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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
w54 15/10 págs. 620-623

El significado del bautismo hoy

HEMOS notado que el bautismo de Juan fue solamente para los judíos. También hemos visto que era parte de su obra preparatoria para preparar a los judíos para su Mesías. Además hemos visto que era un cuadro, no de lo que Dios hacía al perdonarles sus pecados, sino de lo que ellos mismos hacían por el hecho de arrepentirse, y que era algo separado y distinto del bautismo llevado a cabo en el nombre de Cristo Jesús.

¿Qué significado tiene el bautismo hoy? Puesto que se lleva a cabo en obediencia al mandato de Jesús, es razonable concluir que sería también en imitación del ejemplo que puso él. Siendo ése el caso, el significado del bautismo de él también sería el significado del bautismo de sus seguidores hoy en día. Y ¿cuál era ese significado? Era un símbolo o representación, llevado a cabo públicamente, que mostraba que él se había dedicado a hacer la voluntad de su Padre según se le revelara esa voluntad en la Palabra de su Padre.

Esto se desprende del Salmo 40:7, 8, el cual Pablo aplica a Jesucristo en Hebreos 10:5, 7 (NM): “Por esto cuando entra en el mundo él dice: ‘“Tú no deseaste sacrificio y ofrendas, pero me preparaste un cuerpo.” Entonces dije yo: “¡Mira! Yo he venido (en el rollo del libro está escrito acerca de mí) para hacer tu voluntad, oh Dios.”’”

Pablo aplica esta profecía al tiempo cuando Jesús vino al mundo. ¿Cuándo fué eso? ¿Al tiempo de su nacimiento en un pesebre en Belén? Difícilmente, porque como infante él no podía expresar ninguna determinación de hacer la voluntad de Jehová. Entonces ¿fué a la edad de doce? Bueno, todo lo que sabemos acerca de las actividades de Jesús desde el tiempo cuando tenía doce años hasta cuando cumplió los treinta es que él aprendió el oficio de carpintero. Claramente, el hacer la voluntad de Dios implicaba más que el meramente ser carpintero. Jesús vino a la tierra para dar testimonio a la verdad, para mantener su integridad bajo prueba y así vindicar el nombre de su Padre, y para dar su vida en rescate por muchos. (Juan 18:37; Heb. 5:8; Mat. 20:28) Siendo ése el caso, ¿diría Jesús: ‘¡Mira ! Yo he venido para hacer tu voluntad,’ y entonces esperaría dieciocho años antes de comenzar a hacer esa voluntad?

En armonía con la ley de Dios para el servicio levítico en el templo, Jesús, a la edad de treinta años, poco después de haber sido bautizado, comenzó a predicar. (Núm. 4:2, 3; Luc. 3:23) De modo que no podemos concluir otra cosa sino que él vino al mundo para hacer la voluntad de Dios al tiempo de su bautismo y por lo tanto este bautismo fué un símbolo o representación de su dedicación. Al mismo tiempo fué una confesión pública de ese hecho. El bautismo que él impuso como parte de la obra de hacer discípulos de todas las naciones por lo tanto igualmente ilustraría la dedicación para hacer la voluntad de Dios.—Mat. 28:19, 20.

EL SÍMBOLO PROPIO

¿Cómo debe llevarse a cabo el bautismo? ¿Por aspersión (rociadura) o efusión (derrame) o por inmersión? La forma más frecuentemente usada por toda la cristiandad es la de rociar. Los que usan esta forma generalmente están de acuerdo en que la inmersión fué usada en tiempos apostólicos pero defienden el rociar por motivo de la conveniencia.

El referirse a la rociadura como un bautismo es usar un nombre erróneo, porque la palabra original griega báptisma quiere decir una sumersión bajo agua, una inmersión. Así leemos en la literatura griega que el corcho, que flotaba en la superficie del agua, no era bautizado, pero la red, a la que se sumergía, sí lo era; también que los juncos a la orilla del mar eran bautizados solamente cuando la pleamar los cubría.

No es sorprendente, por lo tanto, notar que traducciones extremadamente literales de la Biblia, tales como la de Rótherham y la de Wilson, usen varias inflexiones de “zambullir” o “sumergir.” Porque bautismo quiere decir una inmersión, Pablo asemeja el paso de la nación de Israel a través del mar Rojo, con agua a cada lado y con la nube sobre ellos, a un bautismo. Y asimismo Pedro habla del seguir a Noé dentro del arca antes que viniera el diluvio como de un bautismo. Incidentalmente, en cada una de estas ocasiones dos bautismos tomaron lugar: un bautismo para salvación para los siervos de Jehová, y un bautismo para destrucción para los enemigos de Jehová, a saber, para Faraón y sus huestes por medio del mar Rojo, y para el mundo inicuo del día de Noé mediante el diluvio.—1 Cor. 10:1-3; 1 Ped. 3:20, NM.

