¿Qué ha sucedido a los padres?
No sólo está aumentando la delincuencia juvenil, dijo el jefe de policía de Pláinfield, Nueva Jersey (Courier-News de Pláinfield, 22 de enero), sino que se está haciendo más maligna. Afiadió con palabras dignas de atención en todas partes: “A la gente de Pláinfield tiene que hacérsele comprender que la delincuencia juvenil es un problema de Pláinfield. No es algo que sucede sólo en Elízabeth, o Néwark o Brooklyn [ciudades circunvecinas más grandes]. Está pasando aquí mismo en Pláinfield. Y no sólo en las secciones más pobres. El problema existe en toda sección de la ciudad, aun en la mejor.” En Pláinfield, como en todas partes, sin embargo, los padres indignados dicen-no aquí, no tienen que ver con ello nuestros hijos. Él replicó: “Los padres no saben lo que sus hijos hacen. Han entregado a las agencias sociales la tarea que ellos deberían estar haciendo como padres. . . . Se espera que las agencias sociales hagan la tarea para la cual los padres no tienen tiempo.”
Varios muchachos habían entrado forzadamente a una de las escuelas de la ciudad, hecho sus necesidades fisiológicas de eliminación en corredores y manchado a propósito los pizarrones y paredes. Cinco muchachos de 11 y 12 años quebraron botellas y cubrieron un trecho de 100 pies de una de las avenidas de la ciudad con vidrio antes de que la policía interrumpiera sus esfuerzos por “divertirse un poco.” Cuatro muchachas de edad de escuela secundaria, ninguna de ellas de familia pobre, por tres meses robaron en tiendas para conseguir ropa y dinero para gastar. Dijeron a sus padres que habían pedido prestada la ropa nueva, y los padres jamás dudaron sus relatos. El Courier-News dice que éstas no son quejas aisladas, sino muestras de la corriente que entra a la jefatura de policía.
Homero Wíeder, presidente del Consejo municipal de guía de la juventud de Pláinfield, ha sido también maestro, superintendente y administrador en escuelas elementales y secundarias, organizó el Comité de ayuda a los padres y niños de Pláinfielcl y ha estado conectado con el Tribunal para menores y de relaciones domésticas del condado de Unión. Basándose en esta experiencia, él llegó a la raíz del asunto cuando dijo: “Tenemos que reeducar a nuestros hijos para que respeten la autoridad.” Dijo que los hijos ya no le tienen respeto a la autoridad, sea en casa o en público. “Hace unos 20 años le sobrevino un cambio a nuestro pensamiento social,” dijo él. “Llegamos a consentir demasiado a nuestros hijos, tratamos de protegerlos demasiado, dejamos de ser realistas. . . . Cuando nosotros éramos niños, sabíamos lo que sucedería si llegábamos a casa muy tarde, nadie tenía que decírnoslo. Nosotros ya lo sabíamos. También sabíamos lo que sucedería si hacíamos algo malo en la escuela. Hoy, los niños saben que nada sucederá.”