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  • Resultados de la convención en la ciudad de Nueva York
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1951
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Resultados de la convención en la ciudad de Nueva York

DURANTE ocho días, del 30 de julio al 6 de agosto de 1950, los testigos de Jehová procedentes de 67 naciones celebraron una convención en el famoso estadio Yanqui de Nueva York. El día inicial hubo 79,247 concurrentes. El domingo, 6 de agosto, hubo 123,707 personas, y las que no cupieron en el estadio se quedaron en las calles cercanas u ocuparon las tiendas donde habían comido o el campamento de carro-casas en New Jersey. Se sobrentiende que semejante convención no podía menos que tener algún efecto en cualquier ciudad, aun en una del tamaño de Nueva York. El estar presentes millares de testigos por lo general causó una impresión favorable por dondequiera y, aunque la convención ya es algo de la historia y se han ido los grandes gentíos, la ciudad no ha olvidado su más grande convención.

Pero hay otro aspecto del cuadro de la convención que revela la naturaleza interior de lo que se logra más o menos por casualidad en una reunión cristiana de tan grandes proporciones. Este punto de vista encomienda el comportamiento general de los testigos, y demuestra la potencia de la verdad cuando la hablan en los hogares de personas dispuestas a la justicia.

Las circunstancias obligaron a los testigos de Jehová a conseguir alojamiento en miles de casas y apartamientos particulares, porque era imposible que los hoteles contuvieran a todos los delegados. En estos hogares y apartamientos los testigos de Jehová se portaron bien, fueron amigables con los dueños y dueñas, y no dejaron de hablar acerca de la Palabra de Dios con sus hospederos. Muchas de estas personas benévolas escucharon con verdadero Interés a sus visitantes de Colorado, Texas, Wáshington, California, Inglaterra, Costa del Oro de África, Suecia y otros puntos lejanos; y algunos asistieron a la convención durante los últimos días, quedando impresionados por el orden y la sinceridad de los convencionistas.

Después de la convención los testigos de Jehová residentes de la ciudad de Nueva York estaban resueltos a estimular el interés que estos dueños y dueñas de casa habían manifestado. Los resultados son muy animadores, según fueron dados a conocer en la primera asamblea de circuito celebrada en la ciudad (del 10 al 12 de noviembre) después de la convención. Ya para esa fecha por lo menos 26 dueños y dueñas de casa habían llegado a ser publicadores del Reino asociándose con las 26 unidades de Nueva York. Algunos de estos nuevos publicadores se contaron entre las 202 personas que simbolizaron su consagración por medio de inmersión en agua el domingo, 12 de noviembre. Más de 300 dueños y dueñas ·de casa que fueron los hospederos de los testigos de Jehová ahora tienen estudios bíblicos en sus hogares. Más de 1,000 por toda la ciudad son visitados con regularidad por los testigos de Jehová, y existe la posibilidad de que pronto tengan estudios en sus hogares.

Uno de los nuevos publicadores que se destaca es un señor que nació judío, anteriormente un predicador ordenado de la religión pentecostés. El tenía a testigos en su casa. Ahora está muy feliz debido al conocimiento de la verdad que acaba de hallar. Un matrimonio que hospedó a un hermano de Inglaterra hoy son publicadores activos y asisten a las reuniones en el Salón del Reino en Betel. Los dos se bautizaron en la asamblea de circuito, y la señora piensa ingresar en el servicio de precursores luego que sea elegible. Luego hay el joven que, a pesar del hecho que su madre se opuso, persistió en sus estudios con el fiel testigo que volvió a visitarlo. Ahora el joven es un publicador y su madre asiste al estudio bíblico en la casa. Y ¿qué le parece de la señora que se dirigió a un testigo de Jehová en la calle y le preguntó si no podía ella ayudarle a presentar las revistas? Por supuesto que sí, y ahora es publicadora.

El ser bondadosos y considerados también lleva su fruto. Un grupo de testigos de Jehová que había venido de un lugar distante lo halló necesario quedarse en un hotel en vez de en la casa particular a la cual había sido asignado. Le telefonearon a la dueña de casa y le explicaron la situación; y después de eso cada noche hablaban con ella por teléfono para darle un resumen de lo que había acontecido ese día en la convención. La señora los invitó a que fueran a visitarla en su casa; y ellos, a su vez, la invitaron al discurso público en el estadio. Para el tiempo que el publicador del Reino llegó a su casa después de la convención, ya había colocado varios libros y estaba hablando con sus vecinos. Deseaba un estudio bíblico en su casa. Lo tiene, y asistió a la asamblea de circuito y contó la experiencia que había tenido con los testigos de Jehová aunque no se habían quedado en su casa. Ahora asiste a las reuniones en el Salón del Reino local.

Indudablemente habrá muchas otras experiencias maravillosas a medida que los testigos de Jehová en Nueva York sigan visitando a los dueños y dueñas de casa que hospedaron a delegados de la convención en sus hogares particulares.

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