.” Sí, hay razón adicional para estar en guardia en las ocasiones alegres, para no hacer tropezar a otros. En tales ocasiones especialmente ‘haga sendas rectas para sus pies’.—1 Cor. 10:31-33; Heb. 12:13.
MANTENIENDO CONTROLADAS LAS OCASIONES ALEGRES
Hay varias cosas que tienen que vigilarse si uno quiere evitar el que las ocasiones alegres se conviertan en diversiones estrepitosas. Por ejemplo, hay el principio bíblico: “No se extravíen. Las malas asociaciones echan a perder los hábitos útiles.” Por esta razón los cristianos proceden bien al evitar ocasiones sociales patrocinadas por incrédulos que no se interesan en la Palabra de Dios ni en sus elevadas normas en cuanto a conducta. Aun cuando se invita a incrédulos a reuniones sociales cristianas hay que ejercer cuidado. De los israelitas de la antigüedad se puede aprender una lección en cuanto a esto. ¿No fueron incrédulos los que hicieron que ellos participaran en el pecado de Baal de Peor?—1 Cor. 15:33; Núm. 25:1-9.
Otra cosa que ha de vigilarse es la clase de baile de que se participe. Gran parte del baile moderno despierta las pasiones, pero hay bailes populares sanos que proveen mucho ejercicio y regocijo gozoso, como la contradanza norteamericana, el baile de figuras de Virginia y la polca. Tales bailes requieren cierta habilidad y cooperación y hacen posible que un grupo disfrute mutuamente de la actividad, sin los rasgos objetables de tantos de los bailes modernos.
Para mantener controladas las ocasiones alegres también hay que considerar la clase de música que se toque. Los jóvenes tienden a preferir música muy fuerte que el mundo asocia con las diversiones estrepitosas. Por lo tanto, si los cristianos tienen el mando querrán encargarse de que se toque música buena o decente, no necesariamente clásica o formal, pero tampoco música sensual o vulgar que dé énfasis excesivo al ruido y al ritmo, como sucede en tantas recepciones de bodas mundanas. Tal música tiene el propósito de despertar los instintos más bajos y hacer que uno descarte inhibiciones de manera muy semejante a como las bebidas alcohólicas afectan a algunas personas.
Otra ayuda valiosa en este respecto es el tener presentes a por lo menos varios cristianos maduros. Especialmente si la mayoría se compone de jóvenes es aconsejable que estén presentes algunos cristianos verdaderamente maduros, profundamente interesados en el bienestar espiritual de los jóvenes. El respeto que se les tiene tendría efecto saludable en todos.
También ha de considerarse el valor de conversar o tratar sobre temas bíblicos o serios. Por ejemplo, puede haber acertijos basados en incidentes bíblicos, ilustraciones de principios bíblicos, imitaciones de personajes bíblicos, presentaciones de incidentes bíblicos y el relatar experiencias interesantes. Tales cosas pueden presentar un desafío estimulador a la inventiva, a la habilidad dramática, etc., y pueden resultar en una noche sumamente gozosa así como provechosa, aun como lo denota el éxito de los dramas bíblicos que se presentan anualmente en las asambleas más grandes del pueblo de Jehová.
Tampoco ha de pasarse por alto la precaución práctica de fijar una hora razonable con anticipación para que termine una fiesta. Parece que mientras más dure una fiesta, mientras más de noche se haga, más probabilidad hay de que se haga bulliciosa y mayor la tentación de divertirse estrepitosamente. Se pudiera hacer alguna observación al principio tocante a la duración que se tiene en mira; pero si los anfitriones pasan por alto esto, por lo menos los invitados que comprenden la necesidad de irse a una hora razonable pueden excusarse sin sentirse obligados a hacer disculpas.
Esto tiene más que una ventaja. No solo hay la probabilidad de que se proteja la moralidad, sino también la salud de uno, ya que uno tendrá menos probabilidad de comer y beber con exceso y dormirá más. Todo lo cual es de valor particular para los ministros cristianos, que por lo general tienen un día pleno de actividades ministeriales y adoración los domingos. Como lo expresó en una ocasión un ministro cristiano de mayor edad: “Mientras menos ‘vivo,’ más puedo dar”; dando a entender por ‘vivo,’ por supuesto, el participar en placeres mundanos.
Sí, tanto en el caso de las ocasiones alegres como en el caso de todo lo demás que entra en la vida del cristiano, se necesitan restricción y gobierno de uno mismo. El Creador se propuso que sus criaturas terrestres obtuvieran mucho gozo de muchas diferentes cosas, y entre éstas figuran las ocasiones sociales. Pero no hay por qué éstas deban convertirse en diversiones estrepitosas; pueden ser ocasiones saludablemente gozosas sin disculpas o pesares. ¡Ciertamente ése es el derrotero sabio!
[Nota]
a An Expository Dictionary of New Testament Words-W. E. Vine.