BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
Español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w56 15/9 págs. 548-553
  • Por qué creer en Dios

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Por qué creer en Dios
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • MARAVILLAS AUN MÁS GRANDES
  • ¡CONOZCA AL CREADOR!
  • PRUEBAS MODERNAS
  • “No tienen excusa”
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
  • Nacidos para creer en Dios
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1961
  • Hallando la verdad que hace libres a los hombres
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1960
  • Fortalezcamos nuestra fe en el Creador
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová (estudio) 2021
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
w56 15/9 págs. 548-553

Por qué creer en Dios

¿Es lógica esa creencia? ¿Qué evidencias hay a favor de ella? ¿Por qué debería usted aceptar la Biblia como la Palabra de Dios?

ALGUNAS personas dicen que creen sólo lo que ven. Contestamos enfáticamente: ¡Créanlo! Sí, ¡crea lo que usted puede ver! El apóstol Pablo dijo que la creación visible manifiesta el poder de Dios: “Porque sus cualidades invisibles se observan claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se entienden por las cosas hechas, hasta su poder eterno y Divinidad.” (Rom. 1:20, NM) La mayoría de la gente cree que las cosas que ella ve son prueba de la existencia de Dios. Un estudio por encuesta de tipo Gallup manifestó que aun en los Estados Unidos donde la gente es presumiblemente “materialista” el 96 por ciento de los que fueron entrevistados dijo que creía en Dios. Este grupo ha observado el orden y la majestad del mundo que lo rodea, la existencia del hombre y la Biblia misma y ha visto argumentos convincentes de que Dios existe.

Un escritor lo expresó de esta manera: “Si comenzamos con mente imparcial, dispuestos a creer o no creer según sea la evidencia, es muy probable que descubramos que es más fácil creer en Dios que decidir que las plantas, los animales y el hombre mismo, cuerpo y mente, se originaron como producto de la casualidad ciega y sin propósito. Tal vez sea apropiado añadir que muchas personas no quieren creer en Dios. Se dan cuenta de que el hacerlo censuraría su pasado y cambiaría su futuro hasta un grado desagradable.”a

¿Qué piensa usted acerca del origen del universo mismo? ¿Fué pura casualidad, sólo un accidente, una combinación de muchos eventos fortuitos? O ¿da testimonio de que existe otra mente que es superior, más inteligente, y que existió mucho antes que el hombre? Recuerde usted que no es caos el universo, como bien podría ser si fuera accidental. ¿Le indica su orden que el pensamiento consciente es responsable de él? ¿que fué diseñado por un creador inteligente?

¿Son sólo un accidente las leyes ordenadas que se extienden desde la expansión de los cielos estrellados de años luz hasta los menudos átomos que componen toda materia? ¿Son un accidente los movimientos exactos de los cuerpos celestiales que fijan la norma para nuestros relojes? ¿Fueron producidos la tierra y el hombre y toda la creación viviente por accidentes—no sólo una de estas ocurrencias accidentales, sino una serie entera de miles de millones de ellas las cuales se combinaron maravillosamente, sin que ocurriesen otros sucesos accidentales que destruyeran todo eso?

¿Está implicado en el origen del universo un poder mayor que la casualidad? Dijo el científico Arthur H. Compton acerca de las partes del pequeñísimo átomo: “Si la sencilla y no obstante prolífica combinación de empujones y tirones a los cuales están sujetos los electrones viene de la pura casualidad, entonces la casualidad es más ingeniosa que el más hábil de nuestros científicos.”b

No sólo el origen de la materia y el orden que hay en el universo presentan problemas para los que niegan la existencia de un Creador, sino que existe el problema mucho mayor aún del origen de la vida misma. Hubo un tiempo cuando se creía que la generación espontánea (llamada abiogénesis, que quiere decir origen procedente de la ausencia de vida) producía vida. Los gusanos se desarrollaban de la carne pútrida, los piojos de la suciedad, las ranas del lodo de los charcos, etc. Pero los experimentos de Pasteur de hace casi cien años demolieron esa teoría. Si se arguye que ahora no ocurre abiogénesis pero que sí ocurría en edades pasadas, ésa es mera especulación. No es un argumento científico, ya que no estaría basado en la observación y el experimento, sino más bien en aserciones ciegas que ni pueden ser observadas ni probadas. El Dr. J. Gray, sobresaliente zoólogo experimental, explicó: “El que la materia viva se origine espontáneamente de lo inanimado tiene que contemplarse como evento sumamente improbable, y como tal puede asumirse que no ocurrió.”c

La pregunta es sencilla: ¿Ocurrieron la materia, el orden, el maravilloso universo y el inexplicable milagro de la vida meramente por la obra de la casualidad, o fueron producidos por el diseño de un gran Creador? ¡Lo primero es tan inadmisible que requiere más fe creer en la teoría materialista de la evolución que creer en Dios! Permanece verídico el que “los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento manifiesta la obra de sus manos.”—Sal. 19:1; Job 9:8; Isa. 40:26; Jer. 10:12.

