Nacidos para creer en Dios
¿Por qué creen algunas personas y otras no? ¿Creen los científicos que Dios existe? ¿Por qué cree usted en Dios?
LOS hombres nacieron para pensar en Dios. Fueron creados para adorar y servir a su Creador exclusivamente. La Biblia pone de manifiesto este hecho. (Éxo. 20:2-5) Por eso, no importa cuánto se esfuercen algunos hombres por despedir de su mente a Dios, suele presentarse en los pensamientos de ellos.
Por ejemplo, materialistas empedernidos, como Nikita Khrushchev de Rusia y otros, con bastante regularidad hacen surgir el tema de Dios aunque dicen que no creen. Cuando cohetes y satélites terrenales soviéticos penetraron en el espacio sideral, Y. T. Fadeyev, jefe de la sección rusa científico-atea del periódico Science and Life, dijo en un discurso: “El hecho de que los satélites y cohetes no hayan descubierto al Altísimo, a ángeles, etcétera, da testimonio contra las convicciones religiosas y fortalece la no creencia en Dios.”
Uno casi se ve obligado a reírse de lo pueril de tales argumentos, porque ¿qué adulto esperaría que cohetes o satélites busquen y señalen a criaturas angelicales sobrenaturales o que descubran evidencias del Todopoderoso Espíritu? Como dijo Jesucristo: “Dios es un Espíritu, y los que le adoran tienen que adorar con espíritu y verdad.” Sin embargo, de este informe es patente que estos materialistas piensan en Dios, sea que crean en él o no.—Juan 4:24.
Según un escrutinio hecho por Jorge Gallup, “no menos del 96 por ciento de los ciudadanos estadounidenses entrevistados cree en Dios.” En Gran Bretaña el porcentaje parece ser considerablemente menos. De entre un número de britanos que se consideraban cristianos honrados, el 78 por ciento dijo que creía en Dios a pesar de no participar activamente en la religión de manera discernible. El ateísmo, sin embargo, no está de aumento en Inglaterra; solo el 6 por ciento de la población se identifica con éste.
La creencia en Dios, según generalmente se usa la expresión en el mundo, no significa necesariamente la habilidad de explicar su existencia o propósito. Meramente representa una convicción de que hay un Creador. Con demasiada frecuencia, especialmente en la cristiandad, existe un concepto fuerte de Dios creado a la imagen del hombre en vez del modo en que lo dice la Biblia, ‘el hombre creado a la imagen de Dios.’ Tal vez igualmente penoso es el hecho de que “creyentes” en Dios a menudo no tienen la más mínima idea en cuanto a quién es él. El ministro presbiteriano Frank Lawson declaró: El abuelo creía sin reserva. “Su hijo cree también, pero no está seguro de exactamente qué cree ni por qué. Al preguntársele si cree en Dios, contesta: ‘Sí’; al preguntársele por qué, no sabe.”
¿Por qué, después de aproximadamente 2,000 años de cristianismo y alrededor de 1,500 años de judería, no es Dios algo verdadero o real al parecer de estadounidenses y británicos, quienes se hallan entre las personas del mundo que más van a las iglesias? Lawson apuntó directamente a las iglesias como culpables. Él dijo que las iglesias han tenido en menos a Dios y han ocultado verdades bíblicas de la gente. La revista Life (en inglés) del 30 de marzo de 1959 dice que este estado de incredulidad existe “debido en parte a la plaga de secularismo en las iglesias, las cuales han llegado a ser solo otro ramo apreciado de la cultura democrática estadounidense en vez del centro de ella. Lo que antes era el estudio del ministro ahora es su oficina, y como ocupado agente de su evangelio social él es menos vocero de Dios que ciudadano útil, haciendo que East Overshoe ‘sea mejor lugar donde vivir.’”
