La verdadera congregación cristiana
Muchos diferentes grupos religiosos pretenden ser la única verdadera congregación cristiana. ¿Cómo podemos decidir si son verdaderas o falsas esas pretensiones? ¿Cuáles son el origen, propósito y destino de la verdadera congregación cristiana? ¿Cómo es posible identificarla?
UN VIAJERO llegó a un pequeño pueblo de los estados centrales del norte de los Estados Unidos un domingo por la mañana. Dado que él asistía regularmente a la iglesia, le preguntó al primer residente con quien se encontró: “Amigo, ¿dónde hallaré la iglesia X————?” Este le contestó: “La iglesia X———— se halla por todo el pueblo pero se reúnen allá en la calle Primera y Central.” Aunque esta anécdota la repiten algunos a menudo en un esfuerzo por ser chistosos, sin embargo ilustra un punto relacionado con nuestra discusión, porque, según la Biblia, la iglesia cristiana no es un edificio de madera o de piedra sino que es la congregación cristiana.
Para evitar la confusión parece mejor por lo tanto hablar la congregación cristiana más bien que de la iglesia cristiana. Los vocablos “iglesia” e “iglesias” ocurren unas 115 veces en la Versión Autorizada, y en todos los casos menos uno se usan para traducir la palabra griega ekklesia, la cual significa, no un edificio, sino una asamblea, una congregación, y más específicamente, una asamblea que ha sido convocada, una congregación que ha sido llamada.
Aunque algunos sostienen que sólo el cuerpo religioso de ellos es la verdadera congregación cristiana, otros creen que todos los que pretenden ser cristianos juntos constituyen la congregación cristiana y que lo que sucede es que hay muchos diferentes caminos, pero todos conducen al cielo. No obstante, si eso fuera verdad querría decir que la congregación cristiana está dividida, y el apóstol Pablo, autoridad en la materia, inequívocamente declara que Cristo no está dividido: “Se me hizo saber acerca de ustedes, mis hermanos, . . . que existen disensiones entre ustedes. Lo que quiero decir es esto, que cada uno de ustedes dice: ‘Yo pertenezco a Pablo,’ ‘Pero yo a Apolos,’ ‘Pero yo a Cefas,’ ‘Pero yo a Cristo.’ ¿Existe dividido el Cristo?” Esas palabras indican claramente que la verdadera congregación cristiana no está dividida en centenares de sectas y credos contradictorios.—1 Cor. 1:11-13, NM.
LA ESTRUCTURA DE LA CONGREGACIÓN CRISTIANA
Algo que contribuye a la unidad de la congregación cristiana es el hecho de que ella reconoce a una sola cabeza, Cristo Jesús: “Él es la cabeza del cuerpo, la congregación.” Hasta donde esté ejerciendo dominio la cabeza, el cuerpo funciona armoniosamente. Y cambiando la ilustración desde un cuerpo a una ciudad o templo, descubrimos que los de la congregación cristiana “han sido edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, mientras que Cristo Jesús mismo es la piedra angular de fundamento.”—Col. 1:18; Efe. 2:20, NM.
Cristo no hizo ninguna provisión para una distinción entre lego y clero en la congregación cristiana, sino que más bien dijo: “No se llamen ‘Rabí’, porque uno solo es su maestro, entre tanto que todos ustedes son hermanos. Además, no llamen a nadie su padre en la tierra, porque Uno solo es su Padre, el Celestial.” No obstante, él sí hizo provisión para sobreveedores y asistentes, misioneros, pastores y maestros, “teniendo como mira el entrenamiento de los santos para la obra ministerial, para la edificación del cuerpo del Cristo.” No había ninguna distinción de legos y clero, porque todos eran predicadores. Cristo puso el ejemplo para que todos lo siguieran, aun como manifiesta Pablo: “Háganse imitadores de mí, así como yo lo soy de Cristo.”—Mat. 23:8, 9; Efe. 4:11, 12; 1 Cor. 11:1, NM.
Después de la muerte de Jesús hallamos que un cuerpo gobernante, que consistía de los apóstoles y otros discípulos maduros, residía en Jerusalén. A éste se le consultaba cuando surgían preguntas confundidoras, tales como el asunto de la circuncisión de los conversos gentiles. Después de averiguar los pensamientos de Dios sobre el tema este cuerpo mandó cartas de instrucciones a las diferentes congregaciones locales. (Hech. 15:1-35) Esto daba por resultado unidad en entendimiento y en predicación. Es razonable esperar que hoy en día también habría un cuerpo gobernante. Sólo por medio de un instrumento de esta clase podría estar unida en entendimiento y actividad la congregación cristiana que está sobre la tierra hoy en día.
