BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • w63 15/7 págs. 432-436
  • Hablando con Dios

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • Hablando con Dios
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1963
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • LA NECESIDAD DE HABLAR A DIOS
  • CONDICIONES
  • SUSTANCIA DE NUESTRAS ORACIONES
  • La oración, una preciosa provisión amorosa
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1959
  • Sea constante en la oración
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1975
  • Cómo orar y ser oído por Dios
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1969
  • Cómo orar y ser oído por Dios
    La verdad que lleva a vida eterna
Ver más
La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1963
w63 15/7 págs. 432-436

Hablando con Dios

“Perseveren en la oración.”—Rom. 12:12.

1. ¿Cuál es el valor de hablar a los allegados a nosotros?

HABLAR unos con otros es un requisito básico de la amistad. Esto no quiere decir que los amigos tienen que estar hablando todo el tiempo, sino que tiene que haber comunicación. Lo mismo es cierto en cuanto a los miembros de una familia. Para mantener buenas relaciones entre ellos es imprescindible que sigan hablando unos con otros. El no hacerlo significaría que se estaban apartando, aunque compartieran el mismo techo, cama y comidas. El discutir las cosas unos con otros resulta en entendimiento, confianza y afecto. Entonces cada uno sabe lo que se halla en la mente y corazón de los otros, y cuáles son sus inquietudes, necesidades y aspiraciones. Así aumenta su aprecio mutuo al comunicarse unos con otros, compartiendo lo que traen las vicisitudes de la vida. Y como bien se ha dicho, las aflicciones compartidas se reducen a la mitad, los gozos compartidos se duplican.

2. ¿Cuál es nuestra relación con Jehová?

2 Debido a haber hecho nuestra dedicación a Jehová Dios le pertenecemos, siendo o sus hijos adoptivos o nietos en perspectiva. Jehová Dios y nosotros tenemos intereses mutuos, el principal de los cuales es la vindicación del nombre de Jehová, y, secundario, nuestra propia salvación. Estamos interesados en la vindicación de Dios y él está interesado en nuestra salvación. Sin embargo, Jehová Dios muy fácilmente puede pasarla sin nosotros, porque si le fallamos otro nos reemplazará. Pero nosotros no podemos pasarla sin Dios, no si queremos felicidad y vida eterna. Dependemos enteramente de él y por lo tanto siempre queremos tener las mejores relaciones con él. Él es nuestro Amo indispensable, mientras que nosotros somos sus esclavos inútiles.—Luc. 17:10.

3, 4. ¿Por qué medio nos habla Dios, y qué nos dice en ella?

3 Jehová Dios mismo no es un Padre o Amo celestial callado. ¡De ninguna manera! Está dispuesto a hablarnos a todo tiempo por medio de sesenta y seis libros, pequeños en tamaño, algunos constando de solo una página, pero de contenido de peso. Estos nos capacitan a apreciar exactamente cómo Dios considera las cosas, en qué está pensando y qué debemos hacer para agradarle. Así, leemos que “el Señor Jehová no hará nada a menos que haya revelado su asunto confidencial a sus siervos los profetas.” Similarmente, Jesús dijo a sus apóstoles: “Los he llamado amigos, porque todas las cosas que he oído de mi Padre se las he hecho saber a ustedes.”—Amós 3:7; Juan 15:15.

4 Por medio de su Palabra Jehová Dios nos comunica no solo su voluntad y propósitos, sino también su amor y afecto a nosotros. “Como un hombre a quien su propia madre sigue consolando, así yo mismo seguiré consolándolos a ustedes.” “Con un amor hasta tiempo indefinido te he amado. Por eso te he atraído con bondad amorosa.” “El Padre mismo les tiene cariño.” Aun cuando sus criaturas emprenden un derrotero imprudente y sufren como resultado, Dios siente pesar y se acongoja. Por otra parte, se alegra el corazón de Jehová cuando emprendemos un derrotero sabio. Por eso, al continuamente dejar que Dios nos hable por medio de su Palabra siempre llegamos a estar mejor familiarizados con su voluntad y propósitos y podemos asolearnos en su amor.—Isa. 66:13; Jer. 31:3; Juan 16:27; Jue. 10:16; Pro. 27:11.

5. ¿De qué valor es aprender de memoria porciones de la Palabra de Dios?

5 Esto no quiere decir que el que Dios nos hable está limitado a leer nosotros su Palabra. Cada vez que recordamos porciones de ella en nuestra memoria estamos escuchando a Jehová que nos habla. No siempre tenemos acceso a su Palabra escrita y hasta se nos puede despojar de ella, como les ha sucedido a algunos en campos comunistas de trabajo forzado. ¡Qué poderosa razón para aprender de memoria tanto de la Palabra de Dios como posiblemente podamos para que a todo tiempo y bajo cualesquier circunstancias Jehová Dios nos hable extensamente! Además, al participar en el ministerio cristiano queremos apoyarnos fuertemente en la Palabra de Dios, porque no podemos hacer cosa mejor que dejar que Dios hable a nuestros oyentes.