El fisiólogo y bioquímico Gualterio Oscar Lundberg nos da otro motivo por el cual hay tanto escepticismo hoy día respecto a la existencia de Dios. Él dice: “La negación de la existencia de Dios es a veces una norma establecida arbitraria de grupos u organizaciones sociales influyentes, o del Estado. El temor de consecuencias sociales, o aun de consecuencias físicas donde el ateísmo es un credo del Estado, desanima cualquier adhesión activa del individuo a la revelación de Dios que se halla en la Naturaleza.” Otros repiten como loro la propaganda de que todo el que se adhiere al registro bíblico de la creación es anticuado y anticientífico, que los creyentes en Dios se cuentan entre las gentes indoctas, incultas y sencillas de la Tierra que no saben lo que es mejor.
Para disipar para siempre toda idea de tal índole y para edificar fe en el Todopoderoso y dar razones para su existencia, a continuación se exponen los argumentos y declaraciones de hombres que son mundialmente famosos, diciendo por qué creen que hay un Dios.
POR QUÉ ALGUNOS HOMBRES CREEN EN DIOS
El científico-inventor Tomas Edison, cuando se le pidió su punto de vista en cuanto a si hay un Dios, respondió: “Después de años de observar los procesos de la naturaleza, no puedo dudar de la existencia de una Inteligencia Suprema. La existencia de un Dios de esa clase puede, a mi juicio, casi probarse por medio de la química.”
El teólogo Tomás de Aquino dio razón para creer en la existencia de Dios con premisa que es común tanto al teísta como al ateo, el hecho de que “algunas cosas estén en movimiento.” ‘La moción implica a un Movedor inmoble; de igual manera, tiene que haber una Primera Causa no causada que posea en sí misma la razón de su existencia; la existencia de criaturas cuya no existencia es posible implica la existencia de un Creador necesario; la escala de perfecciones evidente en el universo implica la existencia de una norma absoluta, un Ser perfecto.’
El científico sir Isaac Newton dijo esto acerca de la naturaleza y Dios: “¿De dónde el que la naturaleza nada haga en vano; y de dónde proviene todo ese orden y belleza que vemos en el mundo? . . . ¿Cómo se explica que los cuerpos de los animales fuesen ideados con tanto arte y para qué fin sus varias partes? ¿Fue ideado el ojo sin destreza en la óptica, o el oído sin conocimiento de sonidos? ... Y siendo estas cosas despachadas correctamente, ¿no manifiestan los fenómenos que hay un ser incorpóreo, vivo, inteligente?”
El matemático y químico Juan Cleveland Cothran dice: “Lord Kelvin, uno de los más grandes físicos del mundo, ha hecho la siguiente declaración significante: ‘Si uno piensa con suficiente profundidad, la ciencia lo obligará a creer en Dios.’ Tengo que declarar que estoy completamente de acuerdo con esta declaración.” Cothran declara además: “No pudiendo el reino material crearse a sí mismo y crear sus leyes gobernantes, el acto de la creación tiene que haber sido ejecutado por algún agente inmaterial. . . . Por lo tanto nuestra conclusión lógica e ineludible no es solamente que aconteció creación sino que fue ésta realizada según el plan y la voluntad de una Persona dotada de inteligencia y conocimiento supremos (omnisciencia), y del poder para efectuarla y mantenerla funcionando de acuerdo con el plan (omnipotencia). Es decir, aceptamos sin vacilar el hecho de la existencia del ‘Ser espiritual supremo, Dios, el Creador y Director del universo,’ mencionado al principio.... Los adelantos que han acontecido en la ciencia desde el día de lord Kelvin permitirían que él dijera más enfáticamente que nunca: ‘Si uno piensa con suficiente profundidad, la ciencia lo obligara a creer en Dios.’”
La existencia de elementos radiactivos establece un principio para la creación de la Tierra. El hecho de que tales elementos radiactivos, los cuales se desintegran después de un período de tiempo, todavía estén en existencia constituye evidencia incontrovertible de que la Tierra no ha existido siempre, que tuvo un principio. Y puesto que ninguna cosa material puede crearse a sí misma, y puesto que ni siquiera el científico más sabio argüirá que el universo se creó a sí mismo de la nada, todo esto no señala sino a una sola cosa—a Dios.
