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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1957
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Preguntas de los lectores

● La creencia en la inmortalidad inherente del alma humana es básica en las religiones del mundo, sean éstas cristianas, judías o paganas. ¿Por qué creen los testigos de Jehová que el alma no es inmortal?

Porque no hay ningún texto de la Biblia que diga que lo sea, y varios que dicen que no lo es. El alma que peca muere: “El alma que pecare, ésa es la que morirá.” Aun de Jesús, el hombre sin pecado, está escrito: “Derramó su alma hasta la muerte.” El alma no es alguna existencia espiritual intangible e invisible separada del cuerpo de la criatura, sino que “alma” significa “vida.” Sea hombre o bestia, si tiene vida la criatura, se puede decir que tiene alma. De las criaturas acuáticas que fueron hechas antes del hombre la Biblia dice, en Génesis 1:20 (VA, margen): “Produzcan en abundancia las aguas la criatura móvil que tiene alma.” Y en Génesis 1:30 se hace referencia a “todo animal de la tierra, y a toda ave de los cielos, y a todo reptil que se arrastra sobre la tierra, que tiene en sí alma viviente.” Ni los animales ni los hombres tienen almas inmortales; ambos son almas vivientes y llegan a ser almas muertas: “Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, lo mismo sucede a las bestias; es decir, un mismo suceso les acontece: como mueren éstas, así mueren aquéllos; y un mismo aliento tienen todos ellos; de modo que ninguna preeminencia tiene el hombre sobre la bestia; ¡porque todo es vanidad! Todos van a un mismo lugar; pues que todos son del polvo, y todos tornan otra vez al polvo.” Es pura ficción el que digan las religiones que el hombre tiene un alma inmortal y consciente que sigue viviendo después que muere el cuerpo: “Porque los vivos saben que han de morir; pero los muertos nada saben ya, ni tienen aquí más galardón; porque ya se ha echado al olvido la memoria de ellos. Todo cuanto hallare que hacer tu mano, hazlo con tus fuerzas; porque no hay obra, ni empresa, ni ciencia, ni sabiduría en el sepulcro adonde vas.” La muerte pone fin al estado consciente del hombre: “Sale su espíritu, y él se torna en su tierra: en ese mismo día perecen sus pensamientos.”—Eze. 18:4; Isa. 53:12; Ecl. 3:19, 20; 9:5, 10; Sal. 146:4.

¿Se diría de los seguidores de Cristo que ellos buscan la inmortalidad si ya la poseyeran? No obstante, se dice de ellos que son los que “buscan la gloria, la honra y la inmortalidad, vida eterna,” y, también, “Y esto mortal sea vestido de inmortalidad.”—Rom. 2:7; 1 Cor. 15:53, Val.

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