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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
w57 1/6 págs. 323-324

Sepa aprender

PARA desarrollarse, uno tiene que saber aprender. Para su desarrollo espiritual el cristiano tiene que saber aprender. Esto es cierto porque el cristianismo se basa en un proceso de aprender; el cristiano verdadero tiene que adquirir conocimiento dador de vida continuamente. Tiene que hacer esto para agradar a “Dios, cuya voluntad es que hombres de toda clase sean salvados y lleguen a un conocimiento acertado de la verdad.”—1 Tim. 2:3, 4, NM.

El cristiano tiene que aprender que uno nunca llega a ser demasiado viejo para aprender. Tiene que aprender que la instrucción es un proceso acumulativo; mientras más aprende más se da cuenta de lo necesario que es aumentar su conocimiento acertado de la verdad. No solamente eso, sino que lo que aprende tiene que ser productivo; como un árbol, tiene que comenzar a producir fruto algún día. De manera que el aprender debe hacer que el cristiano produzca el fruto de buenas obras. ¿Con qué propósito aprende uno? Para “que sean llenados con el conocimiento acertado de su voluntad en toda sabiduría y discernimiento espiritual, para poder andar dignos de Jehová a fin de agradarle plenamente según van llevando fruto en toda buena obra y aumentando en el conocimiento acertado de Dios.”—Col. 1:9, 10, NM.

Parece que algunos cristianos profesos siempre están aprendiendo, pero nunca adquieren conocimiento acertado de la verdad; y nunca llegan a ser productivos. No pueden tomar en sus manos la Palabra de Dios, la Biblia, y revelar su significado rico a otros. Personas de esta clase son como aquellos de quienes el apóstol escribió que “siempre están aprendiendo y sin embargo nunca pueden llegar a un conocimiento acertado de la verdad.” (2 Tim. 3:7, NM) Entonces, ¿qué es lo que pasa?

Nadie puede llegar a tener un conocimiento acertado de la verdad a menos que la instrucción que reciba realmente conduzca a la verdad. Jesús dijo que habría muchos maestros cristianos falsos en estos “postreros días”. De modo que el cristiano que ha aprendido a instruirse se asegurará “de todas las cosas”. Seguirá “examinándose” para ver si tiene conocimiento acertado y está “en la fe.” Esto requiere que esté dispuesto a examinar lo que ya ha aprendido a fin de asegurarse de que es enseñanza de la clase correcta, que está en armonía con la norma del conocimiento acertado, la Biblia.—1 Tes. 5:21; 2 Cor. 13:5, NM.

Aun con la instrucción correcta hay algunos que siempre están aprendiendo pero que nunca se desarrollan a plenitud, ¿Qué les pasa? La Biblia dice: “El insensato multiplica las palabras” pero “los sabios atesoran el saber.” Puede ser que se hable demasiado. Hay personas que sencillamente quieren estar hablando siempre. Más les gusta hablar que escuchar. Si una persona pasa más tiempo multiplicando las palabras que atesorando conocimiento, puede que siempre esté aprendiendo pero nunca pueda “llegar a un conocimiento acertado de la verdad.” El hablar tiene su lugar; pero nunca debe permitirse que deje sin cabida al escuchar y al estudio personal diligente.—Ecl. 10:14; Pro. 10:14.

El que siempre está aprendiendo pero nunca produce generalmente está impulsado por la curiosidad; tal vez quiera conocimiento sólo para fines egoístas. O posiblemente no se da a sí mismo el tiempo que necesita para digerir lo que aprende. El hacerlo requiere meditación y la aplicación de lo que uno aprende a uno mismo. A veces se trata de una combinación de curiosidad y voluntad apática. Hay que aprender a hacer decisiones. La decisión más imponente a la que tiene que hacerle frente una persona en su vida es si ha de servir a Jehová y a su Hijo o no. Dijo Jesús: “El que no está de parte mía está en mi contra.” Hay que tener valor para decidirse a favor de la verdad. Pero Dios “no nos dió un espíritu de cobardía, sino de poder y de amor.”—Mat. 12:30; 2 Tim. 1:7, NM.

La vida depende del desarrollo espiritual. No hay tanto tiempo a la mano como para desperdiciarlo. Sepa aprender.

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