BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w56 15/11 págs. 675-676
  • El Libro de libros

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • El Libro de libros
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
  • Información relacionada
  • El libro mejor y personas mejores
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
  • Conocimiento acertado para agradar a Jehová
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
  • La Palabra viva
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1954
  • ¿Es la Biblia realmente una dádiva de Dios?
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1992
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1956
w56 15/11 págs. 675-676

El Libro de libros

“¡OH DENME ese Libro! Al precio que sea denme ese Libro de Dios. En éste hay suficiente conocimiento para mí. Sea yo hombre de un solo Libro.” Ese solo libro, el más grande de todos los libros que tanto deseaba Juan Wesley, es la Palabra de Dios, la Biblia. Hombres de toda época, de toda nacionalidad y de toda clase social han cantado las alabanzas del Libro de libros.

Jorge Wáshington, el primer presidente de los Estados Unidos, aclamó la Biblia con estas palabras: “Es imposible gobernar al mundo correctamente sin Dios y la Biblia . . . Es peor que un incrédulo el que no lee su Biblia y no confiesa su obligación para con Dios.”

El presidente Juan Adams llamó la Biblia “el mejor Libro del mundo.” El presidente Tomás Jéfferson dijo esto: “Siempre he dicho y siempre diré que la lectura estudiosa del Sagrado Volumen hará mejores ciudadanos, mejores padres, mejores esposos . . . La Biblia hace a la mejor gente del mundo.”

El presidente Abrahán Lincoln consideró bien empleado el tiempo que se usa para estudiar la Biblia: “Estoy ocupado provechosamente en leer la Biblia. Acepte cuando pueda de este Libro a base de la razón, y el resto por fe, y usted vivirá y morirá como un hombre mejor.”

El presidente Teodoro Roosevelt comentó: “A todo hombre que afronta la vida con el verdadero deseo de hacer cuanto esté de su parte en todo, le exhorto a que estudie la Biblia.” El presidente Woodrow Wilson vinculó estrechamente el destino de los EE. UU. con el estudio diario de la Biblia. “Tengo una cosa muy sencilla que pedirles,” dijo él. “Pido a cada hombre y mujer de este auditorio que desde este día en adelante se dé cuenta de que parte del destino de [los EE. UU] yace en su lectura diaria de este gran Libro.”

El presidente Juan Quincy Adams vió en la Biblia un almacén de sabiduría, conocimiento y virtud. Acerca de él mismo dijo: “Mi costumbre es leer cuatro o cinco capítulos de la Biblia cada mañana inmediatamente después de levantarme. . . . Me parece que ésa es la manera más apropiada de comenzar el día . . . Es una inapreciable e inagotable mina de conocimiento y virtud.” El general Douglas MacArthur prefiere leer antes de acostarse: “Créanme, señor, nunca pasa una noche, no importa cuán cansado esté, sin que yo lea la Palabra de Dios antes de acostarme.” Daniel Wébster, estadista, abogado y estudiante de literatura, recordó: “Desde el tiempo cuando, a los pies de mi madre o sobre la rodilla de mi padre, yo primero aprendía balbucir los versículos de los escritos sagrados, éstos han sido mi estudio diario y contemplación vigilante.”

Ralph Waldo Emerson llamó la Biblia “el libro más original del mundo.” El poeta nacional escocés, Roberto Burns, dijo: “Me he dedicado de lleno a leer la Biblia y he progresado a través de los Cinco Libros de Moisés y hasta la mitad de Josué; es realmente un libro glorioso.” Tomás Carlyle, el ensayista e historiador escocés, llamó el libro de Job “una de las cosas más grandiosas que se han escrito con pluma.” Wálter Sávage Lándor, el poeta y escritor de prosa inglés, declaró que la Biblia “contiene más especímenes de genio y gusto que cualquier otro volumen en existencia.” Sir Isaac Newton, filósofo de lo natural y matemático, declaró: “Yo hallo más marcas seguras de autenticidad en la Biblia que en cualquier historia profana.”

El educador americano William Lyon Phelps una vez dijo: “Creo cabalmente en la educación universitaria para hombres y mujeres, pero creo que es más valioso tener conocimiento de la Biblia sin un curso universitario que un curso universitario sin la Biblia.” Y el ex presidente Herberto Hoover declaró: “El estudio de la Biblia es un curso postgraduado en la biblioteca más rica de la experiencia humana.”

La Biblia es mucho más. “Las Escrituras contienen una declaración de la mente y voluntad de Dios . . . Deberían también: ser leídas, creídas y cumplidas en nuestro día. Las aceptamos como las palabras de Dios Mismo,” dijo William Penn. El mercader Juan Wanamaker dijo esto: “Imposible sería recalcar demasiado la importancia y el valor del estudio bíblico—más importante que nunca antes en estos días de incertidumbres, cuando hombres y mujeres tienden a decidir asuntos desde el punto de vista de la conveniencia más bien que sobre la base de los principios eternos afirmados por Dios Mismo.”

El estadista, científico y filósofo americano Benjamín Franklin aconsejó: “Cultive una familiaridad con una creencia firme en las Sagradas Escrituras. Esto es en su interés seguro.” William E. Gladstone, estadista, reconoció que la Biblia desarrolla hombres verdaderos. “He conocido a noventa y cinco grandes hombres del mundo en mi tiempo,” dijo él, “y de éstos, ochenta y siete eran todos seguidores de la Biblia.”

El Autor de la Biblia dió este consejo: “Este libro de la ley no debería apartarse de tu boca y debes leerlo en tono de voz bajo día y noche a fin de que cuides de hacer de acuerdo con todo lo que está escrito en él, porque entonces harás próspero tu camino y entonces actuarás sabiamente.”—Jos. 1:8, NM.

Un salmista alabó la sabiduría de este consejo: “¡Oh cuánto amo tu ley! todo el día es ella mi meditación. Tus mandamientos me han hecho más sabio que mis enemigos; porque son eternamente míos. Entiendo más que todos mis maestros; porque tus testimonios han sido mi meditación. Comprendo más que los ancianos; porque he observado tus preceptos. De todo mal sendero he apartado mis pies, para guardar tu palabra. De tus juicios no me he apartado; porque tú me has enseñado.”—Sal. 119:97-102.

Un profeta y rey, Jesucristo, aclamó las palabras de Dios como verdad: “Tu palabra es la verdad.” Él dijo que “toda declaración que procede de la boca de Jehová” era necesaria para la vida.—Juan 17:17; Mat. 4:4, NM.

Los apóstoles de Cristo también alabaron la Palabra de Dios. Pablo dijo: “Toda Escritura es inspirada por Dios y es benéfica para enseñar, para reprender, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente, completamente equipado para toda buena obra.” Y Pedro añadió: “La palabra hablada por Jehová dura para siempre.”—2 Tim. 3:16, 17; 1 Ped. 1:25, NM.

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir