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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1952
w52 1/9 págs. 542-544

Preguntas de los lectores

● ¿Aplican al orden de resurrección los textos en Mateo 19:30; 20:16; Marcos 10:31 y Lucas 13:30 donde dice que los primeros serán postreros y los postreros primeros?—H. E., Míchigan.

No, la resurrección no es el tópico en discusión. Dos clases de personas vienen a estar bajo consideración. Una clase de que se pensaría como la primera en el favor de Dios termina como postrera y excluida completamente, y la clase de que se pensaría como postrera o excluída llega a ocupar la principal posición de favor. Los líderes religiosos de Israel que a sí mismos se ensalzaban no sólo estaban bien abastecidos materialmente sino que también eran ricos en privilegios y oportunidades espirituales; los primeros en línea para la bendición divina, pensaban ellos. A su vista la gente pobre, común, era despreciable y les llamaban ‘am haárets o “gente de la tierra”, como si estuvieran debajo de sus pies, los últimos en cuanto a ser dignos de consideración por Dios. Empero Jesús les dijo a los exaltados que el tiempo venía cuando serían dejados afuera del arreglo del reino de Dios, prefigurado por Abrahán e Isaac y Jacob y los profetas, y en su lugar vendrían los despreciados a reclinarse a la mesa en el reino de Dios. Al hablar de éstos que venían como si llegaran del oriente, occidente, norte y sur, Jesús manifestó que no sólo serían gente común de entre la nación judía sino también personas pobres de todas las naciones. Tales judíos oprimidos y gentiles despreciados eran los postreros en lo que tocaba a una oportunidad para el reino de Dios; o al menos así razonaban los religiosos presumidos que se ponían a sí mismos como los primeros en línea para bendición divina. De modo que fué pensando en estas clases y relaciones que Jesús concluyó con las palabras: “Hay aquellos últimos que serán primeros, y hay aquellos primeros que serán últimos.”—Luc. 13:23-30; 16:14-31, NM.

Aquellos que desean ser ricos en comodidades, ya sea en un sentido material o en estimación y reputación públicas, encontrarán sumamente difícil entrar al Reino; mientras que los que voluntariamente se despojan de sus posiciones cómodas y buena reputación mundana para servir a Dios bajo persecución serán bendecidos. Tales personas humildes posiblemente sean puestas como los últimos en la lista para favor divino de acuerdo con el justiprecio de este mundo, y los personajes altivos del mundo quizás sean puestos primeros en la lista. Pero, fué después de contrastar estas mismas clases de ricos y pobres que Jesús dijo: “Muchos que son primeros serán últimos y los últimos primeros.” (Mat. 19:24-30; Mar. 10:23-31, NM) Las circunstancias en las que se usó esta expresión en Mateo y Marcos eran diferentes a las de Lucas, pero el principio que se establece es el mismo; a saber; que aquellos ricos en privilegios y oportunidades espirituales y aparentemente primeros en línea para bendición divina, tales como la clase clerical, terminan últimos, y los humildes considerados por el clero exaltado como los últimos que jamás alcanzarían algún favor divino son puestos primeros por Dios.

En Mateo 20:16 el principio se declara en todavía otras circunstancias. Se da una ilustración de un amo de casa que alquiló trabajadores para trabajar en su viña, conviniendo en pagarles un denario por el trabajo del día. A la tercera, sexta, novena y undécima horas del día trajo nuevos grupos de trabajadores, prometiendo pagarles lo que era justo. Al término del día se les dió a todos un denario, sin importar cuánto habían trabajado. Los que habían trabajado todo el día recibieron lo convenido, empero rezongaron porque los que habían trabajado sólo una hora recibieron igual. El amo de casa les dijo que él había cumplido el acuerdo, y que podía hacer lo que deseara con lo que le pertenecía. Los envió a que siguieran su camino, y concluyó con la expresión acerca de los primeros siendo postreros y los postreros primeros. (Mat. 20:1-16) Esta ilustración aplica desde que el Señor vino a su templo en 1918, y la conclusión vino en 1931 cuando el pago llegó en forma del nombre nuevo, testigos de Jehová. Algunos que habían estado en la verdad por más tiempo que otros se ofendieron, murmuraron, y se salieron. No estuvieron satisfechos con el nuevo nombre que los colocaba al mismo nivel con todos los demás publicadores, y no quisieron vivir en conformidad con él haciendo la obra de testificar. De modo que éstos, en un tiempo primeros debido a sus años de servicio, vinieron a ser postreros o dejados afuera, y los que eran más recientes en la verdad y más humildes ocuparon su lugar.

Así que al aplicar la expresión a estas dos clases, ésta se hace entendible en todas sus diferentes circunstancias y tiene sentido, ya sea refiriéndose a situaciones en Israel en el día de Jesús entre los judíos, o refiriéndose a la añadidura de gentiles a la clase de la iglesia, o a condiciones en la cristiandad en estos últimos días. La clase clerical exaltada una vez considerada como primera es degradada a ser última, y a los humildes degradados como últimos Dios los exalta a la posición primera para con él.—Luc. 14:11.

Pero ¿cómo sabemos que ser últimos significa ser excluidos del todo? Del mismo modo que sabemos que los que son ‘llamados muy pequeños en el reino de los cielos’ son excluidos del todo del Reino. Por el contexto. Este denota que aquellos a quienes se hace referencia como ‘muy pequeños en el reino’ eran los escribas y fariseos, y específicamente dicho jamás entrarían al Reino, ni nadie más cuya justicia no excediera la suya. Es esta misma clase clerical la que también se menciona como los primeros que vienen a ser postreros; por eso ‘los más pequeños’ y los “postreros” deben representar el mismo destino. (Mat. 5:17-20) Como prueba de que ‘los muy pequeños en el reino’ quiere decir estar en él, quizás algunos citen Mateo 11:11, donde Jesús, cuando hablaba de Juan el Bautista, dijo: “El que es muy pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.” Sin embargo, aquí “muy pequeño” se traduce de una palabra griega diferente de la traducida en Mateo 5:19, y correctamente debería ser traducida el “menor”. (NM; Dy; Moderna, margen; Ro) Todos los del reino celestial son menores en comparación con Cristo Jesús, que es el único “llamado grande en el reino”, porque él es el único que puede guardar y enseñar la Ley perfectamente. También es el contexto el que manifiesta que aquellos primeros que vienen a ser últimos son los echados fuera, que no entran en el arreglo del Reino, que no pueden hacerlo, así como un camello no podría pasar a través del ojo de una aguja. Aun podríamos ilustrarlo por una expresión moderna. Cuando decimos, “Eso es lo último en que habría pensado,” queremos decir que nunca habríamos pensado en ello. De modo que los primeros que vienen a ser los últimos son excluídos enteramente.

● Dado que la idea de esclavitud es tan degradable hoy día, ¿por qué hablamos de los cristianos como siendo esclavos de Cristo? Él dijo que ya no nos llamaría esclavos, sino amigos.—M. S., Connecticut.

Es verdad que Jesús dijo, en Juan 15:15, NM: “Ya no los llamo a ustedes esclavos, porque el esclavo no sabe lo que su amo hace. Pero los he llamado amigos, porque todas las cosas que he oído de mi Padre se las he hecho saber a ustedes.” Jesús acababa de celebrar la Pascua y de instituir el Memorial con sus apóstoles, y eso fué poco antes de su arresto y muerte. En esta última oportunidad que tuvo para estimular y fortalecer a sus apóstoles, él fué muy íntimo; empero él no negó que todavía eran esclavos. Cinco versículos después él les recordó de la relación de amo y esclavo: “Tengan presente la palabra que les dije, El esclavo no es mayor que su amo. Si ellos me han perseguido a mí, los perseguirán también a ustedes; si ellos han observado mi palabra, observarán también la de ustedes.” De modo que él no estaba eliminando el vocablo esclavo, sino que estaba manifestando que sus seguidores, aunque eran esclavos, también eran sus amigos. No era la relación de amo a esclavo generalmente fría y formal; además de esta relación legal ellos también eran amigos íntimos. Pero esta amistad no canceló el hecho de que los cristianos no se pertenecen a sí mismos, sino que fueron comprados con un precio, y son esclavos de Cristo.—1 Cor. 6:19, 20; 7:23.

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