La crisis religiosa del Brasil
Cuando el gobierno del Brasil propuso una ley para sancionar el divorcio, el cardenal Carmelo, de Sao Paulo, declaró que la Iglesia católica romana lucharía contra el gobierno en cuanto al asunto. Esto hizo que un sacerdote, el “padre” Calazans, admitiera que casi todos los católicos del Brasil eran católicos de nombre solamente. Dijo que lo que se necesitaba además de la acción política respecto al divorcio era “católicos verdaderos” que practiquen su religión—pero éstos son un número insignificantemente pequeño. La gran mayoría de los católicos del Brasil, declaró el sacerdote Calazans, solamente tiene “relaciones diplomáticas” con la iglesia en “ocasiones sociales,” tales como los bautismos, bodas y funerales.
Así que, ¿está experimentando el Brasil una “crisis religiosa”? Esta fué la pregunta que hizo Visão (Visión), revista de importancia de ese país. En respuesta, un obispo católico declaró que no había ninguna “crisis religiosa,” porque la Iglesia católica está “presente en todo puesto principal del país” y hasta tiene planes para ensanchar la esfera de su influencia política. A pesar de esta respuesta, el director de Visão comentó que sin importar cuáles fueran las apariencias externas, la Iglesia católica “no puede ocultar la triste verdad de que el pueblo nuestro sólo es religioso nominal y estadísticamente.” Él explicó que a los “brasileños les interesa mucho más la diversión y los automóviles y los refrigeradores que la religión.”