Otra ilustración bíblica que muestra el significado correcto del bautismo se relaciona con el general sirio Naamán, quien era leproso. Concerniente a su bautismo leemos, según la versión de los Setenta: “Así Naamán bajó y se zambulló siete veces en el Jordán, según la palabra de Eliseo, y su carne se le volvió como la carne de un niñito y fué limpiado” de su lepra. (2 Rey. 5:14) La palabra griega que aquí se vierte “se zambulló” es el tiempo pretérito del verbo baptizein, y significa “se bautizó.” La única otra referencia a baptizein en la versión de los Setenta, en lo que concierne a los libros canónicos, está en Isaías 21:4, donde leemos que “la transgresión me hunde” (donde una nota al pie de la página indica que una traducción literal sería “la transgresión me bautiza”), aunque la voz radical baptein ocurre muchas veces.

Se presenta el argumento de que el rociar es solamente un asunto de conveniencia. Pero ¿no habría sido conveniente para Juan y Jesús recurrir a rociar también? Ciertamente; pero ellos no dejaron que eso entrara en su consideración. Más bien, ellos hicieron un esfuerzo especial, e hicieron que las multitudes que querían oírles también lo hicieran, para que estuvieran donde hubiese suficiente agua, tal como leemos en Juan 3:23 (NM) que ellos estaban “bautizando en Enón cerca de Salim, porque allí había una gran cantidad de agua.”

El caso de la inmersión se hace conclusivo cuando recordamos que el bautismo no es un símbolo de quitar los pecados sino de la dedicación de uno para hacer la voluntad de Dios. Adecuadamente la inmersión representa lo que ha tomado lugar; el ser sumergido bajo agua ilustrando el entierro o muerte de uno a su propia voluntad, y el ser levantado otra vez ilustrando el ser hecho vivo para hacer la voluntad de Jehová Dios. Sí, el ejemplo de la congregación cristiana apostólica, el significado de las palabras mismas, la manera en que estas palabras fueron usadas por los que escribieron las Escrituras y la aptitud del símbolo, todo se combina para probar que la inmersión es la forma correcta del bautismo.

¿Qué hay acerca del bautismo de bebés? En vista de lo anterior no debe sorprendernos el que ni una vez leamos acerca del bautismo de algún bebé, mucho menos de un mandato a ese efecto. ¡Qué negligencia de parte de Jesús y sus apóstoles el no amonestar a los padres acerca del sufrimiento eterno que esperaría a sus hijos si ellos murieran antes de ser bautizados, como algunos enseñan, si tal fuera realmente el caso! El mismo silencio de las Escrituras en cuanto a esto es fuerte evidencia circunstancial de que infantes no eran bautizados ni considerados como aptos para el bautismo. El bautismo era para los que se arrepentían y aceptaban la verdad sinceramente. Los bebés no pueden hacer ni una cosa ni la otra.—Hech. 2:41, NM.

EL BAUTISMO HOY

Repetidas veces las Escrituras hablan de los que fueron bautizados en tiempos apostólicos y cómo recibieron el espíritu santo; Cornelio y los de su casa recibieron el espíritu santo aun antes de ser bautizados. (Hech. 2:38; 19:5, 6; 10:44-48) La voluntad de Dios para los que se dedicaban a Él en ese entonces era que llegaran a ser hijos espirituales, y de ellos se decía que eran ‘bautizados en el cuerpo de Cristo.’—Gál. 3:27; 1 Juan 3:2, NM.

Sin embargo, este bautismo se limitó a comparativamente pocos, solamente una “manada pequeña” de 144,000. Estos tienen la esperanza de compartir gloria celestial con Cristo como su novia o cuerpo y de reinar con él mil años. (Luc. 12:32; Apo. 7:2-4; 14:1, 3; 20:5, 6; 21:2, NM) Para todos los tales el bautismo es también un cuadro del ser sumergidos en el cuerpo espiritual de Cristo, y de que han de ser enterrados con él en la semejanza de su muerte. (Rom. 6:4; Col. 2:12; 2 Tim. 2:11, NM) La profecía bíblica y su cumplimiento indican que este número casi se ha completado y que sólo un “resto” de ellos todavía queda sobre la tierra. Hace tiempo que este resto está cumpliendo fielmente su comisión de dar testimonio al nombre de Jehová y de consolar a los que lloran con las buenas nuevas del Reino.—Isa. 43:10-12; 61:1-3; Mat. 24:14.

Como resultado de esta obra de predicación una clase de cristianos se ha manifestado a quienes Jesús llamó “otras ovejas” y a quienes el apóstol Juan describió como una “grande muchedumbre, que ningún hombre podía contar, de entre todas las naciones y tribus y pueblos y lenguas.” Juan vió a éstos “de pie delante del trono y delante del Cordero,” a distinción de la “manada pequeña” que compartirá el trono con Cristo Jesús.—Juan 10:16; Apo. 7:9; 3:21, NM.

Manifestando fe en Jehová Dios y reconociendo a Cristo Jesús como su Salvador y Rescatador, éstos también se dedican a hacer la voluntad de Dios para también poder ganar Su aprobación y vida eterna, no en los cielos, sino aquí mismo sobre la tierra; porque la Biblia muestra que esta tierra permanecerá para siempre y que algún día llegará a ser un lugar glorioso, haciéndose la voluntad de Dios sobre ella así como se hace en el cielo.—Ecl. 1:4; Isa. 60:13; Mat. 6:9, 10.

De acuerdo con las instrucciones de Jesús registradas en Mateo 28:19, 20 (NM) éstos son bautizados en el nombre del Padre, lo cual quiere decir que reconocen el oficio y la autoridad de Jehová Dios como su Padre y aprecian su relación para con Él. También son bautizados en el nombre del Hijo puesto que reconocen el oficio y la autoridad de Cristo Jesús como Hijo de Dios, lo que él hizo para ellos, y la obligación que tienen de obedecerle y seguir su ejemplo. Y son bautizados en el nombre del espíritu santo puesto que conocen la función y el propósito del espíritu santo o fuerza activa de Dios, sin la cual no podrían cumplir sus votos de dedicación.

¿UNA CEREMONIA DE ORDENACIÓN?

Los despachos de The Associated Press que informaban acerca del bautismo en masa de los testigos de Jehová efectuado en 1953 en conexión con su asamblea internacional dijo que los testigos de Jehová consideraban su bautismo como una ceremonia de ordenación y que cada testigo bautizado era ministro ordenado. ¿Qué razones hay para lo que sostienen?

En primer lugar, el bautismo, puesto que se efectúa por mandato de Dios, es reconocido por Él como autoritativo. Representa el pacto de ellos para seguir en las pisadas de Cristo Jesús, quien ciertamente era ministro de Jehová Dios. Esta ordenación además se reconoce como autoritativa por el instrumento que Dios está usando en el presente tiempo para dar un eficaz y armonioso testimonio a su nombre y reino, a saber, la Sociedad Watch Tówer. Y el 30 de noviembre de 1953 el Tribunal Supremo de los Estados Unidos falló que este bautismo de inmersión por los testigos de Jehová es una ceremonia de ordenación para los testigos de Jehová válida dentro del significado de la ley. Incidentalmente, el 1954 Yearbook of Jehovah’s Witnesses (Anuario de 1954 de los testigos de Jehová) muestra que 50,665 ministros fueron así ordenados durante 1953.

Pero ¿no es necesario ir a un seminario teológico para llenar los requisitos de ser ministro? Si lo fuera, entonces ni Jesús ni sus apóstoles, con excepción de Pablo, podrían haber sido reconocidos como ministros. De hecho, algunos preguntaron acerca de Jesús: “¿Cómo tiene este hombre conocimiento de letras cuando no ha estudiado en las escuelas?” Y los de la clase educada de entonces quedaron asombrados ante la intrepidez de Pedro y Juan, porque notaron que Pedro y Juan eran hombres iletrados y ordinarios. Pero eso no los hizo dejar de predicar las buenas nuevas. Y no sólo ellos, sino todos los cristianos primitivos predicaron. (Juan 7:15; Hech. 4:13; 8:4, NM) Uno puede equiparse adecuadamente para predicar por medio de estudiar en casa de noche y durante los fines de semana, y mediante el asistir a las varias clases bíblicas preparadas bajo la dirección de la Sociedad Watch Tówer.

Por consiguiente, un diploma de algún seminario teológico tampoco es un requisito ministerial. La mejor prueba que uno pudiera tener de que es ministro es la misma que Pablo señaló como sus cartas de recomendación, a saber, personas que, debido a los esfuerzos de uno, se han dedicado a Jehová Dios.—2 Cor. 3:1-3, NM.

Una vez que nos hayamos dedicado a Dios y lo hayamos simbolizado por bautismo en agua, no podemos nunca dejar que ese hecho se escape de nuestra mente, porque es mejor no haber hecho un voto que hacerlo y entonces no cumplirlo. (Ecl. 5:5) Jesús estaba siempre consciente de haber convenido en hacer la voluntad de Dios y habló de la voluntad de Dios como de una copa que bebía y un bautismo con el cual se estaba bautizando y con que todavía tenía que ser bautizado. (Mat. 20:22, 23; Luc. 12:50, NM) Sólo mediante el retener la integridad a Dios y por la asociación con el pueblo de Dios, la sociedad del Nuevo Mundo, podemos esperar sobrevivir la destrucción de este mundo inicuo en la venidera batalla del Armagedón y entrar en el nuevo mundo de justicia así como Noé y su familia entraron en un nuevo mundo después del diluvio.—Mat. 24:37-39; 2 Ped. 3:7, 13; Apo. 16:14, 16.

En resumen, hemos visto que el bautismo de Juan fué una representación de arrepentimiento; que el bautismo cristiano en agua representa la dedicación para hacer la voluntad de Dios; que solamente la inmersión completa es bautismo en agua, que únicamente ella representa adecuadamente la dedicación y que ella sirve a un mismo tiempo como confesión pública de la dedicación de uno y como ceremonia de ordenación; que ni entrenamiento en un seminario teológico ni un diploma son requisitos previos para ser ministro de Jehová Dios, y que mediante el mantener la integridad podemos esperar sobrevivir la destrucción de este inicuo sistema de cosas para entrar en el nuevo mundo de justicia como miembros de la sociedad del Nuevo Mundo.

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