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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
w54 15/12 págs. 762-763

Preguntas de los lectores

● ¿Acepta la Sociedad Watch Tówer los desafíos a debatir públicamente la veracidad bíblica de varias enseñanzas religiosas?—J. P., Estados Unidos.

Se recomienda a Cristo Jesús como “dejándoles un modelo para que siguieran cuidadosamente sus pisadas.” Los métodos que él empleó en la predicación no incluyeron debates. Cuando en el transcurso de los sucesos se encontraba en la presencia de los líderes religiosos opositores de su día sí entraba en discusiones con ellos, refutando los errores de ellos y defendiendo y predicando la verdad de la Palabra de Jehová. Pero él no arregló estos encuentros de antemano ni se reunió formalmente para ellas. En efecto, en cuanto a cómo tratar con los falsos guías religiosos él instruyó a sus discípulos: “Déjenlos. Guías ciegos es lo que son. Si, pues, un ciego guia a un ciego, ambos caerán en un hoyo.” Jesús dejó un ejemplo de predicar a grupos de personas reunidas en lugares públicos, pero la instrucción principal que él dió a sus discípulos tenía que ver con predicar en las puertas de la gente. Tomando esto como modelo, los testigos de Jehová hoy se dedican a este método de predicar, usando, al mismo tiempo, otros métodos empleados por Jesús y sus apóstoles.—1 Ped. 2:21; Mat. 15:14; 10:5-15; Hech. 5:42; 20:20.

Por lo regular los que quieren debatir tienen más interés en llamar la atención a sí mismos y en recibir publicidad que el que tienen en presentar la verdad. No es necesariamente la verdad lo que se aclama victorioso por los que escuchan un debate. Las multitudes no actúan con raciocinio sano todo el tiempo. Se dejan impresionar por la oratoria ampulosa y por la elocuencia ostentosa dirigidas a las emociones más bien que a la mente. En un debate se presenta tanto del error como de la verdad, y porque se influye en las emociones y prejuicios personales las conclusiones finales de muchos oidores muy a menudo pueden dar crédito al error. En el ambiente tenso de un debate con frecuencia se pasa por alto la razón y la lógica, excepto en el caso del que tiene el espíritu de Jehová. Una mente entrenada legal o judicialmente puede separar la emoción de los hechos y disponer los valores apropiadamente, pero los auditorios generalmente no tienen tanta capacidad de discernimiento. Se necesita un ambiente más tranquilo para pensar imparcialmente. Por lo regular cada uno de los oponentes piensa que él ha ganado, y a menudo algunos de los que eran neutrales o indecisos se encuentran más enredados al darse por terminado el debate.

Para determinar la veracidad bíblica de una enseñanza tenemos que dirigirnos a la Biblia y considerar con calma todos los textos referentes al tema bajo consideración. El sitio ideal para hacer esto es en una casa, con las dos o las cuantas personas interesadas sentadas alrededor de una mesa con Biblias abiertas, considerando desapasionadamente la evidencia para ‘asegurarse de todas las cosas; adherirse tenazmente a lo que es correcto.’ (1 Tes. 5:21, NM) Si una persona tiene dudas en cuanto a una doctrina, puede procurar que venga a su casa un ministro de una religión que cree esa doctrina, para discutirla. La noche siguiente puede recibir a un ministro de una religión que dice que la doctrina es falsa. O puede ser que desee tener presente un ministro de cada grupo en la misma noche y hacer preguntas y oír la discusión. De esta manera es más probable que la verdad reciba atención calmada y cuidadosa, y asimismo el error. Personas sinceras que buscan la verdad honradamente apreciarán las ventajas de este método, mientras que los que tienen más interés en provocar controversia y agarrar publicidad aclamarán el debate emocional y oratorio.

Los cristianos no debaten con disidentes en sus propias congregaciones, sabiendo que esto puede deteriorarse en disputas ociosas degradantes y altercación: “Ahora los exhorto, hermanos, que vigilen a los que crean divisiones y motivos para hacer tropezar contrario a la enseñanza que ustedes han aprendido, y evítenlos.” También se les aconseja a los cristianos: “Además, rechaza las averiguaciones necias y dadas a la especulación, sabiendo que engendran peleas. Mas el esclavo del Señor no tiene necesidad de pelear, sino de ser prudente para con todos, capacitado para enseñar, manteniéndose reprimido bajo lo malo, instruyendo con apacibilidad a los que no están favorablemente dispuestos, pues quizás Dios les conceda arrepentimiento que lleve a un conocimiento acertado de la verdad, y ellos puedan volver a sus sentidos propios fuera del lazo del Diablo, siendo que han sido atrapados vivos por él para la voluntad de ése.” (Rom. 16:17; 2 Tim. 2:23-26, NM) A pesar de las promesas que se hayan hecho anteriormente en sentido contrario, los debates pueden perder sus limitaciones y apacibilidad de parte de los que no tienen el espíritu de Jehová y degenerar en altercación y en rivalidad y emocionalismo.