El zoólogo Eduardo Lutero Kessel revela algunos hechos interesantes acerca de la ley de la termodinámica, llamada a menudo la ley de la entropía. Dice Kessel: “La ley de la entropía declara que hay un flujo continuo de calor desde los cuerpos más cálidos hacia los más fríos, y que este flujo no puede ser invertido para que pase espontáneamente en dirección contraria. La entropía es la razón que hay entre la energía inasequible y la asequible, de modo que puede decirse que la entropía del universo siempre está aumentando. Por eso el universo se dirige hacia el tiempo en que la temperatura estará universalmente uniforme y no habrá más energía útil. Por consiguiente no habrá más procesos químicos y físicos, y la vida misma cesará de existir. Pero en vista de que la vida todavía continua, y procesos químicos y físicos están todavía en progreso, es evidente que nuestro universo no pudo, haber existido desde la eternidad, de otra suerte se hubiera quedado hace mucho tiempo sin energía útil. y hubiera frenado hasta detenerse. Por lo tanto, del todo involuntariamente, la ciencia prueba que nuestro universo tuvo un principio. Y al hacer esto prueba la realidad de Dios, porque todo cuanto tuvo principio no comenzó de sí mismo sino que demanda un Móvil Primero, un Creador, un Dios.”
No ha terminado el argumento acerca de la vida sobre la Tierra y la edad del hombre. Jim Bishop, del Evening Star de Wáshington, informó esta porción interesante: “Hace poco el Dr. Juan Rosholt, de la Universidad de Miami, trabajando con el Dr. Cesare Emiliani, preparó un prospecto sobre edad que se basó en cantidades minúsculas de uranio que se han sedimentado en el fondo de los mares en las formas de proactinio 231 y torio 230. El uranio requiere miles de años para descomponerse, y, por medio de probar las cantidades que se hallan en el sedimento sobre el fondo del océano, puede determinarse el así llamado período cálido de la Tierra. Las pruebas que han hecho muestran que, si el hombre vino del mar en la forma de un pez con dos patas, o de un mono, sucedió hace alrededor de 95,000 años. El tiempo es demasiado corto para que el pez (o mono) evolucionara en un hombre de dos piernas con—lo que es más importante que nada—una voluntad propia y la habilidad de impartir conocimiento a su prole. En el universo, 95,000 años no es nada.” La creación es la única explicación lógica de la presencia del hombre, lo cual vuelve a probar la existencia de Dios.
Considere el magnífico universo en el cual vivimos. Considere nuestra Tierra y la gran variedad y complejidad de organismos vivientes que están en ella. ¿Podría la casualidad o cualesquier leyes naturales que se conocen haberlos desarrollado de materia inorgánica? Según Bryant, Lecomte du Nouy, el primer científico en aplicar con éxito fórmulas matemáticas a la declaración de leyes biológicas, muestra que “las leyes de la evolución inorgánica pugnan con las de la evolución de la vida. Él cita fórmulas matemáticas para mostrar que la materia inorgánica actuando de acuerdo con sus leyes no podría haber creado ni siquiera una sola molécula de proteína—mucho menos un organismo vivo con poderes de reproducción. Él sostiene que solamente por medio de la intervención de Dios pudo haberse salvado el abismo entre lo inorgánico y lo orgánico.”
LA BIBLIA Y DIOS
La ciencia no solo le da a uno motivo para creer en Dios, sino que hace que uno vea la necesidad de una revelación de parte de Dios acerca de sí mismo. La Biblia satisface esa necesidad. El químico Rogelio J. Voskuyl dice: “Como científico, es más razonable que yo crea en un Creador que en un cosmos eternamente existente.... No se puede conocer a Dios correctamente solo por medio del mundo natural. Aunque el científico trabaje durante toda una eternidad, nunca llegara a conocer a Dios y todos Sus atributos. . . . El hombre no es sino una criatura, hechura de un Creador; por eso, el hombre no puede aprender acerca de Dios por medio de la investigación de solamente Su creación sino que necesita una revelación especial. Esa revelación especial es la Palabra de Dios, que se ha suministrado en las Escrituras.”
