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  • De las Filipinas a Formosa y al Japón

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  • De las Filipinas a Formosa y al Japón
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1951
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1951
w51 15/12 págs. 753-758

De las Filipinas a Formosa y al Japón

Continuación del informe del recorrido de servicio hecho por el presidente de la Sociedad, N. H. Knorr, y de su secretario, M. G. Hénschel.

ALLÁ en 1947 cuando tuve el privilegio de servir en las Filipinas habían alcanzado un máximo de 2,902 publicadores. Ahora, en 1951, mientras estuve en la sucursal recibí el informe de marzo que acababa de recopilarse y demostró un nuevo máximo de 13,954. Ahora hay 371 compañías esparcidas a través de esta república de más de 7,000 islas, de las cuales 70 están pobladas. Los hermanos aprecian el servicio de tiempo cabal también, porque 476 publicadores son precursores ahora. La mayoría de éstos estuvieron en la asamblea y recibieron la invitación para ir a Galaad si cumplen los requisitos. Cerca de 40 llenaron solicitudes preliminares.

Después de la convención uno de los siervos de compañía contó sus experiencias al trabajar en la cárcelNew Bilibid. Se le dió permiso y el privilegio de predicar y enseñar en la cárcel, y al tiempo presente 45 estudian regularmente cada semana. El carcelero dió permiso para usar una piscina natatoria dentro de la cárcel para un bautismo, y muchos se bautizaron. Bastantes han obtenido su libertad de la cárcel al cumplir su condena y ahora están trabajando con las compañías como publicadores fieles. Conocimiento y esperanza en los propósitos de Jehová ayudaron a estas personas a cambiar su curso de vida y vivir correctamente y en alabanza al nombre de Jehová. El hermano tiene confianza de que los 45 que ahora estudian, muchos de los cuales ya son consagrados, se unirán a la obra de testimonio cuando obtengan su libertad.

El lunes se dedicó a hablar a los siervos de circuito. Nueve hermanos filipinos ya se han graduado en Galaad y han regresado a la obra en las islas, y algunos se hallan en la obra de circuito. Fue interesante hablar con ellos acerca de sus problemas, especialmente aquel con que se confronta el siervo de circuito al visitar las compañías y llevar a publicadores en la obra para mostrarles cómo trabajar de casa en casa. En las Filipinas el siervo de circuito generalmente no tiene dificultad en conseguir que alguien vaya con él, porque la entera compañía a menudo desea la instrucción . . . Hay tantos que están viniendo a 1a verdad y a tal paso rápido que todos desean aprender de prisa cómo testifica el siervo de circuito. Por eso no es extraño que un siervo de circuito vaya de puerta en puerta con 25 o más publicadores de compañía acompañándole y escuchando lo que tiene que decir. Esto no asusta a los amos de casa, debido a que a ellos les gusta la gente y escuchan, y la demás gente en la casa también escucha. A veces vecinos vendrán y escucharán y quizás 75 personas compondrán la concurrencia. Por eso los siervos de circuito dicen que a menudo su testimonio de puerta en puerta cambia a una serie de reuniones públicas durante el día y mucha literatura se coloca de esta manera y se hacen arreglos para estudios de casa. Por supuesto, ésta no es la mejor manera de proporcionar enseñanza individual, y a medida que los publicadores nuevos en las Filipinas aprendan a hacer la obra de casa en casa no seguirán yendo en grupos tan grandes. Se cree que en sus siguientes viajes a los circuitos los siervos podrán llevar a uno o dos consigo a la vez mientras que los demás irán de casa en casa por sí mismos.

Los hermanos en la República Filipina están trabajando bajo condiciones muy adversas debido a la situación revolucionaria que existe en el país, especialmente en la isla de Luzón. Esto no ha resfriado su celo, sino que aprecian mejor que nunca cuánto se necesita el reino de Dios. Saben que toda la gente tendrá una oportunidad para oír del Reino; de modo que continúan predicando las buenas nuevas y consolando a la gente angustiada. Cuántos miles de personas finalmente se asociarán con los testigos de Jehová en las Filipinas es difícil de determinarse, pero todos los de la sucursal y los siervos de circuito están seguros de que antes de terminar este año habrán alcanzado 15,000 publicadores. Se hallan ya bien por encima del aumento del 34 por ciento sobre el máximo del año pasado. Aunque muchas lenguas se hablan en esta república, en lo que toca a los testigos de Jehová ellos hablan un sólo lenguaje puro entre sí y al llevar la verdad de la Palabra de Dios a la gente en todas las islas. Están dispuestos a la expansión. Si es la voluntad del Señor ellos desean predicar el mensaje a toda la gente antes de que el gran día del Dios Todopoderoso empiece a aplastar a toda la organización del Diablo.