LA NECESIDAD DE HABLAR A DIOS

6. ¿Por qué razones deberíamos hablar con Dios?

6 Está en la mismísima naturaleza de las cosas el que debamos hablar a Dios. ¿Tenemos alguna duda en cuanto a su existencia, en cuanto a que él es el Dador de “todo don bueno y toda dádiva perfecta”? ¡Por supuesto que no! Entonces, así como se le enseña a una criatura a la mesa que pida la comida y diga “Por favor,” y después de recibirla diga “Gracias,” así sucede con nosotros. No podemos dar por supuesta la benignidad de Dios. Debemos pedirle lo que necesitamos y luego expresar aprecio por lo que recibimos.—Sant. 1:17.

7. ¿Qué beneficio adicional viene de vestir nuestros sentimientos con pensamientos y palabras?

7 Pero más que eso, en nuestras oraciones alcanzamos un grado de aprecio, ahínco sincero, devoción, gratitud y remordimientos, arrepentimiento, que no es probable que sintamos de otra manera. Fortalece nuestros sentimientos, nuestra gratitud o arrepentimiento, cuando nos esforzamos por vestirlos con palabras. Considere por un instante cuán fácil es que un joven piense concerniente a una joven: “¡Te amo!” y ¡no obstante, cuán difícil le es hacerse decir esto en esas palabras! ¡O cuan propensos estamos a expresar nuestra disculpa por haber ofendido mediante un comportamiento sumiso o algún regalo, más bien que poniéndola en palabras! Por eso el venir a Dios en oración, diciéndole lo que está en nuestro corazón y mente, fortalece nuestra gratitud o arrepentimiento, sea cual fuere el caso.

8. El no hablar a Dios, ¿qué indicaría?

8 En realidad, a menos que hablemos a Dios en oración no podría decirse que estuviéramos hablando con Dios. Nuestra conducta puede ser correcta y podemos estar ocupados en su servicio; pero a menos que Dios sea tan real para nosotros que sigamos hablándole, algo anda mal. Entonces revelamos que estamos dedicados a un trabajo, a una causa o a una organización en vez de a una Personalidad, a nuestro amoroso Padre celestial. Si un esposo y padre trabajara duro para sostener a su familia pero nunca le hablara más de lo que tuviera que hacerlo y nunca le diera expresiones de cariño, su familia bien podría concluir que el motivo de él era estrictamente deber desagradable en vez de amor. Y así sucede con nosotros.

9-11. (a) ¿Qué mandatos tenemos en cuanto a la oración? (b) ¿Cómo pueden llevarse a cabo éstos?

9 Por eso se nos manda: “Perseveren en la oración.” “Con toda forma de oración y súplica [hagan] oración en toda ocasión en espíritu.” Para subrayar la necesidad de que nosotros ‘siempre oremos y no nos rindamos,’ Jesús nos dio la ilustración de la viuda que siguió importunando a un juez hasta que obtuvo justicia.—Rom. 12:12; Efe. 6:18; Luc. 18:1-8.

10 Si apreciamos el privilegio de la oración oraremos no solo en ocasiones regulares sino también “incidentalmente,” según se presente la oportunidad. Y muchas son las oportunidades que se presentan si solo somos “vigilantes en cuanto a oraciones.” Tales ocasiones como al levantarse y antes de acostarse, a la hora de las comidas, en las reuniones de congregación y en conexión con el ministerio del campo se dan por supuestas. Y es muy fácil pensar en dirigirse a Dios cuando necesitamos sabiduría y fuerzas especiales, o cuando recibimos bendiciones especiales. Pero, además, deberíamos cultivar una propensión a la oración, de modo que nuestro corazón sea como la aguja de una brújula que, aunque temporariamente es desviada por influencias exteriores, siempre vuelve a señalar hacia el norte. Entonces estaremos haciendo un hábito de la oración, poniendo atención al mandato de “oren incesantemente.”—1 Ped. 4:7; 1 Tes. 5:17.

11 Pero más que eso, no solo nos dirigiremos repetidamente a Dios sino que nos deleitaremos en demorarnos en la oración así como dos amigos gozan de la compañía mutua y se demoran en despedirse. Vendremos no solo con peticiones sino con alabanza y acción de gracias. Como exhorta el apóstol Pablo: “Sean perseverantes en la oración, quedándose despiertos en ella con acción de gracias.” Entonces no estaremos colocando a Jehová Dios en el papel de un policía, doctor o abogado, alguien a quien solo se consulta cuando uno está en dificultades, sino que lo consideraremos nuestro más querido y más verdadero amigo, con quien nos gusta hablar a medida que andamos con él.—Col. 4:2.

CONDICIONES

12. ¿Para quiénes únicamente es el privilegio de la oración, y después de llenar qué condiciones básicas?

12 Entre los conceptos erróneos que están muy generalizados en el mundo en cuanto a la oración es que cualquier persona puede orar con la expectativa de ser oída. Pero no es así. El privilegio de la oración solo es para los que, sobre la base de conocimiento acertado, han hecho una dedicación de ellos mismos para hacer la voluntad de Jehová. Es solo para los que andan con Dios, habiéndolo encontrado mediante cita. (Amós 3:3) Pero aun éstos no pueden esperar que se les escuche a menos que se acerquen a Dios por medio del único conducto y pidan con fe. Jesús dijo: “Yo los escogí a ustedes, . . . para que no importa lo que pidan al Padre en mi nombre él se lo dé.” “De acuerdo con su fe les suceda.”—Juan 15:16; Mat. 9:29.

13. ¿Qué condición adicional de la oración recalcaron David y Pablo?

13 Otra condición vital para venir nosotros a Dios en oración es una conciencia limpia. Note cuán encarecidamente imploró el rey David sobre la base de esto antes de hacer peticiones para su pueblo y su hijo Salomón: “Yo bien sé, oh Dios mío, que tú eres un examinador del corazón, y que es en la rectitud que tú te complaces. Yo . . . en la probidad de mi corazón he ofrecido voluntariamente todas estas cosas.” (En dólares, lo que David ofreció fue más de $140,980,800.)a Note también cómo Pablo une la conciencia limpia con la oración: “Oren por nosotros, porque confiamos tener una conciencia honrada, pues deseamos comportarnos honradamente en todo.” Sí, solo “la oración de los rectos le es un placer” a Jehová.—1 Cró. 29:17; Heb. 13:18; Pro. 15:8.

14-16. ¿Qué otra cualidad se necesita para que sean oídas nuestras oraciones?

14 Puesto que al hablar a Dios necesitamos implorar su misericordia y perdón, él justamente requiere que practiquemos el perdón nosotros mismos. Jesús ilustró la importancia de esto en su ilustración de un rey que, al zanjar cuentas con sus esclavos, perdonó a uno que le debía más de 10 millones de dólares. Pero entonces el esclavo rehusó perdonar a uno que le debía solo $17. Esto hizo que el rey cancelara su perdón y pusiera al esclavo inclemente en prisión hasta que hubiera pagado por completo su deuda. “De manera semejante mi Padre celestial tratará también con ustedes si no perdonan cada uno a su hermano de corazón.”—Mat. 18:23-35.

15 Jesús recalcó el mismo punto cuando dijo: “Entonces, si estás trayendo tu dádiva al altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu dádiva allí en frente del altar, y vete; primero haz las paces con tu hermano, y luego, cuando hayas regresado, ofrece tu dádiva.” Entre los dones que podemos ofrecer hoy está “el fruto de labios.”—Mat. 5:23, 24; Heb. 13:15.

16 El apóstol Pedro trata brevemente de este mismo asunto al aconsejar a los esposos que al tratar con sus esposas tengan consideración de ellas como el vaso más débil. El no hacerlo así haría que las oraciones de los esposos fueran estorbadas. Debe haber amor y unidad en la relación marital, así como hay en la congregación cristiana, para que Dios oiga y conteste las oraciones.—1 Ped. 3:7.

17. Para que Dios conteste nuestras oraciones, ¿cómo deben ser nuestros hechos?

17 Tampoco quisiéramos pasar por alto la condición de obrar en armonía con nuestras oraciones. ¿Cómo, realmente, podría contestar Dios nuestras oraciones si obráramos al contrario de ellas? ¿Oramos por llegar bien y luego quebrantamos leyes de velocidad, nos arriesgamos innecesariamente o manejamos después de haber estado tomando licor? ¿Oramos por sabiduría y luego desatendemos el estudio personal, las reuniones y las asambleas? ¿Oramos por la unidad y paz de Jerusalén, al mismo tiempo obrando sin prudencia, duramente o perversamente en nuestros tratos con nuestros hermanos? Entonces hablamos a Dios en vano. Sí, debemos hacer lo que nos corresponde si esperamos que Dios haga lo que le corresponde.

SUSTANCIA DE NUESTRAS ORACIONES

18. ¿Por qué cosas podemos orar?

