Venciendo los temores de esta generación
¿Teme usted las cosas que no debiera temer? Casi toda persona lo hace. Esto se debe a que se carece de conocimiento acerca de la causa y el significado de los temores del mundo. Este artículo prueba que usted realmente puede vencer el temor y encontrar la felicidad y confianza que provienen del conocimiento.
EL TEMOR tiene en sus garras a esta generación. Por todas partes la gente está en temor. Teme la inseguridad. Teme el hambre. Teme la enfermedad. Teme al prójimo. Teme a los gobiernos. Teme a la guerra. Teme al conocimiento. Aun teme al temor. Eso explica por qué, hace poco, Adlai Stevenson declaró: “La tragedia de nuestro día es el clima de temor en el cual vivimos.”
Informes recientes muestran que el pueblo ruso está dominado en toda situación por el temor. Pero el llamado mundo libre no se halla en circunstancias mucho mejores. Una ola de temor al prójimo tanto ha paralizado el pensar que el Dr. F. H. Sanford, secretario ejecutivo de la Asociación Psicológica Americana, dijo que una enfermedad de “¿qué pensará la gente?” está llevando a la humanidad, desde el chófer de taxi hasta el científico, a pensamientos restringidos y vida de seguimiento sistematizado.—Science News Letter, 16 de abril de 1955.
Durante toda la historia, siempre que había tiempos de crisis o calamidad, los hombres todavía miraban al futuro, si no con confianza, por lo menos con esperanza. Ahora eso ha cambiado. “Desde el derrumbe del orden público durante la primera guerra mundial,” escribe Walter Lippmann en The Public Philosophy, “no ha habido ninguna seguridad para las multitudes y ninguna tranquilidad mental para nadie.”
Los científicos, que conocen el poder del átomo como no lo conoce ningún lego, tienen razón para temer al futuro. Aun antes de que se dieran cuenta cabal de lo destructiva que es la bomba de hidrógeno, el Dr. Harold C. Urey, científico atómico y ganador del premio Nóbel, declaró: “¿Libertad del temor? Comeremos temor, dormiremos en temor, viviremos en temor y moriremos en temor.”
Los filósofos, a pesar de sus sabihondas meditaciones, no pueden pasar por alto o disipar el medio ambiente de temor. Bertrand Russell, escribiendo para el Times de Nueva York del 27 de septiembre de 1953, dijo: “Desde 1914, todo el que se fija en las tendencias que hay en el mundo ha estado profundamente preocupado por lo que ha parecido una marcha fatal y predestinada hacia mayor desastre cada día.” Entonces él hizo prominentes las tinieblas futuras al decir: “Muchas personas serias han llegado a pensar que no se puede hacer nada para evitar la zambullida hacia la ruina.”
Los políticos y estadistas no le pueden encontrar salida al clima angustiado de temor. Aturrullados y acongojados, hablan palabras de pesimismo. Por ejemplo, Adlai Stevenson miró cándidamente al futuro de esta manera: “Nunca vamos a resolver muchos de los problemas difíciles del mundo, sino que sencillamente tendremos que aprender a vivir con ellos por años y quizás por siglos.” (Time, del 22 de noviembre de 1954) Tomando en cuenta que él es un político ésa es habla franca. Nada de promesas lisonjeras, sino sólo la realidad sin adorno.
VENCIENDO EL TEMOR MEDIANTE CONOCIMIENTO
“Al perder el fácil optimismo de la generación precedente,” declaró el secretario general de las Naciones Unidas recientemente, “no debemos portarnos como si también hubiéramos perdido la convicción profunda de nuestros predecesores acerca del valor del conocimiento.” Sin embargo, eso es lo que grandes masas de la humanidad han hecho. Temen el conocimiento, un arma de importancia en el combate contra el temor. De modo que no tema el conocimiento. ¿Cuál es el conocimiento que es de suprema importancia para vencer el temor? Es conocimiento del significado de las características raras de esta generación, su temor global sin precedente y temor del futuro.
¿Quién puede darnos la clave para saber lo que significan tales cosas como éstas? Ciertamente es inútil embeber las regurgitaciones mentales de los mundanos paralizados de temor, que prontamente admiten que andan tropezando en una neblina de temor. Más bien tenemos que dirigirnos a uno que habla autoritativamente, a saber, el Hijo de Dios, Cristo Jesús. En contestación a una pregunta acerca de la consumación de este sistema de cosas, el más grande profeta que ha vivido dijo: “Nación se levantará contra nación, y reino contra reino, y habrá grandes terremotos y en un lugar tras otro pestes y escasez de alimento, y habrá escenas espantosas.”—Luc. 21:10, 11, NM.
Así se predijeron “escenas espantosas” como una señal de los “últimos días.” Estas “escenas espantosas” por sí solas no componen la señal de los “últimos días”; pero cuando les sobrevienen a una generación junto con las otras angustias predichas, como es el caso ahora, la señal de los “últimos días” se ha hecho visible.
Estas “escenas espantosas” no habían de ser escenas espantosas de la clase común, la clase de temores que el hombre a menudo ha experimentado. Oh no, porque el gran Profeta dió énfasis a lo singular de estas “escenas espantosas” cuando él dijo que habría “sobre la tierra angustia de naciones, no conociendo la salida por el rugir del mar y su agitación, mientras que los hombres se desmayan debido al temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra habitada.” (Luc. 21:25, 26, NM) Note lo que esto significa: Primero, tal será la angustia y temor entre las naciones que aun los estadistas más astutos no podrán encontrar la salida; en otras palabras, temor mundial tan intenso que no tiene precedente en la historia del hombre. Segundo, hombres que se “desmayan debido al temor.” ¿Por qué? Debido a la “expectativa de las cosas que vienen,” temor del futuro mismo. Las características raras de nuestro tiempo indican que se cumple la profecía de Jesús.
De modo que desde 1914 esta generación, la generación que conoce el temor como ninguna otra generación lo ha conocido, está viviendo en los “últimos días,” “el tiempo del fin,” o el tiempo en que un sistema corrupto e inicuo de cosas está condenado y desaparecerá para dar lugar a un justo nuevo mundo hecho por Dios. Es en la culminación de este período de transición que ocurrirá el Armagedón. Será el evento que más temor infundirá de todas las edades, pasadas o futuras, porque como Jesús declaró, es aquella “grande tribulación como no ha acontecido desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a acontecer.”—Mat. 24:21, NM.
La mayoría de la gente, entonces, teme las cosas que no debiera temer. Teme a su prójimo o teme a las naciones. Más bien, debiera temer al Armagedón. Debiera temerlo porque éste destruirá su mundo y a ella, también, si se queda con él. Pero esto es algo que la masa de la humanidad ignora. Y la ignorancia hace que uno tema las cosas que no debe temer. Así que ahora es el tiempo para enfrentarse a los hechos sin temor, especialmente en vista de que es esta generación la que está cara a cara con el Armagedón. Jesús amonestó: “Verdaderamente les digo: Esta generación de ninguna manera pasará hasta que sucedan todas las cosas [incluso el Armagedón].”—Luc. 21:32, NM.
Realmente, no hay por qué usted deba temer al Armagedón si obtiene conocimiento y obra de acuerdo con ese conocimiento. ¿Por qué? Porque los ayes y eventos que juntos componen la señal de los “últimos días” deben producir gozo, no tristeza; confianza, no temor. ¿Suena raro esto? No cuando oímos estas palabras del Señor, palabras que les dicen a los verdaderos cristianos que se regocijen cuando vean el mundo en su estado de temor sin precedente con sus guerras, angustia de naciones, temores y tenebrosidad para el futuro, terremotos, hambres y otras aflicciones: “Al empezar a suceder estas cosas [a una sola generación], levántense erguidos y alcen la cabeza, porque su liberación se está acercando.”—Luc. 21:28, NM.
