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  • Cristianos verdaderos vencen la persecución

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  • Cristianos verdaderos vencen la persecución
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1955
w55 15/4 págs. 227-228

Cristianos verdaderos vencen la persecución

POR tres años y medio Cristo Jesús había servido como representante principal terrestre de Jehová. Allá en el río Jordán había convenido en hacer la voluntad de su Padre, y a pesar de toda la tentación y persecución que Satanás y sus agentes pudieron dirigir en su contra Jesús no se apartó de lo que había convenido ni un ápice. Durante la última noche que él estuvo con sus discípulos como hombre les dijo: “En el mundo tendrán tribulación, pero ¡alégrense! yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33, NM) ¿Alegrarse mientras uno sufre persecución? Sí, por causa de la seguridad consoladora y alentadora de que la persecución puede vencerse.

Pero, ¿por qué dejó Jehová que su amado Hijo sufriera persecución? Sí, ¿por qué será que Dios permite que cualquiera de sus siervos sufra? ¿No ama él a sus siervos? ¿Y no es todopoderoso? Entonces debe tener alguna buena razón. ¿Cuál es? Y puesto que los hechos indican que muchos cristianos profesos no han vencido la persecución, ¿qué se requiere para vencerla?

Como es de esperarse, Dios nos ha dado las contestaciones a estas preguntas en su Palabra, la Biblia. Tratando sobre el particular muy patentemente está el registro que se encuentra en los primeros dos capítulos de Job. Allí se narra la conversación entre Jehová y Satanás respecto a Job, el siervo recto de Dios. Verdad es que Job estaba sirviendo a Jehová, pero, ¿cuál era su motivo? Dios sostuvo que era amor a la justicia; Satanás sostuvo que era amor a la ganancia egoísta. Satanás alegó que si se le quitara a Job la recompensa por el bien hacer Job renunciaría a Dios, sí, que renegaría de él en su misma presencia. Porque este desafío implicó el nombre y la supremacía de Jehová así como también el hecho de si eran dignas sus criaturas de disfrutar la vida, Jehová aceptó el desafío y dejó que Satanás actuara hacia Job en la forma que quisiera, menos quitarle la vida. El resultado es cosa bien conocida a todos los que se han familiarizado con las Escrituras. Aunque Job se preguntó vez tras vez por qué Dios permitía que él sufriera de esa manera, en ningún momento acusó Job a Dios de proceder injustamente, sino, más bien, expresó su confianza completa en él: “¡Aunque me mate, esperaré en él!”—Job 13:15.

No es que Job fuera el primero que retuvo así su integridad, sino, más bien, que en el caso de él tenemos el punto en disputa puesto en claro y llegamos al grano, como si dijéramos. El mismo hecho de que Jehová llamó la atención de Satanás al proceder de Job al mantener éste su integridad indica que el punto en disputa había surgido anteriormente; y tal había sido el caso, en el jardín del Edén cuando Satanás logró desviar a la primera pareja humana. Ese triunfo inspiró a Satanás y lo hizo pensar que podía desviar a todas las criaturas inteligentes de Dios. Para probar la falsedad de Satanás, Dios dejó que Satanás continuara en su proceder nefando.

Los apóstoles y primeros discípulos de Jesús vencieron la persecución así como él lo había hecho. La actitud inequívoca de ellos fué: “Tenemos que obedecer a Dios como gobernante más bien que a los hombres.” Con el apedreamiento de Esteban estalló persecución violenta en contra de la congregación cristiana de Jerusalén, persecución que dispersó a todos menos los apóstoles. Pero lejos de ser hundidos por dicha persecución, “los que habían sido esparcidos fueron por toda la tierra declarando las buenas nuevas de la palabra.” Jesús les había dicho que se regocijaran si se les perseguía y el registro demuestra que hicieron precisamente eso.—Hech. 5:29, 41; 8:1, 2, 4, NM; Mat. 5:11, 12.

Y, ¡cuán violenta fué la persecución que el apóstol Pablo venció! Fué encarcelado repetidas veces, y “por los judíos cinco veces recibí cuarenta azotes menos uno, tres veces fuí golpeado con varas, una vez fuí apedreado,” y dejado por muerto. A pesar de todo esto persistió en la predicación. (2 Cor. 11:23-25, NM) Tampoco han faltado a través de los años ejemplos de fieles cristianos que hayan vencido la persecución. Obligados a seguir en secreto, ya fuera por emperadores paganos, o por las espadas “cristianas” de la iglesia romana, rehusaron transigir, mas retuvieron firmemente su integridad y siguieron ‘predicando la palabra.’—2 Tim. 4:2.

Jesús había advertido: “en el mundo tendrán tribulación,” y Pablo, en su segunda carta al ministro joven Timoteo, escribió: “Todos los que deseen vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos.” (2 Tim. 3:12, NM) ¿Qué hay de nuestro día? ¿Hay cristianos en medio de este siglo veinte que sufran persecución semejante? y, en tal caso, ¿están venciéndola? ¿Cómo? Para las respuestas a estas preguntas véase el artículo que sigue.

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