FORMOSA

Nuestro itinerario indicó que saliéramos de las Filipinas el martes por la mañana, 27 de abril. Estuvimos en el aeropuerto a las 6 de la mañana, y también otros 30 hermanos nuestros que vinieron a despedirnos. Y no pasó mucho tiempo antes que nos halláramos volando hacia el norte con rumbo a Formosa (Tai-uan). Aterrizamos cerca de la capital, Taipei, como a las 11 horas. Había 13 hermanos para recibirnos. Se había arreglado con anterioridad que el hermano Hénschel se detuviera ahí por un día y se fuera en un vuelo que iba a efectuarse al día siguiente a mediodía. Yo tenía que seguir hasta el Japón debido a que la convención iba a principiar al día siguiente. Pero cuando hablamos con nuestros hermanos supimos que no había vuelo al día siguiente. De modo que inmediatamente pregunté en el aeropuerto en cuanto a otros vuelos, y había uno para el viernes; de modo que se arregló que el hermano Hénschel saliera el viernes para el Japón. El hermano Shinichi Tohara, graduado de Galaad, había sido enviado a Formosa hacía cuatro semanas desde Tokio, para visitar a los hermanos y ver lo que pasaba en Formosa, e hizo arreglos para quedarse con el hermano Hénschel y acompañarlo a Tokio en unos cuantos días. Esto le daría al hermano Hénschel más tiempo para examinar las cosas en Formosa y tratar de ayudar a los publicadores que estaban progresando bajo adversidad. Hacía menos de un año, a dos misioneros graduados de Galaad se les había rehusado permiso para permanecer por más tiempo en el territorio que está bajo control de la China nacionalista. Los hermanos en el aeropuerto no parecían desanimados, y durante la permanencia de una hora en el aeropuerto pude hablarles mediante interpretación; y esto fué un verdadero placer. La visita fué demasiado breve.

El vuelo de Formosa al Japón no tuvo nada de notable. Casi en todo el camino lo único que pude ver fué nubes. Sin embargo, cuando salimos de Taipei, pude echarle una buena mirada a la ciudad y a los miles de arrozales hermosamente terraplenados, todos inundados debido a que las lluvias habían llegado. El campo estaba hermosamente cuidado por agricultores expertos. Al cruzar la costa me pregunté qué información podría conseguir el hermano Hénschel acerca de la actitud de Formosa en cuanto a la obra de los testigos de Jehová. A continuación inserto parte del informe que recibí del hermano Hénschel cuando llegó él a Tokio unos días después que yo.

“Las condiciones en Formosa son difíciles para la mayor parte de la gente. Los ejércitos nacionalistas chinos están acampados en grandes números en la isla, que no puede producir suficiente alimento y otros materiales para sostener a toda la gente. Debe recibirse ayuda del exterior, y mucha ha venido de América. Los chinos están determinados a que deben regresar y apoderarse de la tierra que tienen los comunistas y están trabajando hacia ese fin. Todo recurso, dicen ellos, debe dedicarse a lograr esa meta, incluyendo alimento y gente.

“La ciudad de Taipei es bulliciosa. Se ven muchos hombres en uniformes. Oficialmente la gente habla el chino, pero la mayor parte de la gente no sabe ese lenguaje. Saben considerable japonés, así como también taiwano o una lengua tribal. Las calles de la ciudad sufrieron como resultado de falta de manutención durante el período de la II Guerra Mundial, y ahora el dinero parece usarse para otras cosas; por eso hay muchas extensiones escabrosas y llenas de baches. La población es considerable, quizás de un millón, pero nadie se arriesgaría a calcular. Ninguno de los testigos de Jehová reside en Taipei; todos están en otras ciudades y en el campo.

“Casi todos los hermanos que estuvieron en el aeropuerto eran de la costa oriental. Ellos dicen que en los distritos de Tai Tung y Hua Líen hay cerca de 1,500 hermanos y hermanas. Son de la tribu ami, que es la tercera más grande de Formosa. Viven en aldeas y pueblos pequeños y casi todos están empleados en la agricultura. Aman la verdad y se reunen en casi todas las aldeas para estudio e instrucción de la Biblia de cinco a siete noches a la semana. Su lenguaje no se escribe, pero puesto que muchos saben la lengua japonesa usan la Biblia japonesa como base para sus actividades. Empezaron a construir un Salón del Reino en el cual celebrar reuniones, pero la policía intervino y dijo que no podían tener una iglesia sin estar registrados. Por otra parte se les había dicho que no podían ser registrados sin tener una iglesia en la cual se reunieran. Por eso habían presentado una petición al gobierno del distrito pidiéndole que les permitiera tener un lugar y adorar a Dios. Pero siempre parecía resultar en una demora o que alguna otra cosa se requería. Al tiempo que llegué no habían tenido buen éxito en resolver el problema.

