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  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1960
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1960
w60 1/3 págs. 133-135

¿Cómo puede venir la paz al hombre?

La amenaza de guerra nuclear hace imperativo que se establezca la paz permanente. De ello depende el que el género humano siga existiendo.

POR haber resuelto el hombre problemas difíciles se le abrió el camino para extraer el poder del átomo, para enviar cohetes de descubrimiento centenares de miles de kilómetros al espacio y para vencer enfermedades mortíferas, pero no ha podido resolver el problema extremadamente importante de cómo convivir en paz. Ha producido varios planes para paz mundial así como agencias de paz, pero la paz permanente todavía parece estar muy remota.

Se están produciendo y almacenando armas letales en grande escala, se hacen más agudas las diferencias internacionales, aumentan las sospechas y temores, y sublevaciones internas derrocan a gobiernos establecidos. La amenaza de guerra obscurece constantemente la esperanza de paz del hombre común. Nuestro mundo afligido es cual volcán rugiente que amenaza estallar de un momento a otro.

Rugidos que pudieran ser anuncio de la explosión provienen de Levante, de Berlín, del Estrecho de Formosa y de otros lugares agitados. La U.S. News & World Report informó recientemente: “‘La guerra fría en Asia,’ dijo un experto estadounidense que acababa de regresar de esa sección, ‘está volviéndose caliente—tan caliente que aun el más ciego de los líderes asiáticos tiene que encararse ahora obligadamente a la realidad del comunismo agresivo.’” En la misma revista Allen W. Dulles, que es director de la Agencia Central de la Policía Secreta, se refirió a la situación que existe en Irak como “la más peligrosa del mundo.”

A la población de la China que asciende cual cohete muchas personas la consideran como amenaza a la paz mundial. Temen que la China se halle obligada a buscar nuevo territorio para acomodar a su gente. Comentando acerca de esto, el Times Magazine de Nueva York del 15 de marzo de 1959 dijo: “Semejante masa equipada de armas modernas y disciplinada por una dictadura, si se empeñara en conquistar, podría ser detenida únicamente por un mundo unido de afuera.”

Si estallase una guerra entre Oriente y Occidente, poca duda cabe de que se usarían temidas armas nucleares. Una revista de noticias dijo: “Una guerra contra la Rusia Soviética o guerra contra un país satélite en que esté envuelto el uso de cualesquier tropas rusas será una guerra nuclear, y se peleará con todas las armas disponibles.” Eso puede resultar en devastación nuclear en una escala mundial. “El poderío total militar hoy en día—poder ilimitado,” dijo The Atlantic, “implica claramente la muerte de la civilización según la conocemos hoy.”

En vista de esta situación crítica es de sumo interés a todas las gentes el saber cómo la paz permanente puede venir al hombre. Patente está que no pueden confiar en los líderes del mundo ni en las agencias hechas por el hombre para la paz. Estos no han podido hacer que el mundo se vuelva de su camino a la destrucción nuclear. Harían bien en considerar las palabras de Jesucristo, quien previó nuestros días de angustia y perplejidad. Él predijo que los hombres se desmayarían “debido al temor y la expectativa de las cosas que vienen sobre la tierra.”—Luc. 21:26.

PAZ POR LA MANO DE DIOS

El que el hombre no haya dado con alguna solución viable para el problema de la paz mundial no significa que todo esté perdido. Puede acudir a su Creador para tal solución. Jehová Dios la reveló hace mucho cuando hizo que un profeta escribiese: “Porque nos ha nacido un niño, se nos ha dado un hijo, y el dominio principesco vendrá a estar sobre su hombro. . . . Para la abundancia del dominio principesco y para la paz no habrá fin, sobre el trono de David y sobre su reino para establecerlo firmemente y para sostenerlo por medio de la justicia y por medio de la rectitud, desde ahora en adelante y hasta tiempo indefinido. El mismísimo celo de Jehová de los ejércitos hará esto.”—Isa. 9:6, 7.

Este gobierno celestial para la tierra puede hacer lo que el hombre no ha logrado hacer—establecer la paz permanente. Puede eliminar la guerra para siempre. Fue por este gobierno que Jesús enseñó a sus seguidores a orar cuando dijo: “Ustedes, pues, deben orar de este modo: ‘Nuestro Padre en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Cúmplase tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra.’” (Mat. 6:9, 10) Con ese gobierno divino gobernando la tierra en justicia y rectitud será imposible que haya guerras.

Una de las principales causas de dificultad hoy en día es la división del género humano en muchos grupos, reclamando cada grupo derechos exclusivos a cierto territorio. Debido a que algunos grupos codiciosamente procuran anexarse los territorios de otros grupos y dominar a las gentes de éstos, parece imposible tener paz permanente. Pero esto no podría suceder bajo el dominio del reino de Dios. En vez de estar divididos en muchas naciones, los habitantes de la tierra formarán una sola nación bajo un solo gobierno—un gobierno justo.

Para que venga la paz por la mano de Dios primero tienen que ser quitados los gobiernos hechos por el hombre. Habrá dificultades mientras ellos existan. El gran Soberano del universo no permitirá que ellos compitan con su gobierno justo para la tierra y sean una fuente de dificultad. Él predijo hace mucho que dejarán de existir. “En los días de aquellos reyes, el Dios del cielo establecerá un reino que nunca jamás será destruído, y el reino no será dejado a otro pueblo, sino que desmenuzará y acabará con todos aquellos reinos, en tanto que él mismo permanecerá para todos los siglos.”—Dan. 2:44, Mod.

