Dios, pensamiento y sabiduría
COMENTANDO sobre el texto de Proverbios 1:7: “El temor de Jehová es el principio del conocimiento,” R.F. Horton escribió en The Expositor’s Bible: “No puede haber ningún conocimiento ni sabiduría verdaderos que no se originen del reconocimiento de Dios. Este es uno de los argumentos, no infrecuentes en los Escritos Sagrados, que parecen a primera vista ser dogmas arbitrarios, pero resultan ser, tras cuidadosa investigación, declaraciones autoritativas de verdad razonada. . . .
“Tenemos entre nosotros pensadores que consideran que su gran misión es librarse de la mismísima idea de Dios, como una que estorba en el camino al progreso espiritual, social y religioso. De acuerdo con las Escrituras, quitar la idea de Dios es destruir la llave del conocimiento y hacer imposible cualquier programa consistente de pensamiento. Aquí verdaderamente hay un problema claro y definido.
“Ahora, si este universo del cual formamos parte es un pensamiento de la mente Divina, una obra de la mano Divina, una escena de operaciones Divinas, en que Dios está llevando a cabo, por pasos lentos, un vasto propósito espiritual, es evidente en sí mismo que ningún intento de entender el universo puede tener éxito si se deja de tomar en cuenta esta idea, su idea fundamental. . . .
“Pero si el universo no es la obra de una mente Divina, ni el efecto de una voluntad Divina; si es meramente la obra de una Fuerza ciega, irracional; si nosotros, el resultado endeble de una larga e impremeditada evolución, somos las primeras criaturas que han pensado, y las únicas criaturas que ahora piensan, en todo el universo . . . ; se deduce que de un universo tan irracional no puede haber ningún conocimiento verdadero para los seres racionales, y de un arreglo de cosas tan desprovisto de sabiduría no puede haber ninguna filosofía ni sabiduría. Ninguna persona que medita puede dejar de reconocer esto, y ésta es la verdad que se asevera en el texto. . . . Es necesario sostener que sin reconocer a Dios no podemos tener ninguna explicación de nuestro conocimiento, ni verificación alguna del mismo; sin reconocer a Dios, nuestro conocimiento jamás puede llegar a ninguna finalidad ni totalidad tal que pudiéramos justificarla llamándola por el nombre de Sabiduría.
“O, para presentar el asunto de un modo ligeramente distinto: una mente razonante solamente puede concebir al universo como producto del pensamiento; si el universo no es producto del pensamiento jamás podrá ser entendible a una mente razonante, y por lo tanto jamás puede ser en sentido verdadero el objeto del conocimiento; negar que el universo es el producto del pensamiento es negar la posibilidad de la sabiduría. Hallamos, pues, que no es un dogma, sino una verdad de la razón, que el conocimiento debe comenzar con el reconocimiento de Dios.”