“El hermano Tohara había hecho un esfuerzo para hablar con el gobernador de Formosa, pero cuando el gobernador supo que trataba con la obra de los testigos de Jehová no quiso dar nada de su tiempo. Parece haber gran rencor contra nosotros en círculos oficiales. Por eso se creyó mejor dirigirnos a la embajada norteamericana. No tenían información sobre la deportación de los misioneros y sugirieron que se hiciera una visita a la sección de asuntos extranjeros de la policía. Eso quiso decir esperar por un tiempo hasta que el jefe de la sección terminara una conferencia; y luego llegó la hora para el tiffin (el almuerzo). Una respuesta inmediata se recibió del coronel que sabía todo acerca del asunto, y sugirió que se hiciera una cita para el día siguiente, porque estaba listo para el tiffin.

“Se descubrió que la policía había recibido algunos informes fantásticos concernientes a los testigos de Jehová. No se ocuparon en decir de quién vinieron los informes, pero dijeron que eran cosas como el hacer que muchas personas tanto hombres como mujeres se quitaran toda la ropa y permanecieran de pie en un río mientras alguien les rociaba agua sobre la cabeza en bautismo, enseñarle a la gente a no pagar impuestos, y sospecha de que ésta era una organización secreta o subversiva. Por supuesto, todas estas cosas eran ridículas. Los siervos de las dos compañías principales, Cheng Ah Pang y Lin Yee Yia, y el hermano Tohara estuvieron presentes conmigo en el cuartel general de la policía. Estos siervos fueron interrogados en presencia del coronel y otros oficiales por medio del hermano Tohara, porque ellos no podían hablar inglés o chino, sino sólo japonés y ami, y categóricamente negaron todo cargo. Habían tenido un bautismo en la casa del hermano Cheng Ah Pang, pero no en el río, y la gente usó kimonos en la ocasión. Y se indicó que los testigos de Jehová no tolerarían tal “bautismo” porque no era moralmente correcto y porque Cristo Jesús fué el ejemplo y él no fué rociado con agua sino completamente sumergido en el agua. Tampoco ha habido un solo caso, dijo el hermano Cheng Ah Pang, donde los misioneros o los siervos de Ami le hubieran enseñado a la gente a no pagar impuestos y no ha habido un solo caso donde alguno de los testigos de Jehová haya dejado de pagar impuestos. También se mostró que los testigos de Jehová no son una organización secreta y tampoco subversiva, sino que en todos los países totalitarios, especialmente en los comunistas ahora, los testigos de Jehová son perseguidos y prohibidos. Había habido algo equivocado con los informes que la policía había recibido, y el coronel dijo que iba a investigarlos. Él propuso que se hiciera una investigación de todo el asunto, la policía enviando a un representante, pagando ellos los gastos, y la Sociedad enviando a un representante, pagando ella los gastos. No había ninguna alternativa, de modo que inmediatamente se aceptó esta oferta sobre la base de que alguien pudiera ser enviado del Japón para representar a la Sociedad. Los oficiales en Formosa generalmente son muy corteses a los norteamericanos, pero sólo el transcurso del tiempo nos dirá si son sinceros en todo lo que expresan.

“Todos los hermanos estuvieron muy contentos de que pudiera actuarse para resolver sus problemas, porque tienen confianza en que si tienen libertad para la obra predicadora podrán ganar miles de más hermanos y hermanas de la tribu ami y luego de otro territorio también. Tienen siete hermanos que desean ingresar en el precursorado. Fué interesante oír cómo fué posible que los hermanos Cheng Ah Pang y Lin Yee Yia dedicaran tanto tiempo a su trabajo. Ellos son de familias grandes, y, aunque tienen sus propios hijos y tierra, sus hermanos y familiares les habían dicho que estos hermanos deberían dedicarse a la obra del Reino y ayudar a los demás a conocer la verdad y por eso sus haciendas y familias serían cuidadas y estos dos hermanos adelantarían la expansión de la verdad. Tienen la apariencia de ser impávidos y confiados en Jehová, y no hay duda de que quisieron decir lo que expresaron de que no importa lo que venga, ya sea que la investigación se materialice y quite todo obstáculo o no, ellos y los demás se asirán al servicio de Jehová y ayudarán a la gente a aprender de los propósitos de Dios. Habían estado en campos de prisión bajo los japoneses durante la II Guerra Mundial y también el año pasado bajo los chinos, pero sintieron que Jehová les había permitido vivir para efectuar el ministerio y ellos quieren ejecutarlo bien. Aun bajo las circunstancias presentes la obra está creciendo en Formosa y seguramente continuará así. A medida que puedan conseguir más publicaciones en la lengua japonesa podrán adelantar la obra educativa a través de los distritos más allá de las 21 aldeas donde ahora existen compañías.