El distinguido científico Warren Weaver dijo: “Yo creo que la Biblia es la revelación más pura que tenemos de la naturaleza y bondad de Dios.” El físico y químico Oscar León Brauer escribe: “Hay una revelación Divina Especial. Otro nombre para ella es la Biblia. La ciencia puede establecer el que un acto creativo tiene que haberse efectuado en algún tiempo, implicando la existencia de una Inteligencia Divina y de un Poder Divino. La ciencia también puede establecer el que nadie menos que una Inteligencia Divina pudo haber sido el Autor del tremendo sistema de leyes complicadas e intrincadas que existe en el universo. Pero solamente la Biblia puede identificar a esa Inteligencia y Poder Divino como el Dios de quien la mayoría de nosotros hemos aprendido a saber desde nuestra temprana niñez—el Dios que se ha revelado singular y supremamente en Su Hijo, Jesucristo.”
La Biblia hace lo que no puede hacer la naturaleza. La naturaleza solo presenta evidencia circunstancial de que Dios existe, pero la Biblia llama al Creador por nombre. “Esto es lo que El Dios verdadero, Jehová, ha dicho, el Creador de los cielos y El grande que los extiende; El que dispone de la tierra y su producto, El que da aliento a la gente sobre ella, y espíritu a los que caminan en ella. ‘Yo soy Jehová. Ese es mi nombre; y a nadie más daré mi propia gloria, ni mi propia gloria, ni mi alabanza a las imágenes esculpidas.”’ (Isa. 42:5, 8) El salmista escribió: “Para que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tu solo eres el Altísimo sobre toda la Tierra.”—Sal. 83:18.
El inspirado apóstol Pablo nos dice que en cuanto a Jehová sus “cualidades invisibles se observan claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se entienden por las cosas hechas, hasta su poder eterno y Divinidad.” El salmista exclama: “Los cielos están declarando la gloria de Dios, y de la obra de sus manos está contando la expansión. Un día tras otro día hace que el habla burbujee en salida, y una noche tras otra noche manifiesta conocimiento.”—Rom. 1:20; Sal. 19:1, 2.
Los grados de perfección evidentes en la creación del universo implican a existencia de una norma absoluta y de un Ser perfecto. Respecto a Jehová, la Biblia dice: “Perfecta es su actividad.” “Dios es Dios, no del desorden, sino de la paz.” El orden y diseño que hay en el universo son prueba de ese hecho. La presencia de la vida implica un dador de vida. Jehová, es “la fuente de vida.”—Deu. 32:3, 4; 1 Cor. 14:33; Sal. 36:9.
Otro hecho que se destaca en la naturaleza es que nuestro Dios es un Maestro Creador que ama la belleza. La majestad de la salida y de la puesta del Sol, la Luna y las estrellas, las flores y los árboles, los colores vistosos en las escamas del pez y las plumas del pavo real nos dicen que Jehová ama la belleza. (Sal. 104:24) Sabemos también que Jehová es un Dios amoroso, porque en el género humano hallamos el amor de la madre por su hijito, el amor de hombres y mujeres el uno para con el otro. También vemos que la falsedad se traiciona y la injusticia siega una recompensa horrenda. ¿Podemos imaginarnos que estas cualidades se originen en un Autor que no sabe nada del amor, de la justicia, y del juicio? No, no podemos. La Biblia nos dice que “Dios es amor,” que “la justicia y el juicio son el lugar establecido de su trono.”—1 Juan 4:8; Sal. 97:2.
Nada puede ser más verídico que el que Dios existe, según lo que testifican tan elocuentemente tanto la Biblia como la naturaleza. Por lo tanto, en la misma Palabra de Dios, a los incrédulos se les llama apropiadamente insensatos y con equidad se les juzga inexcusables.—Sal. 14:1; Rom. 1:20.