MARAVILLAS AUN MÁS GRANDES

Pero hay mucho más que considerar. El hombre, por medio del uso diligente de su inteligencia, ha logrado grandes cosas, pero aun en las cosas sencillas la sabiduría de la naturaleza precedió mucho a la del hombre. Muchísimo tiempo antes de que el hombre inventara palancas éstas existieron en los cuerpos de animales. Tiempo ignoto antes que el hombre hiciera su primera bomba impelente el corazón existió. Además, en el corazón y las venas existen válvulas que sirven para gobernar el movimiento de flúidos. En la tráquea hay cepillos para remover la secreción mucosa. Las baterías eléctricas han sido posesión de las anguilas desde tiempo inmemorial. Las luciérnagas producen luz sin calor. Hace mucho tiempo que ha sido la prerrogativa del reino de las aves el vuelo de lo que es más pesado que el aire. ¿Fueron estas cosas solamente casualidad, o hay detrás de ellas una inteligencia que es mucho mayor que la del hombre? ¡Es mucho más difícil creer que fueron un accidente que lo que es creer el punto de vista cristiano de que fueron creadas!

Además, la inteligencia del hombre permite que él haga planes para el futuro. Pero ¿cómo ha de explicar uno la misma previsión que está evidente aun en las partes irracionales de la naturaleza? El árbol produce semillas para que haya otros árboles cuando él esté muerto. ¿Le importa esto al árbol? La ardilla almacena nueces para el invierno. ¿Qué le dió la previsión para que lo hiciera, y cómo sabe ella que habrá tiempo frío? Un ave produce huevos para perpetuar su especie. ¿Por qué imponerse la carga de la prole? ¿El instinto lo hace? ¿La naturaleza tal vez? Eso es sólo cometer petición de principio. Dondequiera que mire usted la Inteligencia Suprema está presente, no puede ser pasada por alto.

Una autoridad explicó: “Mientras menos capaz de pensar parezca ser un animal viviente, debido a la inferioridad de sus órganos, tanto más, juzgando por los actos de sabiduría de los cuales él es capaz, se hace evidente que Alguien ha pensado por él.”d Si no existe un Creador, ¿quién pudo haber hecho ese pensar?

Pero aún más asombrosa es la vida humana, la cual les presenta los problemas más grandes a los que niegan la creación. ¿Por qué se juntan los átomos y elementos del cuerpo para hacer compuestos orgánicos que conspiran para desarrollar varios tejidos y órganos y para desempeñar sus funciones en una estructura unificada que va mucho más allá de lo que estos átomos y elementos puedan hacer como existen normalmente? ¿Qué fuerza inteligente produjo esto? ¿La naturaleza? Entonces ¿por qué no llamarla por el nombre del Ser Supremo que produjo las leyes de la naturaleza, a saber, JEHOVÁ?

La naturaleza tiene muchas maravillas, y el desarrollo de una nueva vida humana es una de las más asombrosas de ellas. Sin pensamiento consciente por parte de la madre, los huesos, nervios, ojos, orejas, pies, manos, corazón, pulmones y muchos otros órganos y estructuras semejantes se producen de una manera que ningún humano puede explicar. ¿Es por accidente que las células humanas siguen un proceso tan cuidadosamente delineado? ¡Sin lugar a duda hay una Inteligencia mucho mayor que la del hombre detrás de tal producción de vida! ¿Por qué ocultar la identidad de esa Inteligencia rehusando llamarla Dios?

Cuando la evolución dice que no ocurrió creación, entonces recuerde usted que la evolución no conoce el origen de la materia, el origen de la vida, cómo han de llenarse los tremendos vacíos que hay entre las varias formas de vida, o el porqué de la maravillosa sabiduría a que se llama “la naturaleza.” No llegaron a existir por casualidad las leyes maravillosas que a los científicos más sabios les ha tomado décadas, hasta siglos, tratar de desentrañar. ¡Crea lo que usted puede ver! ¡Acepte el hecho de que hubo creación inteligente y por lo tanto un Creador inteligente, Jehová Dios!