“Fué un privilegio el estar asociado con tales luchadores celosos e intrépidos del nuevo mundo de Jehová, y completamente gocé al hablarles sobre la Biblia y al contestar algunas de sus preguntas. Son estudiantes concienzudos y van hondamente en el significado de las Escrituras. Aprecian la organización teocrática y mostraron deseo genuino de organizar la obra del Reino completamente en sus compañías. Si hay la posibilidad de enviar más graduados de Galaad a Formosa y mantenerlos ahí, me siento seguro de que habrá mucho fruto de aumento en Formosa.”

Así concluyó el hermano Hénschel su informe.

EL JAPÓN

Como yo les estaba diciendo en este relato antes de inyectar este informe sobre Formosa, me hallaba en ruta para Tokio el 24 de abril por la tarde. Volamos sobre Okinawa y a través de las nubes separadas de vez en cuando podía ver una isla pequeña. Luego vino la noche, seguida en breve por una vista de las luces de la ciudad de Yokohama. Volábamos bajo, preparándonos para aterrizar en la base aérea de Haneda. Volamos en círculo sobre la ciudad extendida de Tokio y treinta minutos después, al salir del avión, oí unos aplausos fuertes de una muchedumbre excitada detrás de la barrera de alambre. Fué bueno el ver a esa muchedumbre entusiasta; me hizo sentir como en casa. Habiendo pasado por la aduana y después de contestar preguntas oficiales, fuí rodeado por docenas de caras sonrientes y nadie parecía saber qué decir. Todos estábamos felices. Fué fácil imaginarme que estábamos en la Escuela de Galaad. Había 45 misioneros en la muchedumbre. No sabía dónde empezar a decir ¡hola! y estábamos interrumpiendo todo el tráfico en la terminal aérea. ¡Mejor movernos, pensé!

El hermano Háslett, el siervo de sucursal, sugirió que les hablara a todos los hermanos en el Salón del Reino en Tokio, y aunque estaba cansado después de quince horas de viaje, este grupo de publicadores y misioneros japoneses fué bastante para mantener a cualquiera de pie. De modo que ¡vamos pues! Los setenta y tantos hermanos se apretujaron en los autobuses y pronto recorrimos la corta distancia a través de las poco alumbradas calles de regreso a Tokio. En el camino hablamos mucho y se entregaron saludos y amor a los que se hallaban en el autobús en que yo iba. Había visto a amigos y parientes de muchos a través de muchos países. Luego en el salón conté algunas de las muchas experiencias de los dos meses pasados. Se hizo muy tarde; nadie quería acostarse, pero al día siguiente habría más.

El día siguiente, miércoles, 25 de abril, supe que el Salón del Reino, que es la habitación del frente de la sucursal y casa misionera, ya es demasiado pequeño para acomodar el número aumentante que concurre a las reuniones en Tokio. El salón en sí mismo atrae a la gente, porque da a la calle y el frente está hecho casi enteramente de vidrio, lo cual permite que los transeúntes obtengan una buena vista de lo que pasa adentro. El salón, el comedor, los pasillos y la oficina tienen pisos de madera, pero los otros cuartos, como en todas las demás casas japonesas, tienen pisos de paja, llamados tatami, y se usan por los japoneses para dormir. Duermen entre dos esteras blandas: la de abajo se llama un shiki buton y la de encima un futon. Por la mañana enrollan las esteras y el piso queda limpio para la actividad cotidiana. El piso también se usa para sentarse cuando uno desea leer, escribir, comer o sólo descansar. Considerando esto, es claro que uno no camina por el piso con los zapatos puestos, sino que los deja en el piso duro dentro de la entrada principal. Usted puede usar zapatillas blandas para caminar en el piso de madera en los pasillos, pero usted se los quita también cuando pisa sobre un tatami. ¿Le gustaría a usted que alguien caminara sobre su cama o silla con los zapatos puestos? En cuanto a las paredes dentro de la casa, la mayor parte de ellas son hechas de papel pegado a un marco débil de madera, formado en secciones que se recorren a un lado, haciendo una entrada. Las casas son muy frescas en el verano, no muy pesadas en un temblor, y sirven de refrigerador bien ventilado en el invierno. Las puertas son muy bajas y, a juzgar por el número de chichones en la cabeza del siervo de sucursal (siendo un individuo de seis pies de estatura), parece que él ha aprendido esto del modo difícil. Yo también lo aprendí así, y de ahí en adelante anduve en las casas japonesas con los hombros encogidos.

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