18 Sabemos por qué cosas podemos orar-todo lo que esté en armonía con la voluntad de Jehová, así como Jesús mostró en su oración modelo. Todo lo que nos interesa, espiritual y físicamente o materialmente, puede ser el tema de nuestras peticiones: “En todas las cosas por medio de oración y súplica . . . den a conocer sus peticiones a Dios.” Cierto, no podemos orar por curación divina, porque eso no está en armonía con la voluntad de Dios para nosotros hoy día, pero podemos orar por el espíritu santo de sabiduría y poder de Dios para emprender el derrotero más sabio y tener las fuerzas para aguantar cualquier cosa que Dios permita.—Fili. 4:6; Luc. 11:13.

19. ¿Cómo podemos evitar el estancarnos en una rutina con nuestras oraciones?

19 Puesto que oramos con regularidad, debemos ejercer cuidado de que no nos estanquemos en una rutina con nuestras expresiones. “Cuando oren,” dijo Jesús, “no digan las mismas cosas vez tras vez.” ¡Cuán mecánicos se oirían los sermones que dan a las puertas los ministros cristianos si usaran los mismos año tras año! No obstante, a menos que pensemos en ello podemos ser culpables de la mismísima cosa en cuanto a nuestras oraciones personales, y ¡qué pérdida en cuanto a bendición querría decir eso! Así como Jehová Dios nos da interminable variedad en su Palabra y en la naturaleza, ejerzamos cuidado de que al hablar a Dios no nos repitamos mecánicamente, sino variemos la suma y sustancia , de pensamiento de nuestras oraciones, en armonía con las circunstancias inmediatas, el texto del día, etcétera.—Mat. 6:7.

20, 21. ¿Qué factores deben recibir consideración en la oración de congregación?

20 Especialmente si tenemos el privilegio de representar públicamente a otros en oración debemos pensar en tales cosas, tomando nota, por ejemplo, del tema de la reunión de congregación. Un poco de previsión por medio de notificar de antemano al que habrá de disfrutar de este privilegio ayudará a tener oración pública fluente, coherente, fervorosa, rica en suma y sustancia de pensamiento y pertinente a la reunión en particular. Tales oraciones deberían evitar ambos extremos en lo que toca a duración; ¡se ha sabido que algunos clérigos han orado hasta por dos horas!

21 Para que todos se puedan beneficiar por completo de la oración de congregación, la persona escogida para representar a la congregación debe poder expresarse con bastante volumen, con coherencia y claramente. El propósito de orar no es estimular al que ora ni darle experiencia en oración pública sino representar a otros apropiadamente delante del trono de Jehová de bondad inmerecida. Nótese que la oración de congregación no es un mero formalismo, tal como lo es el decir misa en una lengua extranjera. Cada uno, por lo tanto, debe escucharla cuidadosamente, y ésta debe hacerse de una manera que apremie a cada oyente a expresar un ferviente “¡Amén!” al terminar.

22. ¿Cómo y dónde se les debe enseñar a orar a los niños?

22 Puesto que las oraciones públicas no son sesiones de práctica, no debe pedírsele a niños que representen a adultos en la oración. El lugar para que aprendan a orar los jovencitos es en la rodilla del padre o de la madre. Ustedes, padres, empleen tiempo y cuidado en enseñar a sus hijos cómo orar y lo que sus oraciones deben incluir. Graben en sus mentes jóvenes que están hablando a Dios y por lo tanto que deben dirigirse a él con reverencia, sinceridad y simplicidad infantil.

23. El respeto al privilegio de la oración ¿qué manda?

23 El respeto al privilegio precioso de la oración manda que las oraciones no deben presentarse como parte de una demostración. Por eso un siervo varón que acompaña a una hermana a sus estudios bíblicos de casa deja que ella conduzca con el propósito de ofrecer él consejo si se necesita, pero él ofrece la oración de apertura y de conclusión, porque la oración jamás se ofrece con el propósito de recibir consejo.

24. ¿Cómo puede resumirse nuestro privilegio de hablar con Dios?

24 Verdaderamente, es una gran condescendencia de parte de Dios el que él nos deje andar y hablar con él. Y a medida que andemos con él estemos siempre alerta para oír y poner atención a lo que él nos dice, a medida que nosotros mismos seguimos hablando con él, incesantemente, perseverando en ello con acción de gracias a medida que damos a conocer nuestras peticiones. Al mismo tiempo ejerzamos cuidado para comportarnos en armonía con nuestras peticiones y para mantener la suma y sustancia de pensamiento de nuestras oraciones siempre convenientes a la ocasión y para evitar el estancarnos en una rutina. Procediendo así participaremos en la vindicación del nombre de Jehová, alegraremos su corazón y nos aseguraremos de mucho gozo ahora y en el infinito nuevo mundo de justicia de Jehová.

[Nota]

a Vea 1 Crónicas 29:3, 4, 7 y las notas al pie de la página sobre ese texto en la Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Hebreas, tomo 2, del año 1955 [en inglés].

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir