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  • ¿Por qué hizo Dios al hombre?

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  • ¿Por qué hizo Dios al hombre?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
w57 15/5 págs. 293-295

¿Por qué hizo Dios al hombre?

¿Consiste la vida en solamente actividades egoístas o hay una causa más noble y sublime por la cual vivir? La Biblia da esta respuesta:

PARA saber por qué Dios hizo al hombre, diríjase a la Biblia, porque en ella Dios da la respuesta. Bajo inspiración el apóstol Pablo, escribiendo a los filipenses, dijo: “Sigan obrando su propia salvación con temor y temblor, porque Dios es el que, a causa de su buen placer, está actuando en ustedes a fin de que haya en ustedes tanto el querer como el actuar.” Entonces, el hombre, según Pablo, fué hecho para el “buen placer” de Dios, para compartir los atributos del Creador, que son: el amor, la sabiduría, la justicia y el poder. Los ángeles del cielo expresaron en cántico una respuesta parecida: “Tú eres digno, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y debido a tu voluntad existieron y fueron creadas.”—Fili. 2:12, 13; Apo. 4:11, NM.

El hombre perfecto, creado a la imagen y semejanza de su Creador, había de reflejar perfectamente sobre la tierra los atributos de su Hacedor. Pero ciertamente lo que el hombre de la actualidad refleja está muy lejos de lo que sabemos acerca de un Creador infinitamente sabio y que ama la paz. ¿Qué le ha pasado al hombre? Moisés contesta: “Ellos han obrado ruinosamente por su propia cuenta; no son hijos de él, el defecto es de ellos mismos. ¡Una generación perversa y torcida!”—Deu. 32:5, NM.

Moisés no dice esto acerca de todos los hombres, y especialmente no acerca de los hombres cristianos. Los cristianos saben por qué están vivos. Se dan cuenta de que como criaturas inteligentes tienen que adorar a su Dios y de este modo ser causa de alabanza y placer para él. Si no lo hacen, Dios puede hacer que ellos dejen de existir. Por lo tanto, Pablo les aconseja que sean “irreprensibles e inocentes, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación pervertida y torcida, entre quienes ustedes están brillando como lumbreras en el mundo, manteniendo firmemente asida la palabra de vida.” Jesús llamó a los discípulos cristianos “la luz del mundo,” y les dijo: “Resplandezca su luz delante de la humanidad, para que vean sus obras rectas y den gloria a su Padre que está en los cielos.”—Fili. 2:15, 16; Mat. 5:14-16, NM.

El que uno deje resplandecer su luz en este mundo obscuro quiere decir que uno sea irreprensible e inocente en él por hacer obras rectas. A los que así lo hacen se les dice: “Teman a Dios y denle gloria, porque ha venido la hora del juicio mediante él, y por eso adoren al que hizo el cielo y la tierra y el mar y los manantiales de aguas.” De modo que para que un hombre desempeñe su responsabilidad como hombre sobre la tierra es preciso que sea un verdadero adorador de Jehová Dios.—Apo. 14:7, NM.

Jesús el hombre perfecto hizo esto, y acerca de él se dijo: “¡Miren! ¡el hombre!” Él reflejó tan perfectamente la imagen del Padre, Jehová, que él pudo decir acerca de sí mismo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre.” Juan, escribiendo acerca del derrotero de Jesús en la vida, dice: “Tuvimos una vista de su gloria, gloria como la que pertenece a un hijo unigénito por parte de un padre, y él estaba lleno de bondad inmerecida y verdad.”—Juan 19:5; 14:9; 1:14, NM.

Por su patrón o modelo de vida perfecto, Jesús les enseñó a los hombres cómo reflejar ellos también la gloria de Jehová. “El alumno no está sobre su maestro,” dijo él, “pero todo el que esté perfectamente instruído será como su maestro. El hombre bueno saca lo bueno del buen tesoro de su corazón, pero el hombre inicuo saca lo que es inicuo de su tesoro inicuo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.” Las grandes verdades que son vitales para la vida y la salvación y que Jesús aprendió de su Padre él se las comunicó a sus discípulos. En cambio sus discípulos habían de pasar a otros este mensaje precioso. Habían de ser hacedores de la palabra y no solamente oidores. Habían de hacer otros discípulos de entre la gente de todas las naciones y darles instrucciones de observar todas las cosas que Jesús mandó. El desempeño fiel de esta responsabilidad traería gozo a la criatura y felicidad al Creador.—Luc. 6:40, 45; Mat. 28:19, 20, NM.

La presencia del cristianismo en este siglo veinte constituye prueba concluyente de que los discípulos llevaron a cabo el mandato de Jesús. A los romanos Pablo reveló cómo la verdad del cristianismo se daba a conocer: “‘La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón’; es decir, la ‘palabra’ de fe que nosotros estamos predicando. Porque si tú declaras públicamente aquella ‘palabra en tu boca’, que Jesús es el Señor, y si ejerces fe en tu corazón en que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se ejerce fe para justicia, pero con la boca se hace declaración pública para salvación.”—Rom. 10:8-10, NM.

MOTIVO POR EL CUAL VIVIR HOY

De modo que el motivo que tiene el hombre para vivir en este tiempo tiene mucho que ver con el uso correcto de la lengua, porque por medio de ese pequeño miembro de su cuerpo él derrama o gloria u oprobio, u honor o deshonor sobre su Hacedor. El profeta Isaías escribió: “Jehová el Señor me ha dado la lengua de los instruídos, para que sepa sustentar con palabras al cansado.” (Isa. 50:4) La versión Bover-Cantera dice en este texto: “El Señor, Yahveh, me ha dado lengua apta para enseñar, para conocimiento, para responder algo al cansado.”

El profeta Daniel manifiesta que “la ciencia será aumentada” en este fin del mundo. Sofonías el profeta declara que Jehová volvería a “dar a los pueblos labios puros, para que todos ellos invoquen el nombre de Jehová, sirviéndole de común acuerdo.” Isaías dice que todos los creyentes algún día “serán enseñados por Jehová; y grande será la paz de tus hijos.” Los Proverbios declaran que “la lengua de los sabios es saludable,” que “la lengua benigna es árbol de vida.”—Dan. 12:4; Sof. 3:9; Isa. 54:13; Pro. 12:18; 15:4.

Dios ha hecho que se cumplan estas profecías hoy día, porque él tiene sobre la tierra ahora un pueblo que le trae gloria y honra a él. Estas personas son la luz del mundo por virtud de permitir ellas que la luz de la verdad bíblica resplandezca a través de ellas hasta los cabos de la tierra. Están ocupadas en obras rectas por medio de adorar a Jehová en espíritu y en verdad, por medio de permanecer irreprensibles e inocentes en esta generación pervertida y torcida, por medio de dar a conocer a otros el camino a la vida. Este grupo de gente que teme a Dios está representado en la sociedad del nuevo mundo de los testigos de Jehová. Acerca de ellos un escritor moderno dijo lo siguiente:

“Como testigos bajo constreñimiento divino a que den a conocer la inminencia del fin de la época y la venida de la Teocracia, procuran por todo método concebible hacer que su mensaje llegue a la gente. Nunca debe ser causa de sorpresa el que ellos utilicen algún método nuevo. . . . Los testigos de Jehová literalmente han cubierto la tierra con su testificación.” Luego, después de dar un informe de la gran cantidad de literatura que los testigos han distribuído, el escritor continúa: “Puede decirse verídicamente que ningún grupo religioso en particular del mundo ha desplegado más celo y persistencia en el esfuerzo por esparcir las buenas nuevas del Reino que los que han desplegado los testigos de Jehová. . . . No hay cristianos modernos que hagan uso más constante de la Escritura, o que la aprendan de memoria en cantidades mayores que los testigos. Para que uno tenga éxito en argüir con ellos sobre bases bíblicas, es preciso que uno conozca sus Escrituras mejor que lo que las conoce la mayoría de los miembros de aun las iglesias fundamentalistas hoy.”—Carlos Samuel Braden, These Also Believe, 1950, páginas 370, 380.

Es muy cierto que los testigos de Jehová conocen la Biblia y hablan acerca de ella. Es menester que conozcan su Biblia si han de traerle gloria a Dios. Por medio de conocimiento bíblico ellos están trastornando cosas fuertemente atrincheradas, trastornando razonamientos y toda cosa encumbrada que se ha levantado contra el conocimiento de Dios, y por medio de dicho conocimiento están trayendo todo pensamiento en cautiverio para hacerlo obediente al Cristo.—2 Cor. 10:4, 5, NM.

“Nada de lo terrenal puede influir en la mente humana al grado que lo puede hacer la palabra enunciada,” dijo Edwin G. Lawrence. “Por eso, es lógico que el habla educada sea la mayor arma que el hombre posee.” Y el propósito del habla “es comunicar el pensamiento de una mente a otra, y, en un sentido más amplio, influir en la persona a quien se habla.”

Ese es precisamente el propósito del cristianismo. Con su habla correcta, esperanzada, influirá en algunos y los dirigirá hacia la justicia y la vida. El compartir el conocimiento de Dios y su reino con hombres de buena voluntad es la causa más sublime y noble por la cual vivir en este tiempo. Participe usted en tener esta razón para vivir, la más feliz de todas.

¡Todo lo que tiene aliento alabe a Jehová!—Sal. 150:6.

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