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  • La vía ancha de las divisiones religiosas

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  • La vía ancha de las divisiones religiosas
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1953
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1953
w53 15/9 págs. 552-555

La vía ancha de las divisiones religiosas

¿POR qué hay tantas religiones? Sólo dentro de los Estados Unidos hay veintitrés clases de bautistas, veintiuna clases de metodistas, veinte divisiones entre los luteranos, trece clases de menonitas, diez clases de presbiterianos, y un buen puñado de Iglesias de Dios. Treinta y nueve religiones confiesan que la falta de unidad es tal que dicen que la doctrina depende enteramente del individuo, aparentemente asumiendo que él sabe más que los eruditos, o que su idea contradictoria tal vez sea inspirada por el espíritu. Una autoridad lo expresó así: “Si hay que hablar de denominaciones y sectas, de organizaciones aquí y allí, de movimientos de vez en cuando, ¿cómo se puede hablar de cristianismo en los Estados Unidos? ¿No es este caos religioso . . . todo manchas y saltos?”

Sí, ¿por qué tal división? La Biblia es un solo libro. Las ediciones del término medio contienen de 1,000 a 1,300 páginas, y eso no es sumamente grande. El diccionario de Wébster contiene 3,000; la Enciclopedia británica, 24,000; Los clásicos de Hárvard, 22,000. No obstante, sobre la base de las 1,000 páginas de la Biblia descansa el fundamento de más de 230 de las más de 250 religiones de América, o una denominación por cada cinco páginas de ese libro. Ahora, dado que la Biblia no se contradice sobre doctrina cada cinco páginas, ¿por qué hay tantas diferentes religiones diciendo que ella es su guía? ¿Son sus eruditos tan ignorantes que no pueden leer estas 1,000 páginas de modo que convengan, o hay otras razones?

Algunas razones para esta división han sido insignificantes, otras casi ridículas, pocas de ellas cristianas. Una causa principal ha sido la determinación del hombre de rehacer su religión de modo que le agrade a él, en vez de rehacerse él para agradar a Dios. Esos “mejoramientos” intentados fueron predichos hace mucho: “Se levantarán hombres que hablarán cosas torcidas para arrastrar a los discípulos tras sí,” y, “También habrá falsos maestros entre ustedes. Estos mismos introducirán calladamente sectas destructivas y hasta repudiarán al mismo dueño que los compró [Cristo].” (Hech. 20:29, 30; 2 Ped. 2:1, NM) En evidencia de que esto sucedió, El reino de Dios en América dice que la religión de la actualidad “representa no tanto el impacto del evangelio sobre el Nuevo Mundo como el uso y adaptación del evangelio por la nueva sociedad para sus propios propósitos”. La unidad de doctrina ha pasado, y esa pérdida de unidad representa una pérdida de verdadero cristianismo.

Con frecuencia se han trazado límites religiosos de acuerdo con el mapa político y económico. Guillermo Warren Sweet indica, en La historia de las religiones en América que el más importante y trascendental de los cismas en las iglesias norteamericanas sucedió por la esclavitud de los negros, y dice: “No fué sino hasta que miembros eclesiásticos llegaron a ser ricos cultivadores de algodón que las iglesias cesaron de denunciar la institución. Cuando se adoptó la Constitución todas las iglesias estaban unánimes en su oposición a la esclavitud; para el comienzo de la Guerra Civil las iglesias habían llegado a ser un baluarte de la esclavitud norteamericana.” Así que, ya que la religión no ha moldeado a la gente, sino que ha sido moldeada por ella; no ha influído al mundo, sino que ha sido influída por él, con razón se ha esparcido en tantas direcciones diferentes y antagónicas.

HISTORIA DE LAS DIVISIONES

Los primeros colonos trajeron consigo un gran número de religiones. Había anglicanos, puritanos, peregrinos, presbiterianos escoceses, calvinistas, luteranos, cuáqueros, bautistas, metodistas y otros. Pero el explorador era un individualista vigoroso, independiente y determinado a proseguir su propio camino en religión así como en política. Tomó este conjunto de religiones ya confuso y lo separó y dividió en millares de grupos más pequeños. “Tales denominaciones como los dunkers y los menonitas, que eran de origen europeo, al trasplantarse a América se dividieron y redividieron a medida que iban moviéndose hacia el oeste en la frontera sin desarrollo,” dice Sweet, que describe esta religión de la frontera como “torcida como a menudo lo era, casi más allá de reconocimiento”. Los fundamentos para las nuevas religiones, por lo tanto, no se basaron en doctrina sana sino en este torcido punto de vista de la frontera. Mientras se alejaban más y más de la adoración verdadera, el número de sectas seguía creciendo.

Una cosa que dividió aun más la religión de América fué el “Gran Despertamiento” entre 1734 y 1790. Esta fué una oleada de despertamiento religioso que se extendió desde Nueva Inglaterra a través de Nueva Jersey y hasta el Sur. A los nuevos predicadores o “Nuevas luces”, sin embargo, no los consideraban favorablemente los elementos más conservadores o “Antiguas luces”, quienes frecuentemente expulsaban al grupo más nuevo. Estos, siendo vigorosos evangelizadores, simplemente establecían sus propias congregaciones, algunas de las cuales se desarrollaban en nuevas religiones. Los unitarios se separaron de los congregacionalistas de esta manera. Los presbiterianos se separaron temporalmente en cuerpos de “Nuevo lado” y “Antiguo lado”, y muchas congregaciones “Separadas” que se formaron se hicieron bautistas. Shúbal Stearns, el fundador de una de éstas, se mudó a Carolina del Norte, donde su evangelismo produjo los Bautistas Separados, ahora un grupo comparativamente pequeño, cuyo crecimiento inmediato fué llamado “casi sin paralelo en la historia bautista”.

La esclavitud, ya mencionada, fué la tercera gran razón para los cismas. Dividió al metodismo de par en par en 1844. La gran separación bautista vino en 1845. La casa presbiteriana se dividió justamente a lo largo de la línea MasonDixon entre el Norte y el Sur. Organizaciones religiosas enteramente separadas se establecieron para amoldarse a la política, y cuando la política puede dividir la iglesia ¡seguramente ésta está muy lejos de la separación de la política que Cristo y los apóstoles enseñaron! Las divisiones bautistas y presbiterianas permanecen hasta este día; la brecha metodista se curó sólo en 1939. Frank S. Mead en su Manual de denominaciones dice que esta separación “no atañía ni a doctrina ni a estructura de gobierno; era netamente política y social” El verdadero esfuerzo no era seguir la Palabra de Dios, sino apoyar las opiniones políticas de los miembros, ‘adaptar el evangelio a sus propios propósitos’.

Diferentemente, los episcopales no se dividieron; simplemente salían y se disparaban unos a otros. El obispo Polk era un general del Sur, y según Vea ir estos estandartes de Mead, “El obispo McIlvaine de Ohío y el combatiente obispo Polk de Luisiana oraban el uno por el otro de nombre en sus presbiterios, todos los domingos.” Ellos sólo “se separaron por el momento, como dos viajeros pudieran separarse para caminar alrededor de un charco de lodo en su camino y unirse de nuevo cuando el obstáculo se pasara”.

LA VÍA SE ENSANCHA

No sólo dividió también este conflicto local a estas mismas religiones en blancas y negras, desarrollando nuevas denominaciones para negros, sino que divisiones nacionales separaron a otros grupos. Aunque la congregación cristiana primitiva no debía hacer ninguna división entre judío y griego, esclavo y libre, y Santiago dijo que las distinciones de clases eran pecado, las iglesias ortodoxas orientales dentro de los Estados Unidos están divididas en grupos albanés, búlgaro, griego, rumano, ruso, serbio, sirio y ucranio. Los luteranos están divididos en secciones danesa, finlandesa, noruega y otras. “Las iglesias de América,” dice H. Ricardo Niebuhr, “no menos que las de Europa, a menudo han estado más sujetas a la influencia del medio ambiente provincial o de clase que a las persuasiones de un evangelio común.”—1 Cor. 12:13; Sant. 2:1-9.

La cuarta y quinta causas principales de división fueron los fenomenales movimientos de antimisión que barrieron la frontera a principios del siglo diecinueve, y el uso de música instrumental. El antimisionismo se desarrolló de las objeciones que surgieron en la frontera contra el enviar dinero al Este para pagar los misioneros, y de la envidia de los predicadores de la frontera a los recién llegados que eran elocuentes y mejor entrenados. El movimiento barrió toda la frontera, particularmente a través de Kentucky y Tennessee, y golpeó de tal manera a los bautistas que todavía hay por lo menos tres grupos de bautistas “cáscara dura” o “antimisión”.

