Estudiando La Atalaya
ALGUNOS rechazan la revista La Atalaya con las palabras: Tengo la Biblia y eso es todo lo que necesito. No obstante concurren a las iglesias y escuchan los sermones. ¿Por qué molestarse? ¿Por qué no quedarse en casa y leer su Biblia, si eso es todo lo que se necesita? Porque pocos entienden lo que leen en la Biblia. Buscan clarificación yendo a oír los sermones. Pero ¿no es un sermón impreso tan bueno como uno oral? ¿Mejor, en realidad, dado que se puede acudir a él frecuentemente para estudio cuidadoso? Los artículos de La Atalaya pueden considerarse como sermones impresos, y merecen estudio cuidadoso y frecuente.
Considerada sola La Atalaya sería de poco valor. Considerada con la Biblia es inestimable. Es economizadora de tiempo. La Biblia, por ejemplo, tiene textos sobre cierto tema esparcidos aquí y allá a través de sus cientos de páginas. No tenemos tiempo para leer la Biblia de cubierta a cubierta para aprender lo que dice sobre este tema. Seguramente cada vez que un nuevo tema surge no podemos leer toda la Biblia para considerar todos los textos relacionados con ese tema. Sin embargo, dentro de las pocas páginas de un artículo de La Atalaya se agrupan muchos textos sobre ciertos temas. Verdaderamente es una economizadora de tiempo.
No sólo ahorra tiempo este método, sino que contribuye a enseñanza sistemática, a aprendizaje rápido. Verdades fundamentales se llaman a la atención, y sobre éstas se edifican verdades adicionales para completar el cuadro. Luego acontecimientos y condiciones en el mundo hoy se colocan junto a las profecías bíblicas y viene a ser claro que los primeros son cumplimientos de las segundas. Esto nos da a saber dónde estamos en la corriente del tiempo, que pronto el Armagedón acabará con este viejo mundo para dar paso al nuevo mundo de Dios. Los requisitos para la conservación a través de esta batalla del Todopoderoso se dan y así La Atalaya demuestra que la Biblia es la única guía práctica para los tiempos modernos. Es de toda importancia estudiar la Biblia, y como La Atalaya nos ayuda a entenderla, su estudio también es esencial.
ESTUDIO DE “LA ATALAYA” EN LA CONGREGACIÓN
El estudio personal de la revista es esencial. Debemos apartar tiempo suficiente para digerir su contenido. Así como dedicamos tiempo para comer alimento temporal y damos lugar a que se digiera adecuadamente, así debemos apartar tiempo suficiente no sólo para leer sino también para reflexionar sobre el contenido de La Atalaya. El alimento engullido a la carrera no nos sirve de mucho, y lo mismo aplica al alimento espiritual. Tenemos que dar tiempo para que nuestra mente medite en él y lo asimile completamente. Eso aplica a todo el contenido de la revista. Comemos de todos los platos de una comida temporal para obtener variedad y una dieta equilibrada. También debemos leer y digerir todos los artículos de La Atalaya. Esto nos equipará más completamente para decir a otros las verdades que contiene. Sólo el que el tiempo no permite un estudio de todos los artículos de la revista en la congregación no significa que no son importantes. Deben estudiarse tan diligentemente como los artículos principales suministrados para estudio en la congregación. Consideremos ahora el estudio en grupo de los artículos suministrados con ese propósito. ¿Cómo debe conducirse ese estudio para que todos obtengan el mayor provecho?
El conductor debe hacer breves observaciones preliminares dando énfasis a los puntos principales que serán gradualmente expuestos durante el estudio. Puede lograr esto haciendo tres o cuatro preguntas que el estudio contestará, preguntas que llamen atención al tema de la parte asignada para el estudio. Si el estudio es la continuación de un artículo que se comenzó la semana anterior, podría volver a declarar muy brevemente los puntos sobresalientes establecidos en ese estudio anterior y conectarlos con lo que se va a considerar en seguida. Sus comentarios de apertura no deben ser largos; no más largos de dos o tres minutos.
Comenzando el estudio mismo, él presentará la pregunta impresa provista para el primer párrafo del estudio asignado. Los del auditorio pueden ofrecer comentar levantando la mano, y contestar cuando el conductor se lo pida. Sin embargo, el conductor puede pedir comentario a alguno de la congregación sin que éste ofrezca darlo.
Se supone que todos han estudiado la lección con anticipación y saben las respuestas tal como se encuentran en los párrafos. Hay muchos que titubean cuando se trata de ofrecer un comentario, pero que hablarán cuando se les pida. Este método también puede hacer que algunos que han descuidado estudiar con anticipación la lección se recobren de la mala costumbre en que han caído. Puede servir de estímulo para impulsarnos a todos nosotros a una preparación anticipada más completa. En tal caso, hará que la reunión sea más provechosa para todos los que estén allí. Por lo tanto empezando con el estudio de este número de la revista en la congregación, el conductor puede pedir un comentario a las personas, sea que ofrezcan contestar o no.
