Dios lo hará a su manera
A PESAR de todas las promesas y quejas de parte de los hombres, Dios lo hará a su manera. ¿Hará qué? Introducirá un justo nuevo mundo de paz duradera, un mundo sin preocupaciones, dolor o muerte.
Los políticos hablan de hacer lo que solamente Dios puede hacer. Los clérigos, en vez de señalar el camino de Dios, demasiadas veces suenan como políticos. El obispo G. Bromley Oxnam declaró en un discurso para la Convocación nacional de la juventud metodista en Lafayette, Indiana: “Este se llamará el siglo en el cual los hombres abolieron la guerra, establecieron la justicia económica y realizaron la hermandad racial.” Pero la Palabra de Dios dice: “Contemplen las actividades de Jehová, que ha establecido acontecimientos asombrosos en la tierra. Está haciendo cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra.”—Sal. 46:8, 9.
Las promesas humanas de construir un nuevo mundo pacífico han fracasado repetidamente. Ya es tiempo, por lo tanto, para que los amadores de la justicia aprendan que Dios lo hará a su manera: “Estoy creando nuevos cielos y una nueva tierra,” dice Jehová. No concerniente a promesas humanas sino concerniente a la promesa de Dios el apóstol de Jesucristo escribió: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos de acuerdo con su promesa, y en estos la justicia habrá de morar.”—Isa. 65:17; 2 Ped. 3:13.
Los cristianos necesitan aprender que Dios lo hará a su manera y a su debido tiempo. Jehová Dios es el gran Marcador de tiempo del universo. Cuando él promete algo, se realiza infaliblemente al tiempo fijado por él. El hombre no puede apresurar a Dios. Hay cristianos profesos que se quejan del horario de Dios. Tal vez sufran físicamente y anhelen el prometido nuevo mundo en el cual “la muerte no será más, ni tampoco habrá más duelo ni lloro ni dolor.” Tal vez crean que Dios es lento respecto a sus promesas. Pero nos dice el apóstol Pedro: “Jehová no es lento respecto a su promesa, según lo que algunos consideran lentitud, sino que es paciente con ustedes porque no desea que ninguno sea destruído sino desea que todos vengan al arrepentimiento.”—Apo. 21:4; 2 Ped. 3:9.
En vez de considerar a Dios lento respecto a su promesa, saque provecho de su paciencia. Haga la voluntad divina ahora y ayude a otros a aprender la voluntad divina, para que ellos pasen ilesos a través de la destrucción de este mundo inicuo. Muestre que usted está en armonía con la manera de Dios de hacer las cosas por medio de reconocer que vivimos en los “últimos días,” el “tiempo del fin” de este viejo mundo.—2 Tim. 3:1; Dan. 12:4, Mod.
Se podría comparar la Biblia a un horario, el horario de Dios según el cual él cumple su propósito. ¿Por qué pasar por alto ese horario o tratar de hacer que el reloj del universo marche hacia atrás? Podemos pasar por alto deliberadamente los hechos físicos y sucesos que componen la gran señal de los “últimos días,” pero esto no cambia el horario de Dios. Dios ha fijado un tiempo específico en que este período fijo de tiempo que se llama los “últimos días” llegará a su fin en el acto culminante del Armagedón. Respecto a este tiempo el Señor Jesús dijo: “Concerniente a ese día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos ni el Hijo, sino únicamente el Padre.”—Mat. 24:36.
Si reconocemos que Dios lo hará a su manera, no desearemos que el horario de la Biblia esté equivocado, que los “últimos días” sean un largo período de tiempo. En realidad, se nos asegura que es sólo “un corto período de tiempo.” (Apo. 12:12) Por lo tanto ¡qué insensato sería el no reconocer la manera de Dios de hacer las cosas y el no actuar de acuerdo con ella! Algunas personas parecen pasar por alto deliberadamente la manera de Dios, como admitió un escritor de The Christian Digest acerca de los cristianos profesos de la cristiandad: “A menudo decimos que vivimos en los últimos días, pero nuestras acciones demuestran que esperamos que no sea cierto. El mundo ha pasado por muchos días tenebrosos. Si sólo pudiésemos encontrar el preciso programa de acción pensamos que tal vez pudiéramos atrasar el reloj un siglo más o menos y seguir con los negocios como de costumbre.”
“Los negocios como de costumbre” es un artificio que muchas personas usan para pasar por alto la manera de Dios, para poder llevar a cabo sus propios deseos. Debido a esta costumbre de “negocios como de costumbre,” millones de personas perderán la vida. Inmediatamente después de comentar acerca del hecho de que Jehová ha fijado el “día y la hora” para la destrucción de este mundo en el Armagedón, el Señor Jesucristo dijo: “Así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre. Porque así como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no notaron nada hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre.”—Mat. 24:37-39.
Ahora es el tiempo, entonces, no para “negocios como de costumbre” sino para vivir según la voluntad divina, para estar “comprando el tiempo oportuno que queda para ustedes mismos, porque los días son malos. Debido a esto dejen de estar haciéndose irrazonables, sino sigan percibiendo cuál es la voluntad de Jehová.” (Efe. 5:16, 17) ¿Compra usted tiempo para poder percibir cuál es la voluntad de Jehová? ¿Aparta usted tiempo para aprender los justos caminos de Jehová? “Jehová es justo en todos sus caminos y amorosamente bondadoso en todas sus obras.” (Sal. 145:17) Los caminos de Dios son justos y su manera de hacer las cosas justa y la única manera que dará resultados.
El que este mundo no está dando buenos resultados es algo que casi todos admiten, pero el nuevo mundo de Dios sí dará buenos resultados. Pero no será por medio de ardides humanos que se efectuará este nuevo mundo. El nuevo mundo de justicia viene a manos de Dios, por medio de su reino.
Obremos de acuerdo con la manera de Dios de hacer las cosas. No confíe en proyectos hechos por hombres; no se queje de la paciencia de Dios; no pase por alto la manera de Dios de hacer las cosas a causa de “negocios como de costumbre.” “Feliz es todo el que teme a Jehová, que anda en sus caminos.”—Sal. 128:1.