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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 2005
w05 15/4 pág. 31

Preguntas de los lectores

¿No se desvió el apóstol Pablo de la fe cristiana cuando dijo ante el Sanedrín: “Yo soy fariseo”?

Para entender esta declaración del apóstol, registrada en Hechos 23:6, debemos examinar el contexto.

Tras ser atacado por una chusma de judíos en Jerusalén, Pablo se dirigió al pueblo. Les dijo que había sido “educado en [Jerusalén] a los pies de Gamaliel, instruido conforme al rigor de la Ley”. Aunque la muchedumbre escuchó su defensa durante un rato, terminaron encolerizándose, y el comandante militar que escoltaba a Pablo lo llevó al cuartel de los soldados. Cuando estaba a punto de ser azotado, el apóstol preguntó: “¿Les es lícito azotar a un hombre que es romano y no condenado?” (Hechos 21:27–22:29).

Al día siguiente, el comandante condujo a Pablo ante el Sanedrín, el tribunal supremo judío. El apóstol miró atentamente a los presentes y observó que el Sanedrín se componía de saduceos y fariseos. Luego aseguró: “Varones, hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. Respecto a la esperanza de la resurrección de los muertos se me está juzgando”. Como resultado, se suscitó una disensión entre los fariseos y los saduceos, “porque los saduceos dicen que no hay ni resurrección, ni ángel, ni espíritu, pero los fariseos los declaran todos públicamente”. Algunos de los fariseos protestaron con vigor: “No hallamos nada malo en este hombre” (Hechos 23:6-10).

Como se le conocía por su celo en el cristianismo, Pablo no podría haber convencido al Sanedrín de que era un fariseo practicante. Los fariseos presentes no hubieran aceptado ninguna transigencia o infidelidad de parte de alguno de sus miembros. Así que la declaración del apóstol seguramente tuvo sus limitaciones, y los fariseos entendieron sus palabras en ese contexto.

Al decir que se le estaba juzgando respecto a la esperanza de la resurrección de los muertos, Pablo claramente quiso dar a entender que él era como los fariseos en ese punto. Si surgía cualquier controversia sobre ese tema, a Pablo se le identificaría con los fariseos, no con los saduceos, quienes no creían en la resurrección.

Las creencias cristianas de Pablo no estaban en pugna con las de los fariseos en lo relacionado con la resurrección, los ángeles y algunos aspectos de la Ley (Filipenses 3:5). De modo que, dentro de estos límites, Pablo podía identificarse con los fariseos, y los miembros del Sanedrín entendieron sus palabras en dicho sentido limitado. El apóstol estaba aprovechando su origen para tratar con el prejuiciado tribunal supremo judío.

Ahora bien, la mayor prueba de que el apóstol no se apartó de la fe cristiana es que continuó gozando de la aprobación de Jehová. A la noche siguiente de hacer la declaración que estamos analizando, Jesús le dijo a Pablo: “¡Ten ánimo! Porque como has estado dando testimonio cabal de las cosas acerca de mí en Jerusalén, así también tienes que dar testimonio en Roma”. Puesto que Pablo contó con la aprobación de Dios, llegamos a la conclusión de que no se desvió de la fe cristiana (Hechos 23:11).

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