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  • ¿Cuán práctico es el conocimiento suyo?

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  • ¿Cuán práctico es el conocimiento suyo?
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
w59 1/4 págs. 195-196

¿Cuán práctico es el conocimiento suyo?

EL CEREBRO del hombre, más que cualquier otra cosa, lo distingue de los animales inferiores. Esta superioridad del hombre está de acuerdo con el hecho de que él es el único que fué creado en la semejanza de su Creador, Jehová Dios. Los evolucionistas por lo general dan poca importancia a esta diferencia. Según confesó en una ocasión un antropólogo estadounidense de nota: “Hemos estado tan ocupados estudiando los aspectos tangibles de la evolución en las formas de animales que nuestra cabeza, ese pequeño globo que contiene el cielo de media noche y los brillantes universos invisibles del pensamiento, se ha dado casi tan por sentado como el crecimiento de la calabaza confitera amarilla en el otoño.”—Gén. 1:27.

El cerebro humano, que puede compararse a una esponja, tiene una aguda afinidad con el conocimiento y una infinita capacidad para contenerlo. Muy temprano en la vida el hombre manifiesta esta hambre de conocimiento por la curiosidad que tiene respecto a todo lo que está a su alrededor. Gradualmente desarrolla una memoria, una mente, una personalidad, y es esto lo que distingue a cada uno de entre todos los demás humanos. Esta innata curiosidad hace gozosa la adquisición de conocimiento.

Sin embargo, el Creador no se proponía que el hombre adquiriera conocimiento sólo por el placer de adquirirlo. Como un historiador bien comentó: “Los placeres intelectuales dan sólo una satisfacción breve, a menos que se dirijan a un fin práctico. . . . Nunca deberíamos estimular el intelecto meramente para que éste se alimente de sí mismo. A no ser que la cultura intelectual se dirija a lo útil, especialmente a las necesidades y mejorías de otros, es una ilusión y un lazo.”—Beacon Lights of History, por Lord.

El adquirir conocimiento meramente por el placer de hacerlo es semejante al vivir para comer en vez de comer para vivir. Nos hace recordar a los antiguos epicúreos, que se hartaban y luego tomaban eméticos para vomitar todo lo que habían comido para que pudieran gozar de nuevo del placer de comer. El adquirir conocimiento meramente por el placer de hacerlo no es mucho mejor. Cuando muere una persona que ha procedido así, eso marca el fin de su conocimiento; no ha sido de provecho a otros ni les ha traído gozo, ni continúa. Todos los que se inclinan a ser cautivados por el conocimiento de por sí deberían fijarse en las palabras del apóstol Pablo de que “el conocimiento hincha.” El que no traduce en acciones el conocimiento que adquiere ‘se está engañando mediante razonamientos falsos.’—1 Cor. 8:1; Sant. 1:22.

Incidentalmente, aun peor que el adquirir conocimiento por el amor a éste es el adquirir conocimiento degradante y depravado. Los periódicos de escándalo, revistas pornográficas, libros de los que más se venden y en los que se hace resaltar lo sexual, sean éstos “clásicos” o populares, todos alimentan una depravada sed de conocimiento. Tal como un buen libro es un buen amigo, así los libros malos son parecidos a “malas asociaciones [que] corrompen las costumbres provechosas.” Los sabios evitarán todo esto.—1 Cor. 15:33; Sant. 3:15.

Hay en realidad sólo dos razones sanas por las cuales adquirir conocimiento. Cuáles son nos lo cuenta Esdras, el escriba israelita de después del destierro. “Porque Esdras mismo había preparado su corazón para consultar la ley de Jehová y para hacer[la] y para enseñar en Israel reglamento y justicia.” Sí, toda nuestra adquisición de conocimiento debería ser para la aplicación práctica de él en nuestra vida y/o para el propósito de instruir a otros.—Esd. 7:10.

Hay conocimiento de muchas diferentes clases y el adquirirlo con un fin determinado puede hacernos más útiles. Entre estas clases está el conocimiento respecto a la física, la medicina, la electrotecnia y las artes. Por la aplicación práctica de tal conocimiento el hombre puede usar las cosas que lo rodean.

Sin embargo, debido a la imperfección y el pecado el hombre puede gozar de los frutos de tal conocimiento por sólo unos cuantos años. Y tal conocimiento no ha podido librar al hombre de la guerra consigo mismo y con su prójimo, como se ve en las crecientes tensiones nacionales e internacionales, y el aumento de crimen e inmoralidad. Dando énfasis a lo limitado del valor de tal conocimiento, Jesús preguntó en una ocasión: “Porque ¿de qué beneficio le será a un hombre si adquiere todo el mundo pero pierde su vida? o ¿qué dará un hombre en cambio por su vida?” El valor práctico de todo conocimiento humano está verdaderamente limitado.—Mat. 16:26, margen.

¿Qué más se necesita? Es menester que el hombre oriente su conocimiento y sus esfuerzos en relación con su Creador y el propósito de su Creador para con el hombre. Ese es el conocimiento que es de la mayor importancia. De todos es el más práctico y se halla sólo en la Biblia, la Palabra de Dios. Jesús nos puso un buen ejemplo en conexión con esto. Igual que Esdras, él se concentró en el conocimiento más importante, el que se relaciona con Jehová, y lo usó de manera práctica, viviendo de acuerdo con él y enseñándolo a otros.—Mat. 4:17; Juan 17:4, 6.

El cumplimiento de las profecías bíblicas indica que vivimos en días parecidos a los de Noé. (Mat. 24:37-39) Debido a este hecho el conocimiento más urgente y más práctico de todo el conocimiento que pudiéramos adquirir en este tiempo tiene que ver con lo que hay que hacer para sobrevivir el fin de este viejo mundo o inicuo sistema de cosas. Respecto a esta clase de conocimiento se nos dice: “Porque la sabiduría es para una protección igual que el dinero es para una protección; pero la ventaja del conocimiento es que la sabiduría misma conserva vivos a sus dueños.” La sabiduría, por supuesto, es la aplicación del conocimiento correcto en armonía con la voluntad de Dios. Y eso significa, según las palabras del profeta, el buscar a Jehová, buscar la justicia y buscar la mansedumbre.—Ecl. 7:12; Sof. 2:3, Mod.

Debido a que el hombre fué creado a la imagen de Dios, se deleita en adquirir conocimiento. El adquirir conocimiento sólo por el amor a éste es vano, mientras que el adquirir conocimiento degradado o depravado es absoluta insensatez. Y aunque muchas clases de conocimiento pueden servir muchos propósitos prácticos, lo más práctico de todo es el adquirir, con el debido propósito, conocimiento acerca de Jehová Dios y su voluntad para con nosotros. De éste Jesús dijo: “Esto significa vida eterna, el que ellos adquieran conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú has enviado, Jesucristo.”—Juan 17:3.

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