Es posible alcanzar liberación para entrar en un justo nuevo mundo. Por eso es que el apóstol Pedro, después de contar acerca de la destrucción de este sistema de cosas, sigue con la garantía consoladora: “Pero hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos de acuerdo con su promesa, y en éstos la justicia habrá de morar.” (2 Ped. 3:13, NM) Así que todos los ayes y temores del mundo son motivo para regocijarse porque significan precisamente esto: son un preludio del nuevo mundo de justicia de Dios.
Pero el tener conocimiento acerca del significado de los temores del mundo no es suficiente. Hay que seguir adelante y conseguir conocimiento acerca del por qué este mundo está paralizado por el temor. Sin este conocimiento uno está luchando con un enemigo en la obscuridad. La Palabra de Dios, la Biblia, enfoca el proyector sobre el enemigo del hombre, el productor del temor, el archienemigo de Jehová, a saber, Satanás el Diablo. Con razón la tierra está en tumulto hirviente: desde 1914, como resultado de una guerra en el cielo, Satanás ha sido arrojado a la tierra, donde él ahora incita angustia y violencia. La Biblia nos ilumina, en Apocalipsis 12:7-10, 12 (NM):
“Estalló guerra en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon con el dragón, y el dragón y sus ángeles lucharon pero éste no prevaleció, ni se halló más lugar para ellos en el cielo. De modo que fué arrojado hacia abajo el gran dragón, la serpiente original, aquel que es llamado Diablo y Satanás, el cual está desviando a toda la tierra habitada; fué arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados junto con él.” El resultado: “Ayes para la tierra y para el mar, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran ira, sabiendo que tiene un corto período de tiempo.”
HACIENDO DE JEHOVÁ SU AYUDADOR
Ahora que usted sabe que vivimos en un tiempo muy maravilloso de la historia humana, está en la debida posición para vencer el temor. Pero usted tiene que adoptar el proceder de adquirir conocimiento. Haga tiempo para esto. Estudie la Palabra de Dios con el auxilio que prestan las muchas ayudas para el estudio de la Biblia que los testigos de Jehová traen a la gente para la lucha contra el temor. Acuérdese de que la Biblia aconseja: “Un hombre sabio es mejor que un hombre fuerte, y un hombre de conocimiento que un hombre de poder; porque mediante guía sabia se hace guerra, y la victoria yace en la abundancia de consejeros.” Puesto que un “hombre de conocimiento” es mejor que un “hombre de poder,” ése es quien está equipado para vencer el temor. Por medio de obtener guía sabia de parte de consejeros, los reyes y gobernantes planean hacer guerra. De modo que para hacer guerra contra el temor y un enemigo tan formidable como lo es Satanás el Diablo usted necesita los consejeros óptimos. Imposible es conseguir mejores consejeros que Jehová Dios y Cristo Jesús. Siga el consejo de ellos. Si usted hace lo que le aconseja la Palabra de Dios usted hará guerra con éxito y podrá repetir como suyas las palabras: “Jehová es mi ayudador; no temeré.”—Pro. 24:5, 6, UTA; Heb. 13:6, NM.
La Palabra de Dios es como una espada, y el conocimiento que se adquiere de ella es como una armadura. En tiempos antiguos, cuando un soldado salía para hacer guerra, no era suficiente tener una espada y armadura; también se necesitaba un escudo. Ahora bien, puesto que la guerra de los cristianos es realmente “contra las maquinaciones del Diablo” y sus “inicuas huestes espirituales en los lugares celestiales,” la Biblia les aconseja: “Echen mano de la armadura completa que proviene de Dios,” y, sobre todo, “tomen el escudo grande de la fe, con el cual podrán apagar todos los dardos encendidos del inicuo.” ¡Cuán importante es la fe, entonces, para vencer el temor, temor causado por las maquinaciones del Diablo! ¿Sabe usted cuán poderosa es la fe? La fe que resulta en una confianza segura en la Palabra de Dios es tan poderosa que el apóstol dijo: “Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” Usted necesita esa clase de fe para vencer el temor.—Efe. 6:11-17; 1 Juan 5:4, NM.
EL CLIMA DEL AMOR
Se requiere aun más que fe y conocimiento para vencer los temores de esta generación. Porque uno tiene que abandonar el clima del temor y entrar en el clima del amor. ¿Por qué? Porque “no hay temor en el amor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor.” (1 Juan 4:18, NM) ¿Qué clase de amor es éste que “echa fuera el temor”? Solamente un amor como el que Jesús identificó podría ser tan poderoso. Es el amor que se abarca por los dos grandes mandamientos de vida: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.” “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.”—Mat. 22:37-39, NM.
El amar a Jehová quiere decir dejar de temer a los hombres. Realmente, es insensato el que se tema a los hombres. Ellos no pueden darle vida a uno. Dios puede hacerlo. Los hombres quizás le quiten la vida a uno, pero ellos no pueden quitarle a uno su derecho a la vida futura en el nuevo mundo. ¡Pero Dios puede hacerlo! De modo que Jesús aconseja: “No se hagan temerosos de los que matan el cuerpo pero que no pueden matar el alma; sino más bien estén en temor de aquel que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehena.” El tenerle amor a Jehová requiere entonces que se tema al que lo merece. Tema a Jehová. Este no es un temor degradante como lo es el temor al hombre. “El temor del hombre trae un lazo,” pero “el temor de Jehová es limpio, que dura para siempre.” Finalmente, el amor a Jehová se demuestra mediante el obedecer sus mandamientos: “Esto es lo que el amor de Dios quiere decir, que observemos sus mandamientos.”—Mat. 10:28, NM; Pro. 29:25; Sal. 19:9; 1 Juan 5:3, NM.
En cuanto a nuestro prójimo, hemos de amarlo, no temerle. El amor echará fuera el temor. La mejor forma de mostrarle amor al prójimo de uno es por medio de traerle un mensaje que disipa el temor, a saber, las buenas nuevas del nuevo mundo de Jehová.
Sí, dígale a otros cuál es el único remedio para un mundo de temor, el nuevo mundo de Dios. Porque ese nuevo mundo será un mundo de tranquilidad y paz, de vida y salud, de felicidad y gozo. ¡Toda clase de temor habrá desaparecido! No habrá más temor del futuro. No habrá más pólizas de seguro, ni aun seguros de vida, porque Jehová garantiza el futuro de usted: “Porque así como los nuevos cielos y la nueva tierra que voy a hacer, permanecerán delante de mí, dice Jehová, así también permanecerá vuestro linaje y vuestro nombre.” (Isa. 66:22) Nunca, nunca volverá a haber temor de la enfermedad o temor de la muerte, porque Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni tampoco habrá más duelo ni lloro ni dolor.” (Apo. 21:4, NM) Y nunca más temerán los hombres al temor, porque la libertad del temor será una realidad absoluta. Dios lo dice: “Se sentarán cada cual debajo de su parra, y debajo de su higuera; y no habrá quien los espante: porque la boca de Jehová de los Ejércitos lo ha dicho.” (Miq. 4:4) El clima del temor habrá cedido al clima del amor.
Aun ahora usted puede estar libre de los temores de esta generación. Adquiera conocimiento, fe y amor. Un paso más es preciso. Le hace falta el clima del amor ahora; le hace falta el clima del denuedo ahora. Si usted se asocia con el viejo mundo se contaminará con el temor. Asóciese más bien con gente que no tiene temor y participe del denuedo de que ella disfruta. Sí, enfréntese confiadamente al futuro en compañía con la sociedad del Nuevo Mundo que no tiene temor, nunca dejando usted demostrarle amor a su prójimo por medio de invitarlo a unirse con los testigos de Jehová ahora y decir “a los que sienten palpitar su corazón con violencia: ‘¡Valor, no teman!’”—Isa. 35:4, UTA.