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  • ¿Es bíblica la curación por fe?

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  • ¿Es bíblica la curación por fe?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
w55 1/4 págs. 196-200

¿Es bíblica la curación por fe?

El interés en la curación por fe ha aumentado más que nunca. ¿Apoya la Biblia las pretensiones de los que curan por fe? ¿Se hacen curaciones genuinas, y en tal caso, cuál es la explicación de ellas? ¿Qué clase de obra curativa nos autoriza la Biblia a esperar?

EL INTERÉS en la curación por fe va de aumento a través del mundo. En los Estados Unidos noche tras noche se llenan los salones hasta su límite cuando celebran reuniones los curadores por fe, y ellos auspician programas de radio y televisión. Una revista dedicada a la curación por fe se jacta de una circulación de más de doscientos cincuenta mil ejemplares. El News Chronicle de Londres, del 21 de mayo de 1954, habla de cincuenta clérigos escoceses que practican la curación por fe y dice que “está creciendo en Escocia.” Y, según la revista Time del 17 de mayo de 1954, se manifestó en una reunión de científicos en el sur de Francia que en Francia hay más sanadores “heterodoxos” que médicos facultados, 48,000 en comparación con 42,000. También que la curación por fe está aumentando en Alemania.

Luego, tenemos el aumento de los que practican la ciencia cristiana, quienes pretenden tener la habilidad de curar a la gente de sus enfermedades, las cuales, dicen ellos, existen sólo en la mente. Y no ha de pasarse por alto el número aumentante de milagros que se acreditan a las capillas católicas romanas por todo el mundo, de las cuales la principal y más esmeradamente documentada, aparentemente, es la de Lourdes, Francia. Se han recibido informes hasta de la curación de perros.

No debe sorprendernos el que vaya aumentando el interés en las curaciones por fe, ya que ésta es una edad moderna y materialista. Por supuesto, es muy natural que el hombre busque la salud, puesto que la enfermedad acarrea tanto sufrimiento, es muy costosa, pone una carga sobre otros y acorta la vida. Además, el aumento en el número de casos de trastorno mental y nervioso, así como también de las enfermedades que causan degeneración, como el cáncer, dolencias del corazón y de los riñones, y eso a pesar del ostentado progreso médico, sin duda hace que más y más personas acudan a la curación por fe para sanarse.

Los que son atraídos a los sanadores por fe no son solamente los enfermos sino también los crédulos y curiosos. ¿No se deleitó Herodes Antipas cuando Pilato envió a Jesús a él porque “esperaba ver alguna señal ejecutada por él”? Incidentalmente, Jesús rehusó hasta hablar con él, mucho menos iba a darle una señal para satisfacer su curiosidad.—Luc. 23:8, 9, NM.

FUERON GENUINAS LAS CURACIONES DE LAS ESCRITURAS

Los sanadores por fe de la cristiandad generalmente se inclinan mucho a usar la Biblia como apoyo, para su actividad. Alegan que, puesto que la Biblia habla de la ejecución de milagros en tiempos pasados y como Dios es todopoderoso, se pueden hacer y se hacen curaciones por el poder de él hoy en día. Así que una revista de curación lleva artículos con títulos como los siguientes: “Es maravilloso a nuestros ojos,” “Lo que Dios ha obrado por la Fe,” “La oración de Fe salvará al enfermo.”

Entre los ejemplos precristianos de curación divina puede mencionarse la “curación” de la esterilidad de Abrahán así como la de su esposa de modo que pudieron tener un hijo aunque ellos tenían casi cien años. La Biblia no deja ninguna duda en cuanto a si esta “curación” era asunto de fe y poder divino. (Heb. 11:11, 12) Moisés, mediante el poder de Dios, tuvo poder para causar enfermedades así como para curarlas. Eliseo curó a un leproso, Naamán; hizo que la lepra de Naamán pasara a Giezi, su siervo; y levantó de entre los muertos a un niño.

Con la venida de Cristo Jesús la curación divina recibió más ímpetu. Él curó a diez leprosos a la vez y curó a un hombre que era ciego de nacimiento, y los que apenas tocaban la orla de su manto eran curados. Aun levantó de la muerte a varios. Si alguien duda de si éstos estaban verdaderamente muertos, que tome en cuenta que Lázaro estuvo en el sepulcro por cuatro días.

Jesús no sólo hizo una obra curativa él mismo sino que dió poder a otros para que hicieran lo mismo, comisionándolos: “Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado.’ Curen a la gente enferma, levanten a personas muertas, limpien a leprosos, echen fuera a demonios. Recibieron gratis, den gratis.” (Mat. 10:7, 8, NM) A manera de digresión, tomemos nota aquí de que Jesús colocó la predicación del Reino como cosa primera. Esto estuvo en armonía con el mandar Jesús a los sanados que no dijesen a otros acerca de su curación.

Note usted además cómo Lucas da importancia al hecho de que fué el poder de Dios lo que dió a Pablo la habilidad de efectuar curaciones: “Y Dios continuó efectuando obras extraordinarias de poder por manos de Pablo, de manera que aun paños y delantales se llevaban de su cuerpo a la gente doliente y las enfermedades la dejaban.” (Hech. 19:11, 12, NM) Sí, no podemos escaparlo, tenemos que admitir que los siervos de Dios practicaron curación divina.

¡NINGÚN ARGUMENTO A FAVOR DE LA CURACIÓN POR FE HOY EN DÍA!

¿No arguyen a favor de la curación por fe hoy en día todos estos hechos? ¡No, de ninguna manera! ¿Por qué no, pregunta usted? Por dos razones principales. Primero, el cristiano anda por la fe y no por vista. (2 Cor. 5:7) No tiene ninguna promesa tal como la que Dios dió a los israelitas, a saber, que si obedecían sus mandamientos “Jehová de seguro apartará de ti toda dolencia.”—Deu. 7:15, NM.

En segundo lugar, los milagros, incluyendo los de curar, tuvieron el propósito de establecer la autenticidad de los mensajeros de Jehová. Moisés obró milagros y “viendo esto el pueblo creyó.” Lo mismo fué verdad respecto a Cristo Jesús. Dijo él: “Si no estoy haciendo las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las estoy haciendo, aun si no me creen a mí, crean a las obras.” (Juan 10:37, 38, NM) Nótese, además, que Jesús no limitó sus obras milagrosas a curación, sino que efectuó muchos otros milagros. Levantó a los muertos, dió de comer a miles con solamente unos cuantos panes y peces, cambió agua en vino, apaciguó la mar agitada, discernió los pensamientos de personas, declaró muchas profecías que se han cumplido o que están cumpliéndose ahora. Todo esto estableció el hecho de que él verdaderamente era el Hijo de Dios, porque no pudiera haber hecho esas cosas por su propia cuenta.

Estas mismísimas razones para que hubiera curación divina en tiempos pasados arguyen contra esperar curación divina hoy en día. Habiendo sido firmemente establecido el cristianismo como cosa genuina por medio de la ejecución de tantos milagros, ya no hay necesidad de más milagros. De modo que el poder de efectuar milagros desapareció cuando murieron los doce apóstoles y aquellos otros a quienes Jesús confirió este poder. Prediciendo esta terminación de dones del espíritu, Pablo escribió: “El amor nunca se acaba. Pero aunque haya dones de profecía, serán quitados; aunque haya lenguas, cesarán; aunque haya conocimiento, será quitado.” Se requirieron mientras la congregación cristiana estaba en su infancia, pero al llegar ésta a la madurez bien podía pasar sin estas “cosas características de niño.”—1 Cor. 13:8, 11, NM.

Consistente con este parecer está el hecho de que estos milagros no se hicieron para el beneficio de los que poseían estos poderes. Así, cuando Cristo tuvo hambre después de cuarenta días de ayuno rehusó cambiar las piedras en pan para satisfacer su hambre. ¿Por qué? Porque esto hubiera sido abuso de su don. De la misma manera leemos que al viajar, cuando se cansó, descansó mientras los discípulos iban a un pueblo para traer comida. Tenía el poder de alimentar a miles de personas milagrosamente, ¿por qué no evitarles la molestia a sus discípulos y proveer comida milagrosamente? No, eso no habría sido uso correcto de su poder. Y, en cuanto a eso, ¿por qué tomar tiempo para descansar? Teniendo la capacidad para dar fuerzas a otros, ¿por qué no suministrarse su propia fuerza de manera sobrenatural? Otra vez, porque Dios no le dió estos dones para su propia comodidad y conveniencia.

