Encontrando ovejas entre los presos sentenciados a muerte
ASÍ como es absolutamente imposible juzgar a persona alguna por las primeras impresiones que uno forma de ella o por la manera en que alguien primero reaccione en la puerta cuando se le presenta el mensaje del Reino, igualmente no se puede juzgar siempre por el proceder pasado de una persona en cuanto a si tiene corazón de buena voluntad o no. Este hecho se hizo muy patente en una carta escrita por un ministro de los testigos de Jehová que visita los Cuarteles Disciplinarios de los Estados Unidos en Fort Leavenworth, Kansas.
Las autoridades le han dado a este ministro permiso para visitar en la prisión a los que han manifestado interés en las buenas nuevas del reino de Jehová. Varios presos han progresado en su estudio de la Biblia hasta el punto de llegar a ser testigos de Jehová, aunque se hallan encarcelados por diferentes delitos del pasado.
Es muy impresionante saber que hasta hombres que están esperando la ejecución de sus sentencias a muerte se han hecho testigos activos, y no lo han hecho en algún estallido emocional de arrepentimiento de último minuto en el lecho de muerte, sino con fe inteligente, dándose cuenta de que aunque sean pocas las horas que les quedan, tienen que dedicarlas al desempeño de lo que es la voluntad de Jehová, según se revele en su Palabra. Sigue el informe del ministro que visita a estos hombres sentenciados a muerte:
“Esta carta tiene que ver con mi visita a los hombres que están en la hilera de celdas para los sentenciados a muerte en esta prisión. Dos de los tres hombres a quienes se visitaba allí todavía están en este encierro, sentenciados a muerte.
“Bauticé al hermano Z el 12 de diciembre. No se ha hecho informe sobre esto antes. Las circunstancias que rodean este bautismo sin duda son diferentes a otras, ya que los militares ejercieron extrema cautela tocante a este hombre, puesto que fué necesario sacarlo de su lugar de encierro. El bautismo se efectuó en un baño grande en el hospital de la prisión. La cosa excepcional es que cuatro guardias se quedaron a corta distancia y oyeron el discurso bautismal. La oración y el bautismo mismo fueron presenciados por el comandante, quien es el que fija el tiempo y da la orden para que se lleven a cabo las ejecuciones, tres de las cuales se efectuaron recientemente. Asistieron su ayudante, un mayor, y ocho guardias, todos de alto rango no comisionado.
“El hermano Z ciertamente está avanzando en su estudio y él testifica a otros presos. El otro hombre sentenciado a muerte no podía ni leer ni escribir, pero con la ayuda del hermano Z él se ha entrenado a leer y está estudiando la Biblia.
“Al tercer hombre que anteriormente estaba confinado en la hilera de celdas de los sentenciados a muerte (durante dos años y medio) le han cambiado su sentencia a cadena perpetua y él espera ser trasladado eventualmente a una prisión federal. Él ahora asiste a las reuniones de los testigos de Jehová regularmente cada semana junto con tres hombres de buena voluntad. Todos estos que se reúnen aquí en los cuarteles disciplinarios ciertamente dan gracias a Jehová por su Palabra, su organización y su espíritu. Sus gracias ascienden a Jehová por las más recientes ayudas bíblicas, las cuales pueden hallarse en la biblioteca de esta institución.”
En la hora de la muerte de Jesús un malhechor le ofreció amistad a Jesús y reprendió a los que hablaban abusivamente de él. Ejerciendo fe en Jesús como el Cristo, este malhechor dijo: “Jesús, acuérdese de mí: cuando llegue a su reino.” Y Jesús le dijo: “Verdaderamente le digo hoy: Usted estará conmigo en el Paraíso.” Los que vienen a Cristo hoy con la misma fe pueden abrigar la misma promesa a pesar de su conducta en lo pasado.—Luc. 23:42, 43, NM.