Esto, junto con la disputa sobre ese instrumento particularmente estrepitoso, el órgano, desorganizó a los Discípulos de Cristo tan violentamente que una cuarta parte de sus miembros se separó para formar las “Iglesias de Cristo”. El argumento antiórgano decía: “Ningún elemento de adoración pública es legítimo si no está autorizado explícitamente en el Nuevo Testamento. La música instrumental no se autoriza así. Por lo tanto no es legítima.” En La publicación trimestral de Lard (1864) se puede ver hasta qué grado llegó esto: “Que todo predicador se resuelva a nunca entrar en un templo de nuestros hermanos en el cual haya un órgano. Que nadie que lleve una carta de recomendación de una iglesia se una con otra que use un órgano. Antes viva fuera de una iglesia que entrar a tal guarida. Que se salgan de la iglesia todos los que se opongan al órgano si se instala uno en ella.” (Letra cursiva suya) Hoy un millón de personas creen que Dios está vitalmente interesado en si algún acompañamiento musical ayuda a los cantantes a permanecer en armonía o no. Naturalmente, no se oponen a otras innovaciones modernas no mencionadas en las Escrituras: el radio, cancioneros, ventanas de vidrio de color, etc.; pero ellos justifican esto diciendo que éstos no son elementos de adoración como les parece a ellos que lo es una nota sonada. Sin embargo, la música instrumental parece tener aprobación en el así llamado “Nuevo Testamento”.—Apo. 5:8; 15:2.

El deseo de ciertos hombres de dirigir su grupo fué otra causa principal de divisiones religiosas. Dichas divisiones jurisdiccionales están bien ejemplificadas por los mormones. Cuando su fundador, José Smith, murió, el grupo más grande, la Iglesia de Jesucristo de los santos del último día, siguió a Brigham Young a Utah donde edificaron la ciudad de Lago Salado. Un segundo grupo, la Iglesia reorganizada de Jesucristo de los santos del último día, fué dirigido por los hijos de José Smith. Un tercero formó la Iglesia de Cristo (Templo Lot); un cuarto, la Iglesia de Jesucristo (Bickertonitas), siguió a Sídney Rigdon; un quinto, la Iglesia de Jesucristo (Cutleritas), siguió a Alfeo Cutler, uno de los siete ancianos originales del mormonismo; y el sexto grupo, la Iglesia de Jesucristo (Estrangitas), siguió a Santiago J. Strang, quien alegó que tenía credenciales que José Smith le había escrito.

TODAVÍA MÁS DIVISIONES

Para confundir más el cuadro otros siguieron sus propios caprichos. La teoría de “dos semillas” de los bautistas predestinarios de las dos semillas en el espíritu (uno de los grupos de antimisión) es que allá en el Edén Dios puso una buena semilla en el hombre; Satanás, la mala. Los bebés, ellos creen, nacen con una semilla o la otra, por eso la obra misionera es inútil; el hombre con la semilla mala es impotente y el que tiene la buena vendrá a la iglesia de todos modos. Un informe último (de hace ocho años) muestra que sus números han bajado hasta sólo 200. Su doctrina se basa en una mala interpretación del Génesis 3:15 acerca de la simiente de la mujer.

Luego, como un escritor comentó: “En cualquier ciudad grande pueden localizarse sectas desconocidas, frecuentemente consistentes de sólo una o dos iglesias. Un predicador descontento halla fácil llevarse un grupo y comenzar una nueva denominación suya. . . . La mayor parte de los grupitos no tienen antecedentes salvo una disputa eclesiástica, y son pocos los que poseen doctrinas o prácticas distintivas.” Se ha calculado que posiblemente haya tantos como 3,000 de estos grupos independientes.

Allá en 1890 un librito, Historia breve de la Iglesia en los Estados Unidos, verídicamente dijo: “La multiplicación de las organizaciones eclesiásticas ha sido una de las características de la vida religiosa norteamericana.” A algunos les gusta llamarlas las “muchas mansiones” de la casa del Padre, torciendo Juan 14:2, que se refiere a bendiciones celestiales. En la mayoría de las mentes hoy ocurre una mezcla vergonzosamente confusa, hasta tal grado que la divergencia en doctrina y la diferencia de creencia son pasadas por alto, puestas a un lado con la opinión de que todas son vías diferentes que llevan al mismo lugar. Pero no van al mismo lugar. Mientras proponen sus propias teorías no pueden estar recogiendo con Cristo. A los caudillos religiosos seguidores de la tradición de su día que no se adhirieron a la doctrina recta mientras pretendían autoridad divina para sus actos él los llamó hipócritas, guías ciegos, insensatos, serpientes, raza de víboras condenada a la destrucción. (Mat. 12:30; 23:1-39) Los que buscan la vida y la verdad tienen que salirse de estas sendas anchas, sacudir el polvo de sus Biblias y aprender de esas mil páginas la diferencia entre todo este almodrote de doctrinas contradictorias en sí mismas y la verdadera Palabra inspirada dada por Jehová Dios. Pero para una discusión de esto y de su importancia tenemos que dirigirlo a nuestro siguiente artículo, “El camino angosto conduce a la vida.”

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