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  • El lugar de Dios en su vida

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  • El lugar de Dios en su vida
  • La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1964
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La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1964
w64 1/4 págs. 195-196

El lugar de Dios en su vida

MUCHAS son las personas que oran en ocasiones de profunda angustia mental o tensión física; no obstante, dejan de considerar a Dios cuando están felices y en buena salud físicamente. Dios ocupa un lugar en su vida solo cuando necesitan algo. Otros tienen un lugar fijo para Dios en su vida, pero solo en las ocasiones en que se reúnen en su lugar de adoración. El relegar la adoración a tal consideración infrecuente ciertamente es incompatible con el consejo sano que contiene la Palabra de Dios, la Biblia. Fue Jesucristo quien declaró el lugar que Dios debe ocupar en la vida de uno, cuando dijo: “Tienes que amar a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.” (Mat. 22:37) Una persona amada recibe la principal consideración. Por eso, al tener amor completo a Dios y al expresar ese amor en sus hechos, uno podrá colocar a Jehová Dios primero en su vida.

Mil quinientos años antes de que el Hijo de Dios declarara este mandamiento, la misma instrucción se había dado por medio de Moisés el siervo de Dios a la nación de Israel. Para asegurarse de que los hijos de aquellos israelitas llegaran a ser adultos que colocaran a Dios en primer lugar en su vida, se les dijo a los padres que fijaran la ley de Dios en la mente de sus hijos ‘cuando se sentaran en su casa y cuando anduvieran por el camino y cuando se acostaran y cuando se levantaran.’ El apóstol cristiano Pablo aconsejó diciendo que “todas las cosas que fueron escritas en tiempo pasado fueron escritas” para la instrucción de los cristianos verdaderos. A fin de colocar a Dios en primer lugar en su vida uno querrá seguir el ejemplo excelente de aquellos israelitas que obedecieron la ley. Uno se asegurará de apartar tiempo para estudiar los requisitos justos de Dios para que éstos estén fijos en su mente y disponibles para guiarlo a uno para mantener a Dios en primer lugar en la vida.—Deu. 6:7; Rom. 15:4.

La Biblia contiene ejemplos de hombres que sí colocaron a Dios en primer lugar en su vida. Cuando se enfrentó a la selección de continuar siendo considerado como hijo de la hija de Faraón o ser “maltratado con el pueblo de Dios,” Moisés tuvo que escoger. ¿Qué habría escogido usted? ¿Habría usted puesto a Dios delante de la riqueza y la fama mundana? Exhibiendo sabiduría verdadera, Moisés “estimó el vituperio del Cristo como riqueza más grande que los tesoros de Egipto; porque miraba atentamente hacia el pago del galardón.” Y, ¿exactamente qué era ese galardón? No era solo el recibir mención en la Biblia como uno de la nube de testigos que son excelentes ejemplos para los cristianos hoy día, sino también de ser considerado como uno de los “que hicieron cosas buenas” que Jesús dijo que recibirían una resurrección a la vida.—Heb. 11:24-27; 12:1; Juan 5:28,29.

El fiel Daniel fue otro individuo que mantuvo a Dios en primer lugar en su vida. No solo una vez a la semana, sino tres veces al día oraba a Dios. Aun cuando el gobierno medo-persa proscribió temporalmente tal observancia religiosa, no puso a Dios en segundo lugar para agradar a los hombres. ¿Es usted tan constante en su adoración como lo fue Daniel?—Dan. 6:4-11.

¿Qué lugar tiene Dios en su vida? ¿Lo guían a usted los principios y mandamientos bíblicos de modo que todo lo que usted hace le agrada a Dios? ¿Puede decirse que Dios está en primer lugar en su vida?

Al hacer decisiones que afectan su vida, los cristianos que colocan a Dios en primer lugar en su vida se detienen a considerar cómo su adoración a Dios será afectada por esas decisiones. Por ejemplo, cuando consideran el tipo de trabajo seglar en el cual ocuparse, la primera consideración para los cristianos temerosos de Dios no es la cantidad del sueldo ni las oportunidades de progresar; más bien, consideran cuidadosamente lo que estará envuelto al emprender tal trabajo. Si se pidiese falta de honradez o aun tratos comerciales dudosos, entonces los cristianos rehusarían aceptar ese trabajo, comprendiendo que el ocuparse en él desagradaría a Dios y violaría su conciencia, la cual ellos han entrenado a conducirlos en armonía con los principios de Dios según se bosquejan en la Biblia.

Así mismo en el campo del entretenimiento, los cristianos escogen solo lo que es edificativo y lo que está en armonía con los principios piadosos. Sabiamente evitan literatura, programas de TV, funciones teatrales y otro entretenimiento que dé prominencia especial a la inmoralidad, falta de honradez, violencia, asesinato y todo lo demás que la Biblia condena. Más bien que corromper su mente, rehacen su mente en armonía con la voluntad de Dios.—Rom. 12:2.

Los pensamientos del cristiano, entonces, tienen que ser puros si él va a poner a Dios en primer lugar en su vida. Poniendo de manifiesto la clase incorrecta de pensamientos, Jesucristo dijo: “De dentro, del corazón de los hombres, proceden razonamientos perjudiciales: fornicaciones, hurtos, asesinatos, adulterios, codicias, actos de iniquidad, engaño, conducta relajada, el ojo envidioso.” Los que abrigan tales razonamientos no están poniendo a Dios en primer lugar en su vida, pues los cristianos cultivan pensamientos que son puros, amables, justos y castos. Hacen esto especialmente por medio de adquirir los preciosos pensamientos de Dios. Entonces, podrán decir con David, quien colocó a Dios primero en su vida: “¡Para mí, cuán preciosos son tus pensamientos! ¡Oh Dios, a cuánto asciende el total de ellos! Escudríñame completamente, oh Dios, y conoce mi corazón. Examíname y conoce mis pensamientos inquietantes.”—Mar. 7:21, 22; Fili. 4:8; Sal. 139:17, 23.

Dios merece ese lugar prominente en la vida de uno debido a lo que es y lo que ha hecho. Reconociendo esto, usted podrá hacer eco a estas palabras de reverencia: “Digno eres tú, Jehová, nuestro Dios mismo, de recibir la gloria y la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y a causa de tu voluntad existieron y fueron creadas.”—Rev. 4:11.

Mediante estudio cuidadoso de la. Palabra de Dios, aprender los principios de Dios, aplicarlos en la vida de uno, sacar provecho de los ejemplos de los hombres fieles de la antigüedad, uno puede colocar a Dios en primer lugar en su vida. Analice sus pensamientos y acciones. Asegúrese de que agradan a Dios. El resultado es deseable: Vida eterna en la cual Dios siempre ocupará el primer lugar.

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