La paz permanente no puede venir al género humano mientras existan personas que no quieran obedecer las leyes divinas ni someterse a la autoridad del reino de Dios. Hay que purgar de la tierra a los inicuos. La venidera batalla del Armagedón hará precisamente eso. Será la “guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” cuando él ejecute su juicio adverso sobre este sistema inicuo.

EFECTO DEL DOMINIO DEL REINO

Las personas que poseerán la tierra bajo el dominio del reino de Dios ejercerán amor las unas para con las otras en vez de odio y sospecha. Esto es esencial para la conservación de un mundo pacífico. Personas que se tienen amor mutuo como Cristo instruyó no almacenan armas letales con que destruirse las unas a las otras. No necesitan la salvaguardia de inspecciones para protegerse cada una de la perfidia de la otra. No actúan traidoramente, sino que son verídicas y honradas.

Para que la gente que vive hoy ejerza amor tiene que efectuarse una transformación, tanto en el modo de pensar como en la manera de vivir. En vez de pensar egoístamente sólo en los intereses propios, la persona tiene que aprender a pensar altruístamente. Su manera de vivir tiene que mostrar consideración para con otros. Sobre todo, tienen que ponerse primero los intereses de Dios. El apóstol Pablo habló acerca de esta transformación cuando dijo: “Dejen de amoldarse a este sistema de cosas, mas transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos la buena y la aceptable y la completa voluntad de Dios.” (Rom. 12:2) Hay personas hoy en día que están haciendo precisamente eso a pesar de fronteras y odios nacionales. Ejercen amor las unas hacia las otras por toda la tierra. Como sociedad del nuevo mundo esperan confiadamente paz mundial bajo el reino de Dios.

Así como sólo personas amantes de la paz sobrevivieron al diluvio del día de Noé, sólo personas amantes de la paz sobrevivirán al Armagedón. “Porque los rectos son los que morarán en la tierra, y los que están sin tacha son los que serán dejados en ella. En cuanto a los inicuos, ellos serán cortados de la tierra misma, y en cuanto a los traicioneros, ellos serán arrancados de ella.”—Pro. 2:21, 22.

El efecto del dominio del reino de Dios será una tierra poblada de personas justas, todas ejerciendo amor. Ningún inicuo sobrevivirá al Armagedón para desbaratar la paz del nuevo mundo.

Con todas las gentes unidas como una sola bajo el justo gobierno de Dios, no habrá choques debidos a raza o nacionalidad. Todos se darán cuenta de que “Dios no es parcial” y que todo “hombre que le teme y obra justicia es aceptable a él.” (Hech. 10:34, 35) La unidad humana incluirá la adoración, que en sí misma es gran contribuyente a la paz.

Además de la paz Dios ha prometido traer muchas otras cosas buenas al género humano por medio de su reino. “Dios mismo estará con ellos. Y él limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni tampoco habrá más duelo ni lloro ni dolor. Las cosas anteriores han pasado. Y el que estaba sentado sobre el trono dijo: ‘¡Mira! estoy haciendo nuevas todas las cosas.’” (Apo. 21:3-5) Dios sigue asegurándonos de que de seguro hará lo que él promete aquí, diciendo: “Escribe, porque estas palabras son fidedignas y verídicas.”

LA PAZ VENDRÁ EN NUESTRA GENERACIÓN

Jehová revela en la Biblia cuándo podemos esperar el cambio de dominio que traerá la paz permanente. Él hizo que sus profetas escribiesen cosas que estarían sucediendo en escala mundial durante los últimos días de este presente sistema de cosas. La generación que estaría viviendo cuando estas cosas llegaran a ser realidades sería la que presenciaría el cambio. Los acontecimientos mundiales desde la I Guerra Mundial de 1914 a 1918 han cumplido esas profecías. Por fin ha llegado el tiempo en que Jehová Dios limpiará la tierra y traerá la paz permanente al hombre. La generación que estaba viva en 1914 lo verá. “Verdaderamente les digo a ustedes que esta generación de ningún modo pasará hasta que sucedan todas estas cosas.” (Mat. 24:34) Antes de decir esto Jesús mencionó algunos de los acontecimientos visibles que identificarían los últimos días, las cuales cosas han estado sucediendo.

Para estar entre los que vivirán para ver la paz permanente en la tierra bajo el dominio del reino de Dios hay que buscar a Jehová Dios y obedecerle. “Buscad a Jehová, todos los mansos de la tierra, los que habéis obrado lo que es justo; buscad la justicia, buscad la mansedumbre; puede ser que os pongáis a cubierto en el día de la ira de Jehová.” (Sof. 2:3, Mod) No podemos poner a un lado los mandatos de Dios debido a las amenazas ruidosas de guerra que se hacen sentir hoy en día. Prescindiendo de lo que traten de hacer las naciones, podemos confiar en las promesas de Dios de efectuar un cambio para lo mejor y que su reino traerá paz permanente al hombre en esta generación.

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