¡CONOZCA AL CREADOR!

La razón, a la cual se hizo referencia aquí, reduce los conceptos falsos que impiden que muchos acepten a Dios, pero no nos interesamos básicamente en que usted acepte sólo lo que la lógica y la razón dicen acerca de él. Mucho más importante es lo que él dice acerca de sí mismo. Sería irrazonable creer que, habiendo creado al hombre, el Creador nos dejara ahora sin ninguna explicación del porqué no todo está en armonía en el mundo hoy en día. La Biblia da esa razón. Muestra por qué existen las dificultades y penas, y muestra que éstas pronto terminarán con la destrucción del gran rebelde, el instigador de la iniquidad, Satanás el Diablo. De modo que, dice acerca de nuestro día: “Ayes para la tierra y para el mar, porque el Diablo ha descendido a ustedes, teniendo gran ira, sabiendo que tiene un corto período de tiempo.”—Apo. 12:12, NM.

Si la Biblia fuera sólo otro libro de las imaginaciones del hombre sería de poco valor. Pero es un libro que nos muestra cómo es Dios, que da Sus instrucciones y evidencias de su poder y majestad y es un principal edificador de fe.

La más grande prueba de la confiabilidad de la Biblia es la Biblia misma. Primero, los que tuvieron parte en escribirla afirmaron firmemente que provenía de Dios. David dijo: “Fué el espíritu de Jehová lo que habló por mí, y su palabra estuvo sobre mi lengua.” Pablo escribió: “Toda Escritura es inspirada por Dios y es benéfica para enseñar.” Y “el espíritu santo habló de antemano por boca de David.” Y Pedro dijo: “La profecía en ningún tiempo fué traída por la voluntad del hombre, sino que hombres hablaron por parte de Dios al ser ellos impulsados por el espíritu santo.”—2 Sam. 23:2; 2 Tim. 3:16; Hech. 1:16; 2 Ped. 1:21, NM.

Sin embargo, la Biblia no solamente afirma proceder de Dios; ¡ella prueba esa afirmación! El desafío de Dios a los que pretenden tener inspiración divina es: “Que se acerquen y nos anuncien lo que está por venir. . . . Anunciadnos lo por venir, para que sepamos así que sois dioses.” (Isa. 41:22, 23, NC) Esta prueba es conclusiva, porque ningún hombre, por su propio poder, puede predecir eventos futuros específicos segura y detalladamente. ¿Cómo sale la Biblia de esta prueba? ¡Victoriosa! Nótense los ejemplos siguientes de su predicción confiable, acertada y detallada de tales eventos futuros—poder que no tiene ningún hombre, poder que procede de Dios.

Años antes que cayera Judá en manos de Babilonia el profeta Jeremías no sólo predijo esa caída, sino que especificó con exactitud que duraría setenta años la desolación de la tierra de Judá, y dijo que al final de esos setenta años Babilonia sería destruída, llegando a ser “montones de escombros, morada de chacales: un asombro, un silbido, tierra en que nadie habita.” ¿Cómo pudo haber predicho hombre alguno el cautiverio de la nación, la duración exacta de la desolación de la tierra y el tiempo y la manera en que la misma nación conquistadora caería en la ruina? No obstante, esta profecía se cumplió exactamente como se predijo, a pesar del hecho de que, según dijo un escritor: “Nadie sino un loco habría soñado con profetizar el derribamiento de Babilonia en los días en que vivían Isaías y Jeremías. Los babilonios se contaban entre los guerreros más feroces de su día. Ellos habían conquistado el mundo y lo habían doblegado bajo su yugo.”e Las predicciones exactas que hicieron Isaías y Jeremías prueban cierto lo que ellos afirmaron, que habían sido profetas verdaderos de Dios.—Jer. 29:10; 51:37.

Además, en Daniel 8:3-8, 20, 21 se manifestó que el imperio medo persa sucedería a Babilonia como potencia mundial. La potencia meda vendría primero, y la potencia persa la seguiría y superaría en cuanto a poder. Después de la victoria medopersa sobre Babilonia el imperio griego derrocaría a Medo Persia. Más tarde el poderoso imperio griego se dividiría en cuatro distintas partes. Todas estas cosas sucedieron exactamente como fueron predichas, ocurriendo el evento final más de dos siglos después, cuando Alejandro Magno derrocó a Medo Persia, y entonces, cuando murió Alejandro, su imperio fué dividido en cuatro partes, cada una gobernada por un general distinto. ¡Cuán absolutamente imposible habría sido el que hombres comunes hicieran de antemano predicciones tan asombrosas como las que se encuentran frecuentemente en la Biblia!

PRUEBAS MODERNAS

¿Preferiría usted ejemplos modernos en vez de éstos antiguos? Los ejemplos modernos del cumplimiento de profecías asombrosas como ésas son igualmente convincentes. Por más de treinta y cuatro años antes de la erupción de la violencia mundial de 1914 (o sea desde 1880) The Watchtower (La Atalaya) fiel y regularmente había señalado a 1914 como el año que marcaría el fin de los “tiempos de los gentiles” o “tiempos de las naciones,” mencionados en la Biblia.f Mostró según las Escrituras que el fin de los “tiempos de las naciones” sería marcado por el peor tiempo de angustia que la tierra habría conocido. Mucha gente se había burlado de eso antes que comenzara la I Guerra Mundial, pero quedó verídica la predicción de la Biblia. Los escritores de la Biblia no podrían haber sabido de estos eventos por su propio conocimiento, ni adivinándolos por conjetura, con tanta anticipación. Tales predicciones específicas no pueden ser sabiduría humana. ¡De nuevo la predicción de la Biblia quedó verídica!

En Apocalipsis 17:8 se predijo que la organización humana política para paz (la Sociedad de las Naciones) descendería al abismo de la no existencia, como lo hizo durante la II Guerra Mundial, y que más tarde volvería a vivir, como lo hizo en la forma de las Naciones Unidas, pero que no lograría cumplir su promesa de traer paz duradera. ¿Habría sabido hombre alguno esto de por sí? ¡Otra vez la predicción bíblica, escrita casi 1,900 años de antemano, resultó cierta!

¡Este Libro de los libros ha pasado bien la prueba, saliendo de ella a banderas desplegadas! Su predicción confiable de lo porvenir vindica lo que afirma, que es inspirado, y prueba que es auténtico. Y además, ¡la existencia de este libro obviamente inspirado prueba indiscutiblemente que su Inspirador, Jehová Dios, existe!

La fuente más importante de fe en Dios es la Biblia misma. Si usted carece de tal fe, es probablemente debido a falta de estudio de ese Libro; si usted desea adquirir fe lo puede hacer por medio de estudiarlo. La fe verdadera no es ciega, sino bien informada. Se basa en hechos, la lógica, entendimiento y confianza. Si se quiere esa clase de fe, hay que buscarla y se consigue a través de las páginas del Libro de la fe, la Biblia. Tal como escribió Pablo: “La fe viene del oír, y el oír es por medio de la palabra de Dios.”—Rom. 10:17.

La Biblia describe la fe como “la expectativa segura de las cosas esperadas, la demostración evidente de las realidades aunque no se ven.” La fe es la suma de nuestras creencias acerca de Jehová Dios y su reino. Es nuestra confianza en él, que ha sido desarrollada por medio del examen que hemos hecho de lo que contienen las Escrituras. Es nuestra convicción bien fundada de que existen cosas que no podemos ver, que uno puede asirse de estas cosas con confianza y que se cumplirán las promesas hechas en la Palabra de Dios.—Heb. 11:1, NM.

En resumen: creemos muchas cosas que no podemos ver. Creemos en ellas porque podemos ver la evidencia de que están funcionando. Asimismo, podemos ver evidencias semejantes de la actividad de Dios. La existencia de la materia, la maravilla de vida, la inteligencia asombrosa que se percibe en la naturaleza, el alcance de la mente humana, el milagro del nacimiento, la exactitud infalible con que la Biblia puede predecir el futuro, y el alcance sorprendente con que puede engendrar fe en la mente de sus lectores—todas éstas y muchas otras evidencias señalan la existencia segura de una Inteligencia Suprema, un Creador todopoderoso y omnisapiente, quien se identifica en la Biblia por el nombre JEHOVÁ. El próximo paso, después de reconocer que Dios existe, es escudriñar su Palabra para ver cómo ella edifica fe y lo que él requiere de usted.

[Notas]

a Modern Discovery and the Bible, por A. Rendle Short, página 79.

b Man’s Destiny in Eternity, página 9.

c Modern Discovery and the Bible, página 43.

d El naturalista inglés Jonathan Franklin, según lo citó Charles E. Sajous en Strength of Religion as Shown by Science, página 171.

e Internal Evidence of Inspiration, por Harry Rimmer, página 207.

f Watch Tower, marzo y julio de 1880. También vea el número de diciembre de 1879, y las páginas 83 y 189 de Three Worlds or Plan of Redemption, publicado en 1877.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • Español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir