¿Rechaza transigir la encíclica papal?
EL 21 de agosto de 1950 se dió al público la traducción oficial inglesa de la encíclica Humani Generis (Del Género humano) emitida por el papa Pío XII. Se dirigió especialmente contra eclesiásticos que, en el interés de unirse y formar un frente religioso sólido contra el ateísmo, transigirían o harían a un lado diferencias en dogma.
¿Pero fué realmente contra el principio de transigir que se declaró el papa? En países donde es poderosa, la Iglesia Católica declara que la libertad de palabra y la libertad de religión son errores perniciosos que deben ser suprimidos, pero en países democráticos donde la Iglesia es una minoría sus interlocutores defienden tales libertades. ¿No es eso transigir con sus principios?
La Enciclopedia Católica dice, “La unión con la Iglesia no es sólo uno de los diferentes medios mediante el cual puede obtenerse la salvación: es el único medio.” Las bulas pontificias y los catecismos de la Iglesia han dicho lo mismo, y en esta última encíclica se lamentó el papa, “Algunos reducen a una fórmula sin sentido la necesidad de pertenecer a la verdadera iglesia a fin de ganar la salvación.” Sin embargo cuando cuatro profesores católicos en escuelas católicas de Boston protestaron que el jesuíta Keleher, presidente del Colegio Superior de Boston, enseñaba herejía al decir que había salvación fuera de la Iglesia, los profesores fueron despedidos. Sus súplicas al Vaticano fueron en vano, porque el Vaticano sabía que su doctrina de que no hay ninguna salvación fuera de la Iglesia Católica no sería popular en la democracia de los Estados Unidos. ¿No estaba transigiendo el Vaticano?
¿Y no se debe a su esfuerzo de transigir con la ciencia que la Iglesia Católica dice que Dios puede haber hecho el cuerpo del hombre mediante evolución, después creando un alma para que entrara en ese cuerpo evolucionado? La Enciclopedia Católica declara, “Que Dios debe haber hecho uso de causas naturales, evolucionarias y originales en la producción del cuerpo del hombre, no es improbable per se, y fué propuesto por San Agustín.” Y de nuevo el papa en su reciente encíclica repite esta opinión cuando declara que los estudios sobre evolución deben ser limitados a “investigaciones del origen del cuerpo humano en cuanto a venir de materia preexistente y viviente—porque la fe católica nos obliga a creer que las almas son creadas directamente por Dios”.
En su encíclica el papa reconoció “la palabra de Dios según se halla en la sagrada escritura como la base de toda enseñanza religiosa”; sin embargo el transigir de esta manera con la evolución no puede tener base en las Escrituras. ¿Por qué no? Porque existieron almas mucho antes de que fuera creado el hombre. Cuando hizo los animales acuáticos Dios dijo, “Produzcan las aguas en grande abundancia enjambres de almas vivientes.” Otra vez, “Creó Dios los grandes monstruos marinos, y toda alma viviente que se mueve.” En cuanto a animales terrestres, “Dijo Dios: Produzca la tierra almas vivientes según su género, bestias y reptiles y fieras.” (Gén. 1:20, 21, 24) De modo que hubo en existencia almas vivientes antes de que Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en sus narices aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. (Gén. 2:7) Números 31:28 (BC) muestra que los animales son almas. Eclesiastés 3:18-20 muestra la estrecha semejanza entre los hombres y las bestias al morir, y Ezequiel 18:4 prueba que las almas humanas mueren. Ningún texto tan siquiera insinúa que Dios plantó en el cuerpo del hombre un alma inmortal.
Si el papa está preocupado por las acciones transigentes que contaminan la fe, ¿por qué se preocupa únicamente por las tendencias modernas? ¿Por qué no limpia a la Iglesia Católica de las enseñanzas paganas que adoptó en el tiempo del emperador Constantino, en el siglo cuarto? Desde ese tiempo en adelante la Iglesia ha abierto los brazos a tales paganismos como la trinidad, purgatorio, tormento eterno, oraciones por los muertos, uso de rosarios e imágenes, adoración de la cruz y muchos otros. En defensa por adoptar tales paganismos el cardenal Newman dijo que la Iglesia “transmutó los meros instrumentos y accesorios de adoración demoníaca para un uso evangélico” y añadió que “son todos de origen pagano, y fueron santificados mediante su adopción por la iglesia”. (Ensayo sobre el desarrollo de doctrina cristiana) Tal razonamiento jerárquico, sin embargo, se topa de frente con 2 Corintios 6:14-16: “No seáis unidos en yugo desigual con los que no creen: ¿pues qué consorcio tiene la justicia con la iniquidad? ¿o qué comunión tiene la luz con las tinieblas? ¿y qué concordia tiene Cristo con Belial? ¿o qué parte tiene el creyente con el incrédulo? ¿y qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos?”
En verdad, no es tanto a las avenencias que se opone el papa. La historia católica abunda de ellas. Lo que el papa teme es que los sacerdotes transijan independientes de la Iglesia. Teme que se alejen del control papal, y por eso su encíclica repetidamente asevera que la Iglesia es la “autoridad docente”. Pero, ¿es la Iglesia Católica la “autoridad docente”, el “siervo fiel y prudente, a quien su señor ha puesto sobre su familia, para darles el alimento a su tiempo”? (Mat. 24:45) Ninguna organización que proporciona doctrinas paganas como “alimento a su tiempo”, puede serlo, porque 1 Corintios 10:21 dice: “No podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.”
Ni puede pasar la Iglesia Católica como la autoridad docente con la base de su pretensión de estar edificada sobre Pedro. No hay prueba de que está fundada sobre él. Él no aceptaría dinero por favores divinos; los sacerdotes sí. (Hech. 8:20) Él no permitiría que otro hombre se arrodillara a sus pies; los papas dejan que los hombres se los besen. (Hech. 10:26) Además, la verdadera iglesia de Cristo no está edificada sobre Pedro, sino sobre Cristo. Él es el que fué rechazado por los judíos como la piedra angular para el templo espiritual, no Pedro. Él es el que fué identificado por Pedro mismo como la Piedra Principal del ángulo, y añadió que otros cristianos ungidos son piedras vivas edificadas como templo espiritual para Él. En cuanto a Pedro, él no pretendió infalibilidad, fué corregido y enseñado por Pablo, y se habló de él como sólo una de las doce piedras que forman los cimientos apostólicos.—Isa. 28:16; 1 Ped. 2:4-8; Gál. 2:11-14; 2 Ped. 3:15, 16; Apo. 21:14.
En vista de todos estos conflictos entre la Iglesia Católica y la Biblia, podemos entender este lamento de la encíclica concerniente a los hombres que ahora se dirigen a la Biblia: “Es algo de que lamentarse el que no pocos de éstos, cuanto más firmemente aceptan la palabra de Dios, tanto más disminuyen el valor de la razón humana, y cuanto más exaltan la autoridad del Dios y revelador, más severamente menosprecian el oficio docente de la iglesia.”