Según la Palabra de Dios la congregación cristiana se limita a 144,000 llamados, escogidos y fieles: “Y yo vi, y ¡he aquí! el Cordero de pie sobre el monte de Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil teniendo su nombre y el nombre de su Padre escrito en sus frentes. . . . Estos fueron comprados de entre la humanidad como primicias para Dios.” El hecho de que este número es literal se percibe del capítulo 7 de Apocalipsis, donde también se da y se contrasta con una grande muchedumbre de entre todas las naciones la cual ningún hombre podía contar. No es que solamente 144,000 consigan la salvación, sino que solamente ese número conseguirá la herencia celestial como “primicias” escogidas. Jesús los llamó una manada pequeña y, cuando se compara con toda la humanidad, la congregación cristiana de 144,000 es una manada pequeña.—Apo. 14:1, 4; Luc. 12:32, NM.
LLAMANDO A LA CONGREGACIÓN CRISTIANA
El primerísimo requisito para llegar a ser miembro de la congregación cristiana es tener conocimiento acerca de Jehová Dios y sus propósitos y tener fe en ellos, y particularmente acerca de su provisión de vida mediante el sacrificio de su Hijo Cristo Jesús. Y ya que “la fe sin obras está muerta,” uno tiene que probar su fe por medio de dar la espalda al mundo y al proceder egoísta de uno en lo pasado, dedicándose a hacer la voluntad de Dios. Entonces tiene que hacer declaración pública de ese hecho por medio de ser bautizado, en armonía con el mandato de Jesús: “Hagan discípulos de gente de todas las naciones, bautizándolos.”—Sant. 2:26; Mat. 28:19, 20, NM.
Es de entre los que han tomado los pasos supradichos que Dios escoge a los miembros individuales de la congregación cristiana. Esto lo hace por medio de aceptar su dedicación, por medio de declararlos justos sobre la base de su fe en la sangre de Cristo, y luego produciéndolos o reconociéndolos como sus hijos por medio de su Palabra y su espíritu santo, despertando en ellos una esperanza de vida en los cielos con Cristo Jesús. Sobre la base de esto ellos ahora buscan “la gloria y la honra y la incorruptibilidad por medio de perdurar en la obra que es buena.”—Sant. 1:18; Rom. 2:7, NM.
La congregación cristiana, en lo que toca al cuerpo de Cristo, comenzó en el Pentecostés, cuando el espíritu santo fué derramado sobre los 120 creyentes que estaban reunidos en Jerusalén, abriendo Cristo Jesús en ese entonces un camino nuevo y viviente. Síguese, entonces, que nadie que vivió antes de ese tiempo era parte de la congregación cristiana; el cual hecho explica por qué Jesús dijo que, aunque nadie nacido de mujer era mayor que Juan Bautista, sin embargo, el más pequeño del reino del cielo sería mayor que Juan. Durante mil novecientos años Dios ha estado seleccionando a la congregación cristiana, y el énfasis que él ha hecho que se dé a las bendiciones terrenales que él tiene en reserva para otros, particularmente desde 1931, indicaría que el número celestial está casi completo.—Mat. 11:11.
Aunque en su mayoría los cristianos profesos están familiarizados con las muchas promesas que contiene la Palabra de Dios respecto a la gloria celestial que le espera a la congregación cristiana, comparativamente pocos están familiarizados con el propósito de la congregación cristiana mientras está sobre la tierra y lo toman en serio. El seguir a Cristo Jesús no es meramente un asunto de limpiar uno su moral, porque Jesús tenía moral limpia desde el principio. Jesús testificó repetidamente, tanto por palabras como por acciones, que el propósito de su venida a la tierra fué “para dar testimonio a la verdad.” Y asimismo, respecto a sus seguidores se nos dice que Dios “dirigió su atención a las naciones para tomar de ellas un pueblo para su nombre,” y que este pueblo, su congregación cristiana, es “‘una raza escogida, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo para posesión especial, para que declaren en público las excelencias’ de aquel que los llamó fuera de la oscuridad a su luz maravillosa.”—Juan 18:37; Hech. 15:14; 1 Ped. 2:9, NM.
IDENTIFICANDO A LA VERDADERA CONGREGACIÓN CRISTIANA
Tomando en cuenta las muchas sectas que pretenden ser la verdadera congregación cristiana, ¿según qué regla, canon o prueba podemos determinar cuál tiene derecho a esa pretensión? Por la Palabra de Dios, puesto que Jesús dijo acerca de ella: “Tu palabra es la verdad.”—Juan 17:17, NM.