Por esto la Sociedad Watch Tówer no hace uso ahora del debate como medio de predicar las buenas nuevas del Reino. Uno de sus representantes puede ser el orador visitante ante un grupo denominacional diferente, cuando sea invitado, y él puede invitar a sus oidores a que le hagan preguntas después; pero se entiende desde el principio que la sesión no es un debate y que no ha de permitirse que deteriore en tal cosa. Las gloriosas buenas nuevas merecen una presentación decorosa, sin el clamor desordenado de los opositores: “Porque Dios es Dios, no del desorden, sino de la paz.”—1 Cor. 14:26-33, NM.

● El cuadro tradicional de Jesús le retrata con pelo largo y barbas, pero las publicaciones de la Watch Tówer lo muestran sin barba y con pelo corto. ¿Qué es lo correcto ?—M. H., Estados Unidos.

Las más recientes publicaciones de la Watch Tówer lo muestran sin barba y con pelo corto porque así se le presenta en las representaciones de él que son más viejas que el retrato tradicional de apariencia afeminada. En una jarra o taza antigua que se halló en Antioquía, Siria, en que se pretende representar a Jesús y sus discípulos en la cena del Memorial, Jesús se encuentra grabado ahí como un joven sin barba mientras algunos de los discípulos de él se representan con barbas. Para una fotografía de esto véase el Bible Dictionary de Hárper, página 22, en medio del artículo, “Antioquía, el cáliz de.” (M. S. y J. L. Míller, 1952) El libro docto por Jack Fínegan, Light from the Ancient Past (Luz de la antigüedad), habla de pinturas cristianas del segundo siglo que se hallaron en la Catacumba de Priscila, en el cuarto Cappella Greca, y declara en la página 371:

“La pintura de la Resurrección de Lázaro está casi borrada ahora pero todavía es posible reconocer que a un lado se retrata una estructura pequeña que contiene una momia y al otro lado a la hermana de Lázaro parada con los brazos extendidos hacia arriba. En el centro se representa a Cristo, mirando hacia la tumba con la mano derecha alzada como en un ademán de oratoria. Se le representa según el tipo romano, y tiene puesto una túnica y palio, mientras la mano izquierda sostiene la vestidura. Es joven y sin barba, con pelo corto y ojos grandes . . . . El cuadro es de gran interés puesto que es la representación más antigua de Jesús que se conserva en cualquier lugar.”

Más adelante en este libro se habla de la pintura de la Curación del Paralítico (Mar. 2:1-12) que se halló en la casa iglesia en la excavación de la colonia antigua de Dura en el desierto siriaco, y declara: “La pintura casi destruida de Cristo en la Catacumba de Priscila en Roma probablemente pertenece, como hemos visto, a mediados del segundo siglo. La pintura en Dura está fechada con aun más certeza en la parte temprana del siglo tercero. En ambos retratos se representa a Cristo como hombre joven, sin barba y con pelo corto y vistiendo la vestidura común del día. Estos retratos y otros semejantes son las formas más tempranas de Cristo según el conocimiento que se tiene actualmente del arte cristiano primitivo. Más tarde en el tercer siglo Cristo aparece todavía joven pero con pelo largo y crespo, y desde el siglo cuarto en adelante aparece la forma más conocida con barba.”—Páginas 408, 409.

Tan recientemente como el 7 de octubre de 1949, el conde de Athlone le quitó el velo a la nueva ventana oriental de la iglesia parroquial de Stepney, la iglesia materna de Londres del Este, Inglaterra. La fotografía de esta ventana, como fué publicada en “The Illustrated London News” del 1 de octubre de 1949, da una representación de una cruz con un joven clavado a ella, sin barba y con pelo corto, como representación de “Cristo crucificado, pero triunfante.”

Puesto que la Biblia no describe la fisonomía de Jesús ni indica que tuvo una barba larga, nosotros seguimos la evidencia arqueológica más antigua más bien que el punto de vista tradicional más reciente que da a Cristo una apariencia afeminada, pálida y santurrona. Algunos usan el texto de Isaías 50:6 como prueba de que Jesús tuvo barba: “Dí mi espalda a los que me herían, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba; no escondí mi rostro de la afrenta y del esputo.” Esto se puede haber cumplido literalmente en Isaías en forma típica prefigurando los insultos y vituperios vergonzosos que habían de lanzarse a los de la clase del siervo, el principal de ellos siendo Cristo Jesús. Cada uno de los que componen la clase del siervo sufre oprobios, pero no necesariamente todos los especificados aquí. El registro demuestra que Jesús fué azotado, le dieron bofetones y escupieron sobre él, pero no se hace mención de que le arrancaran las barbas. Si hubiera sucedido, ¿por qué no habría sido mencionado junto con los otros ultrajes e insultos? (Mat. 27:26; Mar. 14:65, NM) En efecto, la versión de los Setenta de Isaías 50:6 no menciona el que se arrancaran barbas de las mejillas, sino más bien el dar bofetadas: “Dí mi espalda a los azotes, y mis mejillas a las bofetadas; y no escondí mi rostro de la afrenta del esputo.” El registro en los evangelios declara que todo esto sí le aconteció a Jesús literalmente.

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