Sin embargo, el conductor debe usar buen juicio al hacer esto. Debe tratar de evitar el poner en aprieto a alguien. No debe pedir comentario a los recién llegados que no están en la verdad. Si un publicador es nuevo y todavía no es maduro y nunca ha ofrecido dar comentarios, sería bueno no pedirle que dé comentarios. Aun si alguien ha ofrecido comentar y ha contestado pero es algo nuevo, el conductor no debe pedirle que conteste las preguntas más difíciles. Para los más nuevos o los que son retraídos para hablar, escójanse las preguntas más fáciles, las que sólo requieren respuestas sencillas y breves. Pídase a los testigos maduros que contesten las preguntas más complicadas. Y recuérdese que el método de ofrecer comentarios todavía es parte del procedimiento. El conductor puede pedir comentarios únicamente de los que ofrecen contestar levantando la mano, o puede pedirlos de algunos que no la levantan, o puede pedir un comentario de uno que no lo ha ofrecido y luego de uno o dos que sí ofrecieron, todo en el mismo párrafo. Por eso en algunos párrafos quizás sólo los que ofrecieron comentarios hablarán, en otros sólo hablarán los que no ofrecieron comentarios, y aun en otros párrafos tal vez algunos que ofrecieron comentarios y algunos que no los ofrecieron contestarán. Pero el conductor tiene que usar buen juicio a todo tiempo.
Después que la pregunta o preguntas sobre el párrafo se contestan por la congregación, entonces el párrafo bajo consideración será leído por un lector competente. Luego el conductor del estudio hará la pregunta sobre el siguiente párrafo, y así se continuará durante el estudio de una hora. Cuando sea necesario, el mismo conductor del estudio puede hacer un comentario o explanarse sobre alguna expresión que se haya hecho, para aclarar la materia de que se trata; pero esto tal vez será necesario sólo una o dos veces durante la hora.
El conductor también debe concluir el estudio dentro del tiempo asignado de una hora, y los anuncios largos deben evitarse. Una hora exclusivamente para todo el estudio, más unos diez minutos (a lo más) para las oraciones de apertura y conclusión, canciones y anuncios, debe ser suficiente. Si el conductor organiza el estudio, apuntando cuánto material debe cubrirse para el fin de quince minutos, el fin de treinta minutos y el fin de cuarenta y cinco minutos, y se adhiere a ese horario, no debería tener dificultad en concluir a tiempo. No se retrasará durante la primera parte del estudio de modo que tenga que ir rápidamente a través de los últimos párrafos, sino que conservará un buen paso constante. Y los que comenten pueden ayudar hablando brevemente y al grano.
Esto trae a colación el asunto de comentar. Es un privilegio. Debe considerarse así. También debe considerarse como un deber que debe desempeñarse para el bienestar de la reunión. Si la concurrencia es grande, quizás no sea necesario que ninguna persona comente más de una vez. Aun si el grupo es pequeño y varios comentarios se necesitan de cada uno, si los comentarios se distribuyen generalmente una persona o unas pocas no estarán haciendo todos los comentarios. Tantos como sea posible deben participar. Algunos nunca comentan porque no estudian lo suficiente para estar seguros de sí mismos. Algunos son nerviosos. Todos al hablar sentimos nerviosidad inicial, pero ésta pasa cuando nos ponemos a hablar. Por eso el segundo comentario que usted hace en una reunión es más fácil que el primero. Sea cual fuere el problema, vénzalo y propóngase dar cuando menos una respuesta. Usted habrá contribuído a la reunión, se sentirá mejor y sacará mayor provecho del estudio. Y cuando comente, hable con suficiente fuerza para que todos en el salón puedan oír.
Si todos estudian diligentemente con anticipación, estarán llenos de respuestas, y cuando el conductor les pida la contestación podrán contribuir a la reunión. (Pro. 20:5) Podrán compartir mutuamente las cosas buenas durante este período de enseñanza oral. (Gál. 6:6, NM) Cada uno aguzará a los otros mediante esta discusión, y todos sacarán provecho. Como declara Proverbios 27:17 (UTA): “Como el hierro aguza al hierro, el hombre aguza el rostro de su amigo.” Por eso que cada uno haga cuanto esté de su parte en el estudio de La Atalaya en la congregación, edificándose y afilándose mutuamente para que todos estemos tanto más aguzados para predicar al ir de puerta en puerta.