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  • La distinción entre rabí y lego del judaísmo
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1963
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La distinción entre rabí y lego del judaísmo

EL HACER una distinción arbitraria entre los que toman la delantera en la adoración de Dios y los que siguen no es sabio. Los que enseñan no están en una clase solos, diferentes a los que están siendo enseñados. Este es un punto que fue aclarado repetidamente por el gran Maestro, Jesucristo. “Pero ustedes, no se llamen Rabí, porque uno solo es su maestro, entre tanto que todos ustedes son hermanos. Tampoco se llamen ‘caudillos,’ porque uno solo es su Caudillo, el Cristo.”—Mat. 23:8, 10; Mar. 10:42-44.

◆ El que esta distinción y división entre el clero y los legos no es para el mejor provecho lo aprecian aun ciertos líderes del judaísmo moderno. Así Jacobo D. Schwarz dijo:

◆ “En la historia de la sinagoga hubo un tiempo en que no existía la distinción entre los legos y el rabí como la conocemos hoy día. No se hacía ninguna diferenciación en cuanto a deber o responsabilidad religiosos. En el judaísmo, tradicionalmente el líder no fue apartado por funciones sacerdotales o eclesiásticas. Sus marcas de distinción eran dos, la erudición y la piedad. Cualquier lego que tuviese estas dos cualidades era acepto al concilio de la sinagoga y así mismo para el desempeño de muchos ritos y ceremonias. Era competente para orar de su propia parte y para conducir a otros en oración. Su participación en la sinagoga y en la vida judía era directa y espontánea.”

◆ De índole parecida, a uno de los líderes más prominentes del judaísmo conservador, el difunto H. Szold, se le atribuye el haber dicho: “La doctrina judía siempre ha sido, no como generalmente se expresa, que no tenemos sacerdotes, sino que no tenemos legos. ‘Una nación de sacerdotes’ somos nosotros. Por paradójico que parezca ser, el efecto más grande de la corriente anti-intelectual [en la cual los judíos se oponían a discusiones eruditas de parte de sus líderes y pedían que fuesen más prácticas y trataran de problemas cotidianos] ha sido una división de nuestra gente en legos y sacerdocio. Estamos, en realidad, más cerca de tener una jerarquía que lo que jamás hemos estado en nuestra historia, no porque los sacerdotes sean demasiado eruditos, sino porque los legos son demasiado ignorantes.

◆ “Los buenos tiempos antiguos no pueden ser ensalzados sin reservas; muchas de nuestras enfermedades las hemos heredado de ellos. No obstante, hay que reconocer que en lo pasado la educación judía del pueblo formaba la sustanciación sobre la cual descansaba la erudición de los rabíes. La gente tenía suficiente inteligencia como para hacer preguntas inteligentemente. La diferencia entre ella y sus líderes era una de grado, no de clase. . . .

◆ “Actualmente una sima yace abierta entre las gentes y los pastores que ellas han obligado a sus rabíes a llegar a ser, y la separación existe sean o no sean eruditos los rabíes . . . El judío moderno vende su primogenitura o individualidad y dignidad y paga a un hombre de barro como él mismo para que cuide de su alma y actúe como el que sufre por sus culpas. De ese modo se está haciendo algo nuevo en el judaísmo. . . . A los miembros de la congregación les gusta citar las opiniones de sus rabíes respecto a la filosofía, literatura, la política y el judaísmo por igual. A los oídos míos ‘el Doctor dice’ suena peligrosamente parecido a ‘mi padre confesor dice.’ Si persistimos en nuestra demanda de pastores tendremos que inevitablemente tomar el paso retrógrado desde . . . maestría hasta sacerdocio. La fatalidad puede evitarse, sostengo yo, no por medio de comenzar en la cumbre, con el entrenamiento de rabíes, sino por medio de educar a la gente.”

◆ También condenaba esta tendencia S. Miguel Gelber, conferenciante judío. Hizo una súplica enérgica a favor del aminoramiento de la distinción entre el clero y los legos en la adoración en la sinagoga por medio de hacer que los adoradores desempeñen una parte cada vez más activa en el servicio.

◆ No solamente las palabras de Jesús son pertinentes a las susodichas declaraciones sino también lo son las palabras de Moisés. Cuando Josué supo que dos hombres de la congregación de Israel estaban profetizando y rogó a Moisés que les dijera que desistieran, ¿cómo se sintió Moisés acerca de que ellos profetizaran? Lejos de decirles que desistieran, él contestó a Josué: “¿Sientes celos por mí? No, ¡yo quisiera que todos los del pueblo de Jehová fuesen profetas!” Ese deseo de Moisés así como la regla anunciada por Jesús se cumplen entre los testigos cristianos de Jehová, siendo ellos una sociedad de profetas, predicadores, maestros.—Núm. 11:26-30.

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