Sus apóstoles y discípulos siguieron el mismo principio. Parece que Pablo padecía de la vista. A cierto tiempo su colaborador Epafrodito estuvo mortalmente enfermo, y en otra ocasión Pablo tuvo que dejar atrás a Trófimo a causa de una enfermedad de éste. Y, ¿no leemos que Timoteo padecía del estómago y también que tenía “frecuentes casos de enfermedad”? ¿Por qué tantos casos de enfermedad si la curación divina había de ser para el beneficio de los cristianos? Y, si hubiera sido una indicación de falta de fe emplear los servicios de un médico, ¿habría llevado Pablo a Lucas consigo y se habría referido a él como “el médico amado”? (1 Tim. 5:23; Col. 4:14, NM; Fili. 2:25, 27; 2 Tim. 4:20) Obviamente, los milagros tenían el propósito de convencer a los incrédulos, y no eran para el beneficio de cristianos dedicados.

Puesto que esto no serviría para ningún propósito específico, ¿por qué esperar que se efectúen milagros hoy en día? La enfermedad es asunto de causa y efecto basado en las leyes que Dios ha formulado. Sería insensatez burlarse de, pasar por alto o descuidar estas leyes y luego esperar que Dios efectuara un milagro a favor nuestro. Además, se nos dice que “el tiempo y la casualidad les tocan a todos.”

¿Sería incorrecto orar a Dios acerca de nuestra dolencia cuando nos enfermamos? No, pero no podemos pedir que él nos cure. Lo que podemos pedir es fortaleza para aguantar, también sabiduría para que podamos combatir nuestra enfermedad de la mejor manera posible. Asimismo pedimos nuestro pan de cada día, pero no esperamos que Dios lo provea milagrosamente.

Tampoco debe uno cometer el error de culpar al Diablo personalmente por su enfermedad o accidente como si uno fuera otro Job. El caso de él fué especial y tuvo el propósito de que se hiciera un registro respecto al punto en disputa de la supremacía. Note usted que no sólo fué restaurado Job, sino que se le duplicó la familia que perdió y se le dió dos veces más riqueza material que la que tenía antes.

¿CÓMO EXPLICAR CASOS DE “CURACIÓN POR FE”?

Puesto que no podemos atribuir estas curas modernas de la “curación por fe” al poder de Dios, ¿cómo podemos explicarlas? En primer lugar notemos que mucho se ha aprendido en años recientes acerca de la relación entre cuerpo y mente y algunas autoridades sostienen la creencia de que como una tercera parte de todas las enfermedades tienen su origen en la mente, otra tercera parte en el cuerpo y una tercera parte en la combinación de los dos. Al grado que una enfermedad haya sido producida por factores mentales o emocionales, al mismo grado le sería fácil responder a la “curación por fe.” Además, es un hecho bien conocido el que la mente ejerce mucho poder sobre el cuerpo, aun como indica la Biblia: “El corazón alegre es una buena medicina; mas el espíritu quebrantado reseca los huesos.”—Pro. 17:22.

Pero, ¿qué hay de esas curaciones que no se pueden explicar así? El mismo hecho de que Dios “no es parcial” excluiría la posibilidad de que hayan sido efectuadas por él, porque vemos a muchas personas inicuas disfrutando de buena salud y muchos cristianos sinceros sufriendo de mala salud. Así que tenemos que buscar la explicación en otro sitio. Y, ¿dónde estará eso?

Se nos dice que “el mismo Satanás se transforma en ángel de luz.” También que sus agentes efectuarían señales y prodigios ‘para extraviar, si posible fuera, aun a los escogidos.’ Sí, si la curación no puede atribuirse a factores físicos y si Dios no obra de esa manera, la única explicación es la del poder de los demonios. Las Escrituras muestran claramente que los demonios poseen poder sobrenatural.—2 Cor. 11:14; Mat. 24:24; Éxo. 7:10-12.

Esto no debe asombrarnos, porque no sólo las sectas sumamente contradictorias de la cristiandad dicen tener el poder de curar sino que es un hecho bien conocido que el faquir, el exorcista y el hechicero de tierras paganas verdaderamente pueden efectuar curaciones, a veces en casos en que la medicina moderna no dió resultado.

Otra cosa que hace sospechosos a los sanadores por fe es la importancia que dan a las contribuciones, los métodos sensacionales empleados para atraer publicidad y los números incalculables de casos en que no hay resultados, todo lo cual contrasta de manera muy obvia con el programa de curación llevado a cabo por Jesús y sus primeros discípulos.

EL PROGRAMA DE CURACIÓN DIVINA ESPIRITUAL

La curación de dolencias físicas no es la cosa de suprema importancia en la vida del cristiano bien equilibrado. La Palabra de Dios habla de un programa de curación espiritual que sobrepasa en importancia a cualquier programa de curación física. En el día de Jesús los que fueron curados sólo de manera física en verdad recibieron poco beneficio—sólo les duró unos cuantos años. Pero los que fueron curados espiritualmente por medio de la fe, el conocimiento y la dedicación a hacer la voluntad de Dios recibieron la promesa: “Esta es la voluntad de mi Padre, que todo el que ve al Hijo y ejerce fe en él, tenga vida eterna, y que yo lo resucite en el día postrero.”—Juan 6:40, NM.

Sí, un programa de curación divina espiritual está en progreso hoy en día. Como resultado de la predicación de las buenas nuevas del reino de Jehová a cientos de miles de personas se les está dando salud espiritual que sobrepasa por mucho la felicidad de cualquier bien físico. El conocimiento de quién es Jehová, cuáles son sus propósitos y por qué ha permitido el mal, el darnos cuenta de que Cristo murió por nuestros pecados, la esperanza de bendiciones en un nuevo mundo tan cercano, traen tranquilidad de ánimo, consuelo y gozo de corazón. Hacen que uno se dedique a Jehová y le introducen en la sociedad del Nuevo Mundo, cuyos miembros todos son personas que se han dedicado a Jehová de la misma manera, y que prestan atención a los dos grandes mandamientos de amar a Jehová con todo el corazón, mente, alma y fuerza, y al prójimo como a uno mismo.

Este programa de curación espiritual fué predicho hace mucho: “Entonces serán abiertos los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos serán destapados; entonces el cojo saltará como ciervo, y cantará la lengua del mudo.” “Y no dirá más el habitante: Estoy enfermo; al pueblo que mora en ella le habrá sido perdonada su iniquidad.” “He aquí que yo le traeré . . . sanidad y curación; y . . . yo los sanaré, y les revelaré la abundancia de mi paz y fidelidad.”—Isa. 35:5, 6; 33:24; Jer. 33:6.

Las promesas antedichas se limitan al programa de curación espiritual que está efectuándose ahora, pero dan una garantía de una curación física y mental en el futuro cercano, en la nueva tierra del nuevo mundo en que morará la justicia. Concerniente a ese nuevo mundo está escrito: “Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni tampoco habrá más duelo ni lloro ni dolor.”—Apo. 21:4, NM.

Jehová llevará a cabo lo que él se propone, de modo que su propósito original de tener la tierra llena de una raza perfecta de criaturas humanas, saludables y felices, morando en paz y unidad y adorándole tan sólo a él, todavía se realizará. Hasta que llegue ese tiempo los cristianos estarán contentos con salud espiritual y tanta salud física como se pueda adquirir por ejercer dominio de uno mismo y por emplear los medios de reparación que sean consistentes con las Escrituras y el sentido común. Al mismo tiempo harán todo lo posible para llamar la atención de otros al programa de curación divina espiritual con sus esperanzas de bendiciones en el nuevo mundo.

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