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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
w54 1/11 págs. 670-671

Preguntas de los lectores

● ¿No transigió el apóstol Pablo cuando dijo delante del Sinedrio: “Yo soy fariseo”?— G. B., Etiopía.

La declaración de Pablo tiene que considerarse en su fondo, como sigue: “Bueno, cuando Pablo observó que una parte era de saduceos pero la otra de fariseos, procedió a gritar en el Sinedrio: ‘Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. A causa de la esperanza de la resurrección de los muertos estoy siendo juzgado.’ Porque dijo esto surgió una disensión entre los fariseos y los saduceos, y la multitud quedó dividida. Pues los saduceos dicen que no hay resurrección ni ángel ni espíritu, pero los fariseos los declaran todos públicamente. De modo que estalló un griterío fuerte, y algunos de los escribas del partido de los fariseos se levantaron y comenzaron a contender furiosamente, diciendo: ‘No hallamos nada malo en este hombre; pero si un espíritu o un ángel le habló,—.’ Ahora bien, cuando la disensión se hizo grande, el comandante militar temió que Pablo fuera a ser despedazado por ellos, y dió órdenes al cuerpo de soldados para que bajara y lo arrebatara de en medio de ellos y lo trajera al cuartel de los soldados.”—Hech. 23:6-10, NM.

El Sinedrio sabía que Pablo no era miembro de los fariseos. Había sido muy celoso como cristiano, y jamás podría haber hecho creer al Sinedrio que estaba ejerciendo de fariseo. Hubiera sido inútil tratar de hacerlo, aun si hubiera querido transigir y presentarse en falsos colores de esa manera. Por eso es que al considerar este asunto hay que hacerlo tomando en cuenta lo que sirve de fondo a su declaración. Su pretensión de ser fariseo debe haber tenido limitaciones, y al examinar el contexto podemos determinar cuál fué el significado limitado de su observación. Cuando dijo que era fariseo unió a eso la explicación de que estaba siendo juzgado a causa de la esperanza de la resurrección de los muertos. Los saduceos no creían en la resurrección, pero los fariseos sí, y también Pablo. En este respecto Pablo estaba de acuerdo con los fariseos. Era fariseo en punto de vista sobre el tema que introdujo, la resurrección, y al introducirlo manifestó que su posición coincidía con la creencia farisea. En cualquier controversia sobre este tema Pablo había de ser identificado con los fariseos más bien que con los saduceos. Antes de llegar a ser cristiano Pablo había sido fariseo, y después de llegar a ser cristiano todavía estaba de acuerdo con ellos en algunos puntos, tales como la resurrección, ángeles y algunos puntos de la ley. (Hech. 26:5; Fili. 3:5) De modo que en estos respectos, dentro de estos límites estrechos, él podía asociarse con los fariseos, y fué dentro de este significado limitado que sus oyentes aceptaron su pretensión, porque ellos ciertamente sabían que él no era fariseo en el sentido de pertenecer a esa secta, y le hubiera sido inútil tratar de hacerles creer otra cosa.

Jehová aprobó el testimonio que Pablo dió allí, y dijo que Pablo debía dar testimonio en Roma también. Poco después de comparecer Pablo delante del Sinedrio Jehová indicó aprobación divina: “Pero a la noche siguiente el Señor se mantuvo parado al lado de él y dijo: ‘¡Ten buen ánimo! Porque como has estado dando un testimonio cabal de las cosas acerca de mí en Jerusalén, así también tienes que dar testimonio en Roma.’” Por consiguiente ante tal aprobación ningún hombre puede apropiadamente acusar a Pablo de transigir.—Hech. 23:11; Rom. 14:4, NM.

● En Génesis 3:16 Jehová le dijo a la mujer que él aumentaría o multiplicaría su dolor en el parto. ¿No indica esto que habría habido algún dolor en el parto aun si la mujer no hubiera pecado?—G. V., Bélgica.

Génesis 3:16 (NM) dice: “A la mujer él dijo: ‘Grandemente aumentaré el dolor de tu preñez; con dolores de parto darás a luz hijos, y tu deseo vehemente será por tu esposo, y él te dominará.’” Después que ella hubo pecado, Jehová dijo a la mujer que ella daría a luz hijos con dolores de parto. Eso significaba dolor para la madre pecadora. De modo que el prometido aumento de dolor indicaría que el sexo femenino caído sufriría un aumento de dolor a medida que pasaran los siglos, debido a la degeneración y debilidades que se acumularían las cuales producirían dolor y sufrimientos crecientes. Si así es, esto uniría el aumento de dolor con el pecado que causó la degeneración en primer lugar, apropiadamente. Mientras más cerca de la perfección estuvieran las mujeres menos dificultad habría para ellas al dar a luz.

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