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  • Participando de la prosperidad del pueblo de Dios
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1953
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1953
w53 15/6 pág. 359

Participando de la prosperidad del pueblo de Dios

“SI Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican.” (Sal. 127:1) Aunque le han rendido homenaje de boca a la verdad, los políticos han pasado por alto a Jehová y, junto con los guías religiosos, han confiado en los proyectos humanos para alcanzar prosperidad. Con razón se sienten desilusionados y turbados.—Jer. 14:19.a

Que Jehová es la fuente de la prosperidad se ve en la prosperidad de su pueblo hoy día, el pueblo más feliz de toda la tierra. Pero no siempre estaba feliz. En 1918, debido a temor a los hombres y falta de entendimiento, se hallaban en una condición de pobreza, algunos en cárceles literales, todos en la prisión espiritual del sistema mundial del Diablo, y su voz de predicación pública estaba bastante apagada.

Luego oraron a Dios: “¡Oh, visítame con tu salvación! para que yo vea el bien [la prosperidad, AN] de tus escogidos; para que me alegre en la alegría de tu nación.” (Sal. 106:4, 5) Jehová contestó esa oración que se hizo en armonía con Su voluntad y Sus profecías. Estaba disgustado con ellos, pero por causa de su nombre no quiso que fueran destruídos. Así que les abrió los ojos y les mostró que la liberación se les prometía en Su Palabra y que todavía había mucho trabajo que hacer.

Hoy día, la cristiandad no tiene prueba alguna de gozar del favor divino; está perpleja y en gran temor; no tiene un mensaje oportuno para la gente, y en vano hace rezos y cruzadas por la paz. Pero el pueblo de Jehová disfruta de prosperidad; se le están desenrollando los sagrados secretos de Dios; no tienen duda alguna en cuanto a su propósito en la tierra; tienen prueba de que tienen el espíritu de Jehová y su aprobación; tienen ánimo; constantemente aumenta el número de sus predicadores y su mesa está llena de rico alimento espiritual.

La organización de Jehová tiene asegurada la prosperidad, pero para participar personalmente de ella tenemos que apegarnos a la organización, vivir conforme a sus principios y portarnos dignos de ser retenidos en ella. No podemos hacer como hizo Israel y mostrar falta de fe, olvidando las maravillosas obras de Jehová; mostrarnos faltos de sumisión por medio de rebelarnos contra los representantes de Jehová debidamente asignados; no podemos volver a las prácticas inmundas del viejo mundo.—Sal. 106:6-46; 1 Cor. 10:1-12.

Si queremos participar de la prosperidad que Dios le ha dado a su pueblo tenemos que ‘creer en sus profetas’. (2 Cró. 20:20) Eso quiere decir estudiar la Biblia solos y con otros. Y no podemos descuidar nuestras responsabilidades, porque sólo si somos diligentes en adelantar la Palabra de Jehová y los intereses de su Reino prosperaremos, porque él ha prometido que éstos prosperarán. (Isa. 9:7; 55:11) Al mismo tiempo tenemos que cuidar de no estar excesivamente conscientes de nuestra prosperidad, dejando que ésta nos envanezca, porque así hay peligro de desobedecer.

Y aunque estamos disfrutando de prosperidad ahora, nuestra oración no se ha contestado cabalmente, pues dice: “¡Sálvanos, oh Jehová, Dios nuestro, y recógenos de entre las naciones!” (Sal. 106:47) Sí, no sólo a MÍ, sino a otros también, “recógeNOS”. Hay otras ovejas que aun han de ser recogidas.

Por eso que otros nos vean y nos oigan como testigos de Jehová; que vean nuestra prosperidad espiritual; que sientan un deseo arrollador de participar de ella. Hay suficiente prosperidad para todos—¡podemos ser generosos! Al serlo, aumentará nuestra propia felicidad a medida que veamos la organización visible de Dios prosperar más y más.

[Nota]

a Para más detalles, vea La Atalaya del 1 de junio de 1953.

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