Sí, ya que Jesús aceptó la Biblia como la Palabra de Dios, debe ser el caso también que la congregación cristiana reconozca la inspiración de la Biblia. Pablo razonó a base de las Escrituras; se elogió a los de Berea porque usaron sus Biblias para verificar todo lo que oyeron decir a Pablo; y él escribió a Timoteo: “Toda Escritura es inspirada por Dios y es benéfica para enseñar, . . . para que el hombre de Dios sea enteramente competente, completamente equipado para toda buena obra.” Y Pedro declaró que “hombres hablaron por parte de Dios al ser ellos impulsados por el espíritu santo.” Síguese, por lo tanto, que ningún cuerpo religioso que no acepte la Biblia como la Palabra inspirada de Dios podría ser la congregación cristiana.—2 Tim. 3:15-17; 2 Ped. 1:19-21; Hech. 17:2, 11, NM.
Además, Jesús dijo a sus seguidores la noche en que fué traicionado: “Les estoy dando un nuevo mandamiento: que se amen los unos a los otros; igual como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros. Por esto todos sabrán que ustedes son mis discípulos, si tienen amor entre ustedes mismos.” Por consiguiente todos los cristianos profesos que están divididos económicamente, luchando amargamente unos con otros ya sea como empresarios contra empleados o como competidores; o políticamente, calumniándose unos a otros al tiempo de las elecciones; o nacionalmente, saliendo en tiempo de guerra para matarse unos a otros, por ejemplo: metodistas matando a metodistas, luteranos matando a luteranos o católicos matando a católicos, no podrían ser de la verdadera congregación cristiana, porque no se están amando unos a otros como Cristo Jesús amó a sus seguidores, dando su vida por ellos.—Juan 13:34, 35, NM.
Las palabras de Jesús al efecto de que sus seguidores no serían parte del mundo nos dan más ayuda para identificar la verdadera congregación cristiana: “Porque ustedes no son parte del mundo, sino que yo los he escogido del mundo, por esta causa el mundo los odia.” Y el discípulo Santiago declaró que la adoración pura consiste en mantenerse sin mancha del mundo y que “la amistad con el mundo es enemistad con Dios.”—Juan 15:19; Sant. 1:27; 4:4, NM.
Y la verdadera congregación cristiana no sólo había de ser impopular, y no ser parte alguna de este mundo, sino que había de ser perseguida violentamente: “Todos los que deseen vivir con devoción piadosa en asociación con Cristo Jesús también serán perseguidos.” Se sigue, por lo tanto, que todos los que se mezclan en la política y los ardides comerciales de este mundo y que son estimados por él no podrían ser la verdadera congregación.—2 Tim. 3:12, NM.
Mientras estuvo sobre la tierra Cristo Jesús predicó las buenas nuevas del reino de Dios y él predijo que al tiempo de su regreso y el fin de este inicuo viejo sistema de cosas “estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada con el propósito de dar un testimonio a todas las naciones.” Esto elimina de entre los que dicen ser la verdadera congregación cristiana a todos los que señalan a los gobiernos de los hombres como el reino de Dios o que esperan que tales proyectos como la organización de las Naciones Unidas o el movimiento Federalista Mundial efectúen condiciones justas y pacíficas sobre la tierra. Y también eliminaría a todos aquellos cuyo mensaje no se esté predicando en toda la tierra.—Mat. 24:14, NM.
Y finalmente, la verdadera congregación cristiana tiene que tener evidencia de que la bendición de Dios está sobre ella. Tiene que crecer y prosperar en calidad y números a pesar de todas las tentaciones y presiones que el Diablo y el mundo puedan dirigir en su contra. Como Gamaliel bien lo dijo a sus asociados en el Sanhedrín: “Si este proyecto y esta obra es de los hombres, será derribado; pero si es de Dios, no los podrán derribar.” Sí, lejos de buscar favores especiales de gobiernos mundanos la verdadera congregación cristiana medra a pesar de persecución por parte de tales gobiernos.—Hech. 5:38, 39, NM.
Habiéndose notado la naturaleza de la estructura de la verdadera congregación cristiana, cómo es escogida, su origen, propósito y destino, y cómo puede ser identificada, es la responsabilidad de cada cual que quiera tener la aprobación de Dios y conseguir vida eterna determinar cuál de las organizaciones que profesan ser cristianas es “la congregación del Dios viviente, una columna y apoyo de la verdad.”—1